Y. Y.: Después de 20 años casados civil y religiosamente, hace cuatro meses el amor de mi vida me dejó por una muchacha 25 años más joven que él. Casi no lo veo, pero no pasa un minuto de mi vida en que no lo piense. Estoy sufriendo tanto que a veces creo no poder superarlo. Tengo 45 años y él 54. ¿Necesito ayuda profesional?
Si el sufrimiento es tanto, bien valdría ponerlo en palabras junto a un profesional. Repensarlo a solas es una manera de hacer existir lo que ya no está, con el doloroso precio que ello tiene. En cambio, hablarlo con las personas y en los lugares precisos debe ayudarte a ubicar aquello que tanto duele e ir restando sufrimiento a esta historia hasta edificar otra posible.
Cuando se pierde un amor solemos encontrarnos ante el vacío que nos acompaña y hemos cubierto con fantasías e ideales armados con su ayuda. Por más que lo pienses no podrás cambiar su deseo por esta joven, ni armar a solas el vínculo que ya se rompió. No obstante, sí tienes la opción de arreglártelas con el vacío abierto por su falta e irlo cubriendo de otro modo.
Claro está que algunos de tus ideales y creencias deben estar fracturados y no tienes la compañía en torno a la cual muchas satisfacciones encontrabas. Pero tanto sufrimiento es también la señal de que sigues viva, con la posibilidad de elegir nuevos sueños, nuevas ficciones, nuevas compañías a la medida de la mujer que eres, con sus maneras muy singulares de sentir y amar. Tal vez causaste la separación, pero sí tienes la responsabilidad de elegir qué hacer con tu vida a partir de ahora. Podrás avivar el deseo que te habita o apagarlo con el excesivo sufrimiento que trae recrear esta historia de «mujer abandonada a los 45 por una jovencita». ¿Eliges?
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica