Decidimos ser «amigos con derechos» porque empezamos a ir a escuelas diferentes. Cuando nos vemos es maravilloso, aunque cuando caemos en la realidad de que solo será un rato es un infierno
A.F.: Hace nueve meses tengo una pareja formal. Al principio todo fue perfecto. Por primera vez decidía serle fiel a alguien.
Luego empezaron los celos. Le molestaba si iba al gimnasio porque había chicas... Me quería tener atado las 24 horas del día. Poco a poco se fueron haciendo más intensas las discusiones. Pero al terminarlas, olvidábamos todo haciendo el amor. Decidimos ser «amigos con derechos» porque empezamos a ir a escuelas diferentes. Cuando nos vemos es maravilloso, aunque cuando caemos en la realidad de que solo será un rato es un infierno y no sabemos si es peor vernos o no. Los dos nos amamos, sin embargo, no podemos estar juntos porque tenemos caracteres muy diferentes. Queremos salvar la relación, y no sabemos cómo. Tengo 19 años.
Decides regalarle tu fidelidad a quien no te cree y ella «tan celosa» elige amar al que no quiere dejarse atar. Paradójicamente, se implican en una relación mortificante que les atrae tanto, que termina aumentando la intensidad de los encuentros y las ganas de mantenerse juntos. En eso molesto hay algo muy satisfactorio, que tiene que ver con ustedes, con quienes son, con lo que buscan... Habría que clarificarlo y encontrar los límites a los excesos que los hacen sufrir de más.
Hay que encontrar maneras de lidiar con lo diferente en cuanto formas de amar, desearse, caracteres, etc.; pero también lo diferente al ideal que ambos creen perseguir.
Cambiar el estatus de relación formal al de amigos con derechos parece ser una solución coyuntural. Habrá que probar otras. Es posible que ella necesite tu palabra de amor y el reconocimiento de que para ti es única.