Expertos de la Universidad de Stanford, EE.UU., demostraron que la oxitocina, llamada la hormona del amor, influye en las relaciones de persona a persona y pudo haber evolucionado hacia áreas relacionadas con la afinidad grupal.
Según la revista especializada Nature, citada por BBC Mundo, los científicos ya conocían que esta hormona desempeñaba un papel relevante en la formación y mantenimiento de los lazos entre una madre y un hijo, así como en los apegos sexuales.
Los especialistas desentrañaron las complicaciones neuropsicológicas que respaldan el papel de la oxitocina en las interacciones sociales, para lo cual se centraron en los acontecimientos biomecánicos que tienen lugar en una región del cerebro llamada núcleo accumben, la cual resulta muy importante para los sistemas de recompensa.
De igual forma realizaron experimentos sobre el comportamiento de ratones machos, los cuales revelaron que los animales preferían estar con amigos que solos.
Lo anterior favoreció para que los especialistas detectaran la hormona del amor en los ratones y procedieran a bloquearla.
Como resultado se disminuyó significativamente el apetito de socialización de estos animales.
Los investigadores también detectaron que la oxitocina causa la liberación de otro químico del cerebro muy importante, llamado serotonina. Según los autores, la combinación de ambas es lo que se necesita para la recompensa social.