El Ministerio de Comercio Interior (Mincin) emitió una instrucción, como parte de la implementación de la resolución No. 54/2018 (Indicaciones para la organización y ejecución de la protección al consumidor en el sistema de comercio interno), que viabiliza el derecho de las personas con discapacidad físico motora en sillas de rueda y las que llevan niños en coches, de acceder a los servicios de establecimientos comerciales, aunque vuelve a limitar parcialmente la toma de fotografías en su interior.
La instrucción No. 3 de 2019 de la titular del Mincin, Betsy Díaz Velázquez, está publicada en la Gaceta Oficial No. 50 Ordinaria del pasado 15 de julio, y complementa, como dijimos, la 54/2018, en Gaceta Oficial No. 26 Extraordinaria de 4 de mayo de 2018 (ambas en www.gacetaoficial.gob.cu).
La primera pauta de la instrucción recuerda que esta se aplica en los establecimientos que realizan «la actividad de comercio, relacionados con la venta de mercancías, gastronomía, servicios técnicos y personales y alojamiento, para proteger los intereses y derechos de los consumidores».
La segunda regla fija que los «consumidores pueden tomar fotografías a los bienes que se comercializan, así como a los precios que sean de su interés», pero a continuación condiciona que no «se toma otro tipo de fotos en el interior de los establecimientos, acorde con las políticas comerciales de las instituciones».
Más adelante plantea —en una decisión totalmente aplaudible— que los «consumidores pueden acceder a los establecimientos con niños menores en sus coches, así como en sillas de rueda los que presenten discapacidad físico motora, circulando por las áreas y pasillos, evitando obstruir el paso o impactar contra el mobiliario y la mercancía».
También se mandata —con toda la lógica del mundo— que para «el acceso con niños en coches o clientes en sillas de rueda se debe: a) respetar las disposiciones de la entidad en cuanto a dejar las pertenencias en los guardabolsos u otra área destinada a estos fines; y b) ser revisado a la salida por el portero, con ética y respeto».
Como parte de la implementación de resolución No. 54/2018, la instrucción determina cuáles son las instancias de reclamación del consumidor en caso de que detecte alguna violación en los precios, tanto en el sector estatal como en el no estatal.
También estipula que los «jefes de las entidades y personas naturales proveedoras de servicios del comercio, relacionadas con la venta de mercancías, gastronomía, servicios técnicos, personales y alojamiento, están en la obligación de controlar y hacer cumplir, según corresponda, lo dispuesto en la instrucción».
Además, identifica las encargadas de controlar el cumplimiento de lo dispuesto, que son las «direcciones Protección al Consumidor e Inspección Estatal del Ministerio del Comercio Interior, las direcciones estatales de Comercio y direcciones de Comercio de las provincias de Artemisa, Mayabeque y del municipio especial Isla de la Juventud».
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Todo lo que se haga por garantizar la protección al consumidor es bienvenido. Estamos en presencia de una normativa que sigue ratificando y reconociendo derechos y deberes de consumidores y prestatarios de servicios.
Este redactor, empero, no está de acuerdo con las restricciones —aunque sean parciales— que ahora vuelven a tomarse con la toma de fotografías. Parecía que eso era asunto zanjado.
Un establecimiento comercial no es un estudio fotográfico, aunque a muchos de los que salen al exterior les encanta mandar fotos de supermercados extranjeros con sus estantes repletos de mercancías, algo así como el guajiro y el Capitolio.
En los momentos actuales, cuando las redes sociales se han convertido en el diario público-privado de muchas personas (cosa que yo no comparto) y los celulares son el «otro ojo del cuerpo», la cotidianeidad pasa para muchos por hacerse fotos en todo lugar y transmitirlas minuto a minuto, incluido cuando van a un establecimiento comercial o de cualquier otro tipo.
En los pasados meses, cuando el desabastecimiento en las tiendas en divisas y otras era grande, fuimos sometidos a una campaña atroz de la contrarrevolución que sirvieron en bandeja (y no de plata) quienes se solazaban con los anaqueles vacíos de las shopping, hacían fotografías con sus celulares y las colgaban en la red.
El enemigo siempre buscará cualquier resquicio para denigrar a la Revolución y a las cubanas y cubanos que estamos aquí, pie en tierra y siempre con optimismo.
La obra no es perfecta. Pero los adversarios, los malintencionados y los tontos útiles, no pueden marcarnos las pautas ni llevarnos a restringir, aunque sea parcialmente, algo que debería ser tan normal como tomarse, por ejemplo, un selfie al lado de una lata de tomate.
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