Hay quien opta por encerrarse, comer compulsivamente, destruir recuerdos materiales (fotos, regalos, ropas), pelearse con las amistades comunes, tener sexo irresponsable
Tú no eres tus circunstancias, eres posibilidades.Si sabes eso, puedes hacer lo que sea.
Oprah Winfrey
En la página de la semana pasada mencionamos que el duelo tras una ruptura pasa por cuatro etapas y explicamos las dos primeras: shock y negación. Algunas personas demoran muchas semanas o meses en esas fases y es natural. Pero si se prolonga demasiado, si afecta otras áreas de la vida como el trabajo, la higiene personal o las relaciones sociales, es conveniente pedir ayuda para salir de ese estado.
Los siguientes pasos pudiéramos describirlos como ir cuesta arriba… con eventuales baches. La tercera es la llamada etapa emocional, que suele ser confusa porque el dolor parece dormido, la vida retoma su cauce, y cuando menos lo esperas hay hechos o recuerdos que te tiran los ánimos al piso.
Puede ser muy doloroso, pero es importante vivirlo porque las emociones necesitan ser procesadas: tristeza, ira, asco, rabia, envidia, culpa, nostalgia… Una de las más fuertes es el miedo: a quedar sin pareja para siempre, a encontrarte con quien te hizo sufrir; a no salir de la depresión, al rechazo…
Es un turbión de imágenes que la mente puede tergiversar a tu favor (o en contra), y si las reprimes se expresan con malestares sin causa orgánica aparente: migraña, fatiga, indigestión, pérdida de apetito, piel o cabello frágil…
Ayuda mucho en esta etapa permanecer sin pareja estable, para dar la cara a las emociones en el momento en que lleguen sin herir a nadie más, canalizándolas según tu personalidad y recursos: gritar, llorar, escribir, bailar, hacer ejercicios, nadar, viajar, hacer meditación o yoga, transformar la casa, sembrar, hacer arte… cualquier actividad que te permita volver a ti pasado ese momento de desequilibrio emocional.
Hay quien opta por encerrarse, comer compulsivamente, destruir recuerdos materiales (fotos, regalos, ropas), pelearse con las amistades comunes, tener sexo irresponsable… Por ese camino también superas el hecho de no estar juntos, eventualmente…, pero luego verás que no solo perdiste a tu pareja, sino que te perdiste a ti, y el proceso para recuperarte será mucho más arduo y desafiante que dejar ir a la otra persona.
Poco a poco y con ayuda de técnicas adecuadas, con un proyecto que permita enfocarte y, sobre todo, con tiempo para madurar el hecho, entrarás en la cuarta etapa, la recuperación.
Es el momento de reflexión, aceptación y asimilación de lo ocurrido. De estar en paz contigo y con todas las personas y situaciones de ese pasado. De perdonar(te) para ganar claridad sobre las lecciones que necesitabas incorporar y agradecer las oportunidades vividas, porque amar mucho y dejar ir siempre va a ser mejor que envejecer sin conocer una pasión amorosa.
Es también momento de repensar presente y futuro. De dialogar con sinceridad con alguien que te aprecie sobre por qué te atraen relaciones con sufrimiento u otras en que el amor es moneda de cambio y te alejan de quien eres.
Antes de buscar nueva pareja prioriza tu sanidad física y mental. Hay algunos consejos que pueden ayudarte en el sitio alceapsicología.com:
Si crees que necesitas ayuda para llegar a esta etapa no dudes en buscarla en el Centro Comunitario de Salud Mental de tu municipio, con especialistas del Cenesex (7838-2529) o en grupos de las redes sociales donde se comparten herramientas para superar estos retos vitales, como @acompasex, o los de nuestro proyecto (5216-4148). La única opción no recomendable es dejar que la ruptura te atrape y se lleve de ti más de lo que la relación pudo dejarte de bueno y aleccionador.
Un lector escribía en WhatsApp: «Lo mejor es cuando llega la cuarta etapa y ya uno puede decir “mira que sufrí por gusto”. Vivirlo de alguna manera te prepara para una posible próxima ocasión, y aunque no todas las experiencias son iguales, hay quienes asimilan mejor. El amor hay que vivirlo al tope mientras dure, porque llega y se va del mismo modo: en silencio. Ama, entrégate, no tengas reservas y hazte feliz a ti mismo ante todo. Cuando acabe, pues llora si es necesario, pero consciente de la necesidad de secar los ojos para poder seguir observando la vida con mirada clara».