S.I.: Tengo un niño de 15 años con retraso mental moderado. Tiene una dependencia excesiva de su padre. No come ni se baña si no está. Hace un año aquel, con quien llevaba 18 años de felicidad, me informó que tendría un bebé con otra mujer. Le pedí separarnos. Mi hijo me preguntaba a cada minuto por su papá. Enfermó con fiebre de 40. Fue una tortura psicológica para mí. Al cabo de tres meses separados volvimos a convivir. Él regresó pidiendo perdón, que yo era su vida, que fue un error, que pensara en nuestro hijo… Decidí volver. Lo sigo amando, pero no confío y eso me consume. No puedo olvidar. ¿Hice bien en perdonar sin estar preparada? ¿Hice bien en pensar en el bienestar de mi hijo, olvidándome de mis sentimientos? ¿Tendré que acudir a un psicólogo?
Perdonar es una elección de amor que no debe imponerse, ni opacarse con pretextos como el de los hijos, los bienes materiales u otros beneficios. Ustedes son padres y pareja. Pueden emprender unas acciones para ayudar a su hijo y otras para definir su vida amorosa. Esta no debe sucumbir a las exigencias de la paternidad.
Ahora ama a su esposo pero no lo ha disculpado. Perdonar no es olvidar o actuar como si nada hubiese pasado. Implica un proceso que toma su tiempo. Requiere aceptación de nuestros sentimientos más contradictorios, reconocer las razones de nuestro dolor, expresarlo, intentar comprender los motivos del error ajeno, decidir qué preferimos para el futuro, emprender cambios que nos ayuden a seguir adelante con una mejor vida en pareja. Como en toda crisis, existen oportunidades a tu favor que esperan ser descubiertas. Asistir a un psicólogo puede facilitarte el encuentro con la decisión que mejor te haga sentir.
Mariela Rodríguez Méndez, máster en Psicología Clínica y psicoanalista
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