Cualquiera que sea la vía de iniciación es importante ir despacio, relajarse, dialogar con la pareja… Aceptar que el nerviosismo condiciona el momento y dejar ir el exceso de expectativas
Y siempre habrá más que la primera vez, / pero nada como aquel hechizo / de probar tus pies más allá de los permisos.
Buena Fe
El sábado pasado, al terminar un intercambio con estudiantes del preuniversitario pedagógico Rita Longa, en Las Tunas, una chica sugirió que escribiéramos sobre la primera vez de los varones. «Sobre nosotras hay bastante información, pero ellos van con muchos vacíos y miedos», razonaba.
Al no saber qué hacer, muchos preguntan a amigos, buscan en la web, hablan con parientes mayores… Cada adolescente sigue su propia búsqueda, y es válido. Lo que sí podemos asegurar es que las respuestas no están en el porno y su visión distorsionada del tiempo y rendimiento en el sexo, a la que no es sano aspirar, especialmente los no iniciados.
También en nuestros grupos Senti2 de WhatsApp y Telegram (@sexosentidocuba) salió el tema esta semana, y afloraron mitos interesantes, como la influencia de la experiencia previa de la pareja o que el frenillo (tejido flexible entre glande y prepucio) se puede perder dolorosamente si no se rompió antes con manipulación médica o familiar.
En realidad, el frenillo puede durar toda la vida y el coito no tiene que ser doloroso para nadie. Esa fricción que irrita el pene y dificulta los movimientos se puede solucionar usando un lubricante adecuado o deteniendo los movimientos hasta que la pareja esté excitada y húmeda para continuar.
Si el dolor persiste o se refleja en otra zona de los genitales puede ser síntoma de una ITS que el varón contrajo en juegos previos, o indica otros problemas más serios, como varicocele, hidrocele o una hernia inguinal.
En el caso del sexo anal, es esperable en el ano y el recto una sensación dolorosa, a veces mezclada con placer, porque esos tejidos tienen muchas terminaciones nerviosas, pero no producen suficiente lubricación natural. Es recomendable usar productos que reduzcan la fricción para prevenir el dolor en ambos participantes y un posible desgarro para el receptor.
Cualquiera que sea la vía de iniciación es importante ir despacio, relajarse, dialogar con la pareja… Aceptar que el nerviosismo condiciona el momento y dejar ir el exceso de expectativas. Es más: algunas prácticas que para unos son comunes y agradables, tal vez nunca te entusiasmen. Si es así no pasa nada, porque hay muchas otras variantes para experimentar después.
Lo que no tiene sentido es hacerlo con angustia o sin saberte listo, solo por presión del grupo o de la pareja. Si algo duele, deja de intentar, renueva las caricias mutuas, chequea que nada ajeno los perturba, que de verdad es esa la persona con la que quieres iniciarte y que tu cuerpo y mente están en la misma página de deseos, no adelantando arrepentimientos.
Ayuda mucho planificar la luz, los olores, la música, la temperatura, el momento… No tiene sentido forzarte si hay demasiado calor o frío; si te sientes el cuerpo «cortado», o tienes miedo de contagiarte con una ITS o un virus respiratorio, incluyendo el SARS-CoV-2.
Otro elemento a recordar es que tú no respondes por el orgasmo de tu pareja. Tus acciones pueden contribuir a su placer, pero es su misión reaccionar con honestidad y guiarte para que su experiencia sea favorable. Si tu erección falla o se adelanta la eyaculación, no se acaba el mundo: con una charla amena y estímulos sensoriales en poco tiempo te recuperarás.
De hecho, en ese primer coito (del varón o de ambos) no hay que esperar un viaje a la Luna, a menos que ya antes hayan intimado de otras formas y haya mucha confianza; o que logren intimar sin prisa, ser cómplices en la creatividad, logren buena química, privacidad, variedad de aproximaciones y piensen solo en ustedes, no en romper récords de amigos o en competir con parejas anteriores.
Pase lo que pase, no olvides la lección más importante: la primera vez es solo eso, una primera oportunidad. Con el tiempo casi nadie recuerda lo que hizo ese día, pero sí cómo se sintió; así que preocúpate por dónde y con quién, más que por el cómo, y protégete de infecciones y embarazos que emborronen ese inocente recuerdo.
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