Estoy enamorado, pero mi pareja es demasiado celosa. Se imagina cosas. Si me visto o me echo un perfume inhabitual cuestiona mi fidelidad. Si demoro tres minutos en llegar, se pone brava y piensa que estaba en algo. Le soy fiel, pero no me cree y eso me duele. Piensa que voy a traicionarla como otras personas. Siempre hay que confiar en alguien; si no la felicidad se esfuma. ¿Qué puedo hacer? Tengo 23 años.
Tal vez puedas ayudarla a sentirse más segura evitando comportamientos inhabituales, recordándole lo enamorado que te sientes, dejándole sensaciones que le aseguren tu amor.
Además de una amarga experiencia previa existen elementos intrínsecos a cualquier relación que pueden condicionar desconfianza. La seguridad es un asunto complejo, un acto de fe, una certeza construida sobre móviles cimientos.
Al enamorarnos actuamos como espejo mágico donde el ser amado ve reflejada su mejor imagen, elogios y demostraciones de sincera devoción abundan. Algo de ello se desvanece en la cotidianidad, y si proferimos elogios y miradas a otras personas surge la desconfianza enmascarando el temor de no ser amado como antes.
En algún grado se rompe la promesa de felicidad. Hay piezas sin encajar en la mítica satisfacción esperada y se sospecha de un tercero(a). A veces quien se cree engañado se siente insatisfecho en la relación, ya ha admirado o deseado a otra persona y le atribuye este sentimiento al ser amado.
Hablar de los problemas de la pareja, mostrar al otro lo que nos inspira, ser consecuentes con nuestra palabra son algunas acciones que podrían auxiliar en estos casos.