Es importante advertir que en ningún lugar se encuentra hecho el sueño que nos acompaña
Y.R.: Después de la muerte de mi padre, mi mamá se casó con mi padrastro, quien resulta ser muy impositivo y dispuesto a recordarnos que vivimos en su casa y dependemos de su economía. Yo me fui a vivir con mi novio, pero con él tampoco siento que me vaya bien. Todo se volvió muy rutinario. Mi familia me dijo de vivir con ellos, pero yo no sé si mejore la relación, si deba alejarme de mi mamá. Tengo 19 años.
Eres muy joven. Tal vez debas comenzar a valorar dónde, cómo y con quién reiniciar un camino que en algún momento permita forjar tu hogar, vivir de tu trabajo y realizar tus sueños.
En lo referente a tu pareja, podrías analizar cómo te sientes cuando están juntos, si hay detalles que disfrutas al punto de extrañar su compañía. Las relaciones de pareja suelen comenzar apasionadas, pero después de un tiempo establecen rutinas que les facilitan enfrentar las exigencias cotidianas como el trabajo, los estudios, vínculos familiares y subsistencia. Incluso en esas circunstancias los enamorados logran regalarse miradas, caricias, momentos de intimidad.
Es importante advertir que en ningún lugar se encuentra hecho el sueño que nos acompaña. Con el amor no basta; es preciso que cada miembro aporte lo que pueda en función de que ese lugar donde vivir pueda llegar a «parecerse» a lo soñado, porque en el camino vamos aceptando determinados puntos de imposibilidad, límites de la otra persona, de nosotros mismos, de nuestras circunstancias.
Valora lo que tienes y lo que sueñas. Siempre es posible crear algo más con lo que está al alcance. La casita casi rota, la familia peculiar, la lejana, el novio con rutinas, el ser humano que eres hoy: ¿cómo hacer de esas flores tu jardín?
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Sicología clínica
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