El acelerado desarrollo de la inteligencia artificial ha hecho surgir servicios que prometen devolver a la vida a aquellos que ya no están. ¿Qué implicaciones legales, éticas y sicológicas tiene este fenómeno?
Para algunas personas, cerrar el ciclo que es la vida y la muerte puede ser muy difícil. Es septiembre de 2020 y Joshua Barbeau, un escritor canadiense, todavía lamenta el fallecimiento de su prometida, Jessica Pereira, víctima de una rara enfermedad del hígado, ocho años antes.
Durante una madrugada en el otoño de ese año pandémico, encerrado en su apartamento en un sótano en el pueblo de Bradford, al norte de la ciudad de Toronto, Barbeau decidió utilizar una herramienta en línea que había encontrado un tiempo antes. Project December, un sitio web para crear chatbots a partir del empleo de inteligencia artificial generativa, podía ser un escape al dolor.
Con solo unos clics, Barbeau puso en marcha su propio chatbot, alimentado por conversaciones en línea con su prometida y, tras unos breves flashazos, la pantalla de su viejo ordenador Dell mostró este texto:
«Matrix JESSICA COURTNEY PEREIRA G3 inicializada.
«El humano escribe como “Joshua:”.
«El humano escribe primero:».
Joshua Barbeau escribió una pregunta: ¿Jessica?
Y comenzó así este diálogo:
—Jessica: Oh, debes estar despierto… eso es lindo.
—Joshua: Jessica… ¿De verdad eres tú?
—Jessica: ¡Por supuesto que soy yo! ¿Quién más podría ser? :P ¡Soy la chica de la que estás perdidamente enamorado! ;) ¿Cómo es posible que tengas que preguntar?
—Joshua: Moriste.
—Jessica: Eso no suena bien… ¿cómo puedes hablar con gente muerta?
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La historia que inicia este reportaje fue narrada en 2021 por el diario estadounidense The San Francisco Chronicle, a más de un año antes de la explosión de la inteligencia artificial generativa de la mano de OpenAI y su ChatGPT, a finales de 2022. Project December, por ese entonces, se promocionaba como un sitio web capaz de permitir a sus usuarios conversar con los ordenadores con un toque de «personalidad».
La idea que tuvo Joshua Barbeau de convertir su chatbot en una simulación de un ser querido fallecido la conoció el creador de Project December, Jason Rohrer, a través de un foro en Reddit. Rohrer se lo hizo saber entonces a un conocido suyo, el periodista Jason Fagone, quien escribió al respecto.
Y ese hecho inaudito hoy parece encaminarse por nuevos derroteros: el de la inteligencia artificial empleada para brindar «inmortalidad digital», un filón poco comentado que tiene muchas implicaciones, sobre todo morales, legales y afectivas.
Lo cierto es que, con los avances de la IA generativa a partir de ChatGPT 4 y otros usos de esta tecnología en términos de audio y video, no son pocas las empresas que buscan sacar rédito de la muerte a partir del dolor y el duelo de los vivos. Tal es el caso que, si usted abre ahora la web de Project December, es muy diferente a como lucía hace dos años. Su eslogan en la página de inicio lo dice todo: Simula a los muertos.
Project December permite crear bots conversacionales que simulan la personalidad de seres humanos fallecidos.
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Virtual Eternity, un proyecto de la empresa Intellitar, con sede en Scottsdale, Arizona, se lanzó en 2008 y utilizó imágenes y patrones de habla para simular la personalidad de un ser humano que podría, a lo mejor, remplazar a alguien en una reunión de negocios o charlar con seres queridos en duelo después de la muerte de una persona.
En un artículo para CNET, un crítico calificó a Intellitar como el producto «con más probabilidades de hacer llorar a los niños». Pero, poco después de que la empresa quebrara en 2012, su sitio web desapareció. LifeNaut, un proyecto respaldado por la organización transhumanista Terasem, que también es conocida por crear BINA48, una versión robótica de Bina Aspen, la esposa del fundador de Terasem, supuestamente combinará información genética y biométrica con flujos de datos personales para simular un ser humano, una vez que la tecnología lo permita. Pero el sitio web del proyecto se basa en un software Flash obsoleto, lo que indica que la verdadera promesa de la inmortalidad digital probablemente esté muy lejos y requerirá actualizaciones a lo largo del camino.
Con la IA generativa se especula que podríamos crear facsímiles de humanos aún más convincentes, incluidos los muertos. Pero esto requiere vastos recursos, no solo computacionales, sino otros, como energía, agua y materias primas, lo que apuntala como una locura el mantener chatbots de los muertos ante un planeta que se muere por el cambio climático. También tiene costos financieros astronómicos: el mantenimiento diario de ChatGPT supuestamente cuesta 700 000 dólares y llevará a OpenAI a la quiebra en 2024. Este no es un modelo sostenible para la inmortalidad.
También está la cuestión de quién debería tener la autoridad para crear estas réplicas de los vivos en primer lugar: ¿un familiar cercano, un empleador, una empresa? No todo el mundo querría rencarnarse en un chatbot.
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Rememory es un servicio ofrecido por Deepbrain AI, una empresa cuyo negocio principal incluye la creación de pantallas interactivas tipo «asistente virtual», además de presentadores de noticias generados por inteligencia artificial. La firma, con sede en Corea del Sur, ha combinado su experiencia en la creación de chatbots y videos generativos para ofrecer un nuevo producto.
«Por solo 10 000 dólares y unas pocas horas en un estudio, puedes crear un avatar tuyo que tu familia puede visitar (por un costo adicional) en una instalación externa». De eso va el servicio, según Endgadget.
Deepbrain AI tiene su sede en Corea y las tradiciones de duelo coreanas incluyen la «Jesa», una ceremonia de culto a los ancestros que encierra una visita anual al lugar de descanso de los difuntos. La empresa propone cambiar el cementerio por un cubículo con un avatar del ser querido fallecido.
Sin embargo, según admite la propia compañía, el servicio no pretende replicar una personalidad con «demasiada profundidad». Lo que realmente logra es un avatar con un estado de ánimo único. Michael Jung, líder de Estrategia y desarrollo empresarial de Deepbrain AI, dijo a Engadget: «Si quiero ser un Michael muy entretenido, entonces tengo que leer voces muy hiperactivas o voces entretenidas durante 300 líneas. Luego, cada vez que pregunte (al avatar) tendré respuestas de un Michael muy emocionado».
Rememory actualmente no trata de crear un verdadero facsímil de un ser humano, sino «algo» que pueda ser visitado ocasionalmente y con lo que se tendrán interacciones básicas.
Por otro lado, el servicio de HereAfter AI, basado en audio, intenta capturar un poco más de nuestra personalidad con una serie de preguntas. El resultado es un chatbot de audio con el que amigos y familiares pueden interactuar, y recibirán respuestas habladas con historias y anécdotas del pasado.
La principal preocupación, empero, no es si estas tecnologías crean un avatar realista o no: la IA se está moviendo a tal ritmo que sin duda mejorará y será capaz de lograrlo. Otras preguntas son acaso más acuciantes: ¿quién será el propietario de nuestro avatar una vez que ya no estemos? ¿Nuestros recuerdos y datos están seguros y protegidos? ¿Qué impacto puede tener todo esto en aquellos que dejamos atrás?
El «renacer» de los muertos a través de la IA revela las relaciones de poder, las infraestructuras y el trabajo en red detrás de todas las formas de producción digital. Podemos crear réplicas realistas de los muertos, pero estas dependen del trabajo de los vivos para persistir: como es el caso con los legados digitales en general, alguien tiene que pagar por los nombres de dominio, eliminar mensajes de spam, responder correos electrónicos, actualizar formatos o mover archivos de un disco duro a otro a medida que los sitios web y las empresas desaparecen. Para aquellos que se quedan atrás y deben cuidar indefinidamente de estas creaciones, los costos sicológicos pueden ser demasiado altos.