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Equipo UH++: talento incrementado

Los representantes de la Universidad de La Habana ante la final mundial de la Competición Internacional Universitaria ACM de Programación (ACM-ICPC),se preparan para el certamen a celebrarse en Oporto, en marzo de 2019

Autor:

José Manuel Pérez González

Cuando el 31 de marzo de 2019, en algún hotel de lujo de la ciudad portuguesa de Oporto, famosa por sus vinos y sus puentes, se inaugure la final mundial de la 43ra. edición de la Competición Internacional Universitaria ACM de Programación (ACM-ICPC), junto al nombre de las más prestigiosas y conocidas casas de altos estudios del mundo, se mencionará también a la Universidad de La Habana (UH).

No es la primera vez que tal cosa sucede, pero en este caso la hazaña se debe a la inteligencia y la dedicación casi monástica de tres jóvenes habaneros que han entregado cada minuto de lucidez de los últimos meses a prepararse para este certamen.

El templo —continuando con la analogía budista que bien se ajusta— de Yanoel Llano Boitel, de 24 años, Eloy Pérez Torres, de 23, y Alberto González Rosales, de 22, es la Facultad de Matemática y Computación de la UH, donde entrenan diariamente, acompañados de su profesor, un manzanillero elocuente, simpático y talentoso, que es uno de los símbolos de la facultad: Alfredo Somoza Moreno, con quien conversó recientemente JR.

Los tres muchachos y el docente integran el equipo UH++ que representará nuevamente a la Universidad habanera en la competencia que es, en el ámbito de la programación, como el Mundial para los amantes fútbol.

—¿Por qué el nombre de UH++?

—Viene inspirado en el lenguaje de programación C++. Este nace de un lenguaje denominado C, al cual se le incrementaron algunas cosas y, al resultado del incremento, igual que a las variables, se le llamó C++.

«Jugando un poco con eso y medio en broma, a uno de los integrantes de aquel primer equipo se le ocurrió la idea de llamarlo así y enseguida a otro de los tres le pareció muy adecuado. El nombre se quedó entonces. Hoy es ya una cuestión de tradición y UH++ es, por definición, el mejor de los equipos que representan a la Universidad de La Habana en estas competencias.

«El nombre tiene un sello de identidad y de prestigio que debemos preservar. Debe señalarse que casi todos los años UH++ se renueva, pues un participante puede asistir solo a dos finales mundiales durante su carrera».

—¿Cómo se hace la selección de los concursantes?

—Queremos que los equipos tengan un nivel adecuado para estas competencias, pero, salvo los primeros, los más destacados y en lo que ponemos un mayor empeño en que estén representados los mejores estudiantes, a partir de determinado momento dejamos que los muchachos se unan por fraternidad. No creo que deban ser grandes amigos para esto, pero está claro que deben llevarse bien.

«Hay equipos que funcionan perfectamente sin que ninguno de sus miembros esté en los primeros puestos en cuanto a desempeño académico; también se ha dado el caso de que ha habido equipos formados por tres de los mejores estudiantes de la facultad y no ha existido la química necesaria entre ellos para sacar el provecho esperado, por tanto, no ha   dado resultado».

—La programación tiene como uno de sus estereotipos la imagen del hombre solitario frente a la máquina. Sin embargo, la competencia promueve el trabajo en equipo. ¿Cómo funciona un equipo en este certamen?

—El hecho de promover el trabajo colegiado es muy positivo. Debe señalarse que solo se cuenta con una computadora por equipo, o sea, los tres miembros debemos trabajar con la misma y, a partir de ahí, surgen dinámicas particulares para administrar el tiempo del que se dispone. El buen trabajo solo se logra con mucha preparación previa.

—¿Se reparten roles o cada cual aporta lo que puede?

—Siempre intentamos buscar un consenso sobre qué camino seguir cuando estamos frente a un problema. El voto de la mayoría decide. Pero eso podemos hacerlo después de enfrentarnos a muchísimos concursos, porque nos da la posibilidad de conocer las situaciones probables ante las cuales podríamos estar y, a partir de ellas, generar los protocolos para solucionarlas.

Alfredo Somoza Moreno considera que ya  hay motivos para que el equipo se sienta orgulloso.

«Hay una antigua frase, que estaba esculpida en el frontispicio del Oráculo de Apolo en Delfos, que dice: Conócete a ti mismo. Puede parecer sencillo y manido, pero va mucho en ello y en nuestro caso la cuestión es más compleja, porque se trata de conocernos como equipo. ¿Cómo funcionamos mejor? Para dar con la clave se necesita flexibilidad, tolerancia, confianza y mucho tiempo compitiendo juntos».

Cuba es un país tecnológicamente atrasado si se compara con Rusia, China, Estados Unidos, que son los líderes habituales en estas competencias. Sin embargo, nuestra Universidad ha logrado muy buenas posiciones, incluso frente a representantes de estos países. ¿Cómo se explica esa paradoja?

—Las carencias tecnológicas son un lastre, por supuesto, y sería todo mucho mejor si no tuviéramos que preocuparnos por esos problemas. Pero, por suerte, como alguien dijo, el talento está más o menos equitativamente repartido en el mundo. Hay que ver qué se hace con ese talento y nosotros hemos logrado algunas cosas porque, sin dudas, también lo tenemos.

«Debe señalarse que si, además, la preparación comenzara antes, en tiempos de primaria o secundaria, el talento natural rendiría muchos mejores frutos. El mejor de nuestros estudiantes se encuentra con estos temas casi siempre en el preuniversitario y, en menor cantidad de casos, en secundaria. Varios lo descubren en la misma universidad donde el tiempo que deja la carrera para estudiar sobre eso es poco, porque el nivel de exigencia en las clases regulares es ya bastante alto.

«Resumiendo: talento, en Cuba, sí hay; pero quizá la clave esté en comenzar con la preparación que este tipo de concurso exige desde antes».

¿Piensan que alguna vez podrán alcanzar el primer lugar en la competencia?

—Recuerdo que en los primeros años alguien me preguntó cuál era nuestra meta. La respuesta fue: «El sueño es ubicarnos entre los primeros 50». «¿Qué es eso? ¿Entre los primeros 50? ¿Ustedes no piensan ganar?». «No» —le dije—. «¿Pero, no eres optimista?» —volvió a preguntarme—. «Sí, por supuesto, pero con los pies en la tierra». Nosotros podemos soñar con el cielo y eso está bien, lo que no es sensato es hacerlo alejado de la realidad.

«Estar en la final mundial es extremadamente difícil y ya es un premio en sí. El hecho de que, de más de mil universidades que se presentan a las diferentes etapas del concurso, una de las 130 en llegar a la final mundial sea la nuestra, es algo para sentirse orgullosos.

«No aspiramos a ganar, pero cada vez vamos teniendo una actuación más decorosa. Después de cinco años de participación, en la edición del año pasado pudimos colocarnos entre los primeros 50, exactamente en el lugar 44, y fuimos el equipo campeón de Latinoamérica».

¿Cuál es la meta este año?

—Siendo realistas, la meta este año es proponernos la segunda mejor actuación histórica, o sea, estaríamos felices si quedamos entre los primeros 70. También intentaremos ser los campeones de Latinoamérica o, al menos, estar entre los primeros equipos de la región. Si superamos eso, pues muy bien.

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