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Limpios, que los quiero limpios

Incumplimientos de los requisitos sanitarios para la producción, envasado, transportación, almacenamiento y distribución de huevos, pueden poner en riesgo la salud de los consumidores

Autor:

Nelson García Santos

SANTA CLARA, Villa Clara.— A simple vista descubrimos que nunca deberían comercializarse esos huevos sucios, embarrados de excremento de las mismas ponedoras. Lo prohíbe la norma cubana sobre los requisitos higiénicos y sanitarios para su producción, envasado, transportación, almacenamiento y distribución.

Así, a la luz pública, se quebranta la legalidad gracias a una cadena de incumplimientos que puede poner en riesgo la salud del consumidor. Palabras mayores.

En primer lugar, en las unidades productoras, pertenecientes a la entidad avícola nacional, saben muy bien que jamás deben enviarlos en ese estado a los mercados. Y, en segundo, como se estipula, los comercializadores tampoco deben recibirlos.

Generalmente esos lotes de huevos sin la debida higiene, que en repetidas ocasiones llegan al mercado, son el resultado de la prolongación en el proceso de recolección en las naves, independientemente de que puede haber un porcentaje que haya sido ensuciado por las mismas gallinas.

Pero en ambos casos está reglamentado que tengan otro destino, es decir, la industria o para un consumo controlado.

La norma cubana dictamina, entre otros procederes impropios para la alimentación humana directa: huevos embarrados en su exterior con heces fecales, sangre u otras sustancias que puedan alterar su calidad sanitaria.

Los sucios y cascados se recogerán de forma independiente y no se almacenarán junto con los sanos, y su destino será de forma dirigida por la autoridad sanitaria competente.

Y no solo por el hecho real de que están llegando al mercado en tales condiciones, Salud Pública ha alertado a la población sobre el tratamiento que hay que darle a ese producto en todos los casos.

Al respecto Alberto Martínez Torres, jefe del Departamento de Inocuidad de los Alimentos y Nutrición en la Dirección Provincial de Salud en Villa Clara, explica que solo  primero habrá que pasarles un paño seco, y lavarlos solo cuando se van a cocinar.

Nunca se lavará para guardar (ni en el refrigerador en recipiente tapado) porque su cáscara es porosa y, obviamente, se le filtra el agua hacia adentro y lo puede contaminar.

Martínez Torres enfatizó en que la cocción debe ser hasta que la yema esté dura, indicador de que la temperatura ha llegado a más de 65 grados. Y esto evita la infestación por la salmonella, un microorganismo causante de diarreas agudas, acompañadas de vómitos, fiebre y cefalea.

Mueve al asombro comprobar que ocurran estos descuidos en la producción del vital alimento, a pesar de contar las granjas productoras y la entidad con personal dedicado al control de la calidad. ¿Será que les falta vista?

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