El Síndrome de ovarios polimicroquísticos afecta al cuatro por ciento de la población femenina mundial y presenta una incidencia similar entre las cubanas
En la vida no hay nada que temer, sino que entender.
Marie Curie
Con frecuencia escuchamos de parejas en edad reproductiva que demoran e, incluso, se ven imposibilitadas de engendrar por problemas que pudieron solucionarse en las primeras etapas de la vida. Sobre todo en la mujer, la infancia es vital en la formación y desarrollo de los órganos sexuales, pues los cambios hormonales pueden afectar su capacidad reproductiva.
Entre las dificultades detectadas en las consultas de Ginecología Infanto juvenil o de Infertilidad se encuentra el Síndrome de ovarios polimicroquísticos (SOP), definido como una patología endocrino-metabólica que causa hiperandrogenismo, es decir, aumento de las hormonas masculinas producidas normalmente en los ovarios en baja cantidad.
El doctor Raúl Bermúdez Sánchez, especialista de segundo grado en Ginecología y Obstetricia, advierte que esas alteraciones del metabolismo desencadenan un aumento de la resistencia a la insulina, lo cual causa glicemia (aumento del azúcar en sangre) y mayor producción de andrógenos en el ovario.
«Estos factores frenan el mecanismo de la menstruación e impiden la ovulación, para causar infertilidad. Además, el síndrome metabólico que lo desencadena provoca afectaciones importantes en la salud general de la paciente», añade.
El SOP afecta al cuatro por ciento de la población femenina mundial y presenta una incidencia similar entre las cubanas. Sus posibles manifestaciones clínicas son el hirsutismo (crecimiento del vello, que aparece más grueso y oscuro, o en lugares propios de varones) y otros signos de masculinización como el acné excesivo.
Estas anomalías en el funcionamiento interno de los ovarios ocasionan acumulación de folículos sin madurar en la superficie del órgano, algo típico de la morfología de ovarios poliquísticos, pero no significa necesariamente la presencia del Síndrome.
«En el diagnóstico de esta patología deben coincidir al menos dos de estos elementos: el primero y más importante es manifestar síntomas clínicos o bioquímicos de hiperandrogenismo, porque se pueden ver en el ultrasonido ovarios polimicroquísticos, si no hay hiperandrogenismo no se tiene el SOP. Igual sucede con el hirsutismo y la oligonovulación (ovulación esporádica), que solo unidos conforman el Síndrome».
Para Bermúdez, un aspecto significativo en la enfermedad son las situaciones que agudizan el padecimiento. Las pacientes que tienden a la obesidad o al aumento de los triglicéridos son más propensas a padecer el SOP.
Para ellas es importante no subir de peso e impedir que las células grasas de la periferia conviertan esos andrógenos en estrógeno, porque las hormonas masculinas frenan el ciclo menstrual. También el exceso de estrógeno sin interactuar con la progesterona —otra hormona cuya producción en los ovarios se afecta en estos casos— incrementa los riesgos de la mujer a padecer la patología y otras como el cáncer de mama o del endometrio (mucosa que recubre el interior del útero).
De acuerdo con el experto, entre los antecedentes de riesgo más frecuente, además de la herencia y la exposición a algún tipo de hormona durante el embarazo, el SOP se ha visto asociado a pacientes con bajo peso al nacer por restricción del crecimiento fetal intraútero. Estudios señalan que este es un elemento esencial para el diagnóstico, porque estas madres tienden a concebir más hijos con restricción del crecimiento fetal que el resto.
Aunque sus síntomas clínicos más frecuentes se evidencian en la etapa reproductiva, es posible vigilar su temprana aparición. El doctor Bermúdez señala que el SOP es difícil de diagnosticar en las adolescentes, porque casi un 50 por ciento presentan trastornos menstruales durante los dos primeros años; pero si el síntoma persiste más allá de esa etapa y además aparece algún signo de hiperandrogenismo clínico, hay que empezar a sospechar.
Se recomienda mantener estrecha vigilancia sobre ellas, porque son futuras candidatas a desarrollar un síndrome metabólico, pero en la mayoría de los casos con solo controlar el peso y cambiar el estilo de vida se corrige el problema y se cierra el ciclo sin mayores consecuencias.
El tratamiento también incluye la estabilización del ciclo menstrual, de acuerdo con el deseo de la paciente de concebir o no en ese momento. Para quienes ansían un embarazo, se orienta la progesterona —deficiente en el organismo por la no ovulación— u otros medicamentos inductores de ese proceso. Aun así, Bermúdez señala que el mismo resultado se logra al disminuir la masa corporal.
Muchos años atrás el SOP representaba la primera causa de infertilidad. Con el tiempo, factores como la relación trompa-peritoneo lo han desplazado. En la actualidad no se puede determinar con exactitud el lugar que ocupa, pero sí hay que tenerlo muy presente, sobre todo en pacientes con alguno de los antecedentes y síntomas antes mencionados.