La llamada cefalea coital o del orgasmo, es un dolor muy intenso, pero generalmente benigno e incluso prevenible con tratamientos farmacológicos sistemáticos y cambios en el estilo de vida
El mes pasado nos escribieron dos lectoras preocupadas por la marcada asociación entre sus dolores de cabeza y el coito. La primera se quejaba porque la cefalea le llega justo después del orgasmo y le impide disfrutar plenamente del momento. La segunda, que es migrañosa desde hace varios años, cuenta que solo vence ese malestar cuando logra un orgasmo «que la ponga a dormir plácidamente».
En ambos casos sus parejas creen que estas son invenciones suyas, puras mañas para manejar el momento de intimidad según las necesidades de ellas, por lo que de algún modo temen por el futuro de la relación.
Más allá de discutir si las damas en cuestión mienten —cosa que no está a nuestro alcance—, podemos al menos confirmar que la cefalea coital sí existe (antes, durante o después del orgasmo), como también es cierto que la migraña puede responder al tratamiento del sexo, por el poder que este ejercicio tiene para reanimar el sistema circulatorio y respiratorio de sus practicantes.
Sobre la llamada cefalea coital o del orgasmo encontramos miles de artículos en Internet, en los que se afirma que es un dolor muy intenso, pero generalmente benigno e incluso prevenible con tratamientos farmacológicos sistemáticos y cambios en el estilo de vida.
Por lo general aparece después de la cuarta década de vida y es más común en los hombres, pero no se descarta su presencia en jóvenes o personas de mayor edad. La mala noticia es que puede convertirse en crónico, y además no debe autodiagnosticarse, porque sus síntomas pueden enmascarar problemas de salud más graves, como una hemorragia cerebral, así que lo mejor es buscar ayuda profesional desde que se presenta el primer episodio.
Se han descrito varios tipos de estos dolores de acuerdo al momento de aparición y a las sensaciones que genera. Se habla de dolor sordo cuando se intensifica con el aumento en la excitación y disminuye gradualmente una vez que se detiene la actividad sexual (a veces ni se asocia al acto). El llamado dolor explosivo es repentino e intenso, aparece justo antes o en el momento del orgasmo (es el más frecuente en consulta), y el dolor postural comienza con dolor intenso al momento del orgasmo, luego disminuye por un rato y reaparece cuando la persona se pone de pie.
Las causas reconocidas hasta el momento son de origen muscular (contracción en cabeza y cuello asociada a la excitación sexual o a determinadas posturas) y vascular (cuando se incrementa la tensión arterial en los vasos sanguíneos de la cabeza durante las relaciones sexuales).
Para enfrentar la molestia la persona afectada debe cesar la actividad sexual o al menos asumir un papel más pasivo. El dolor intenso puede durar desde unos minutos hasta 12 horas, pero el malestar ligero puede persistir varios días e incluso repetirse en brotes de varias semanas cada vez que hay actividad sexual.
Si bien el asunto puede no tener consecuencias físicas peligrosas para quien lo padece, es importante atenderlo a tiempo por la amenaza que representa para la salud de su vida sexual y la de su pareja. A veces el temor a sufrir —o a ver sufrir a otro por nuestra causa— paraliza la acción de ambos, así que tarde o temprano se impone una solución inteligente para evitar males mayores.
No menos curioso resulta el hecho de que el sexo fuera recomendado como tratamiento para las migrañas desde el siglo XVIII por especialistas franceses como Poincaré. Este último escribió: «Muchas confidencias me han enseñado que un coito puede hacer desaparecer el malestar y alejar los accesos de migraña. La continencia puede, al contrario, hacerlos aumentar de intensidad y frecuencia».
Conozco a decenas de personas que coinciden con esta apreciación y se sienten muy aliviadas de escucharla de otros. Incluso hay exámenes de resonancia magnética que demuestran su efectividad, pero para los escépticos incluyo una frase de Labadie-Lagrave, otro galeno francés defensor de este divertido, económico e instructivo método terapéutico: «Cualquiera puede probar».