Los vehículos autónomos constituyen el siguiente gran paso para la industria automotriz, que ha encontrado en las Tecnologías de la Información y la Comunicación un puente de desarrollo
El puerto de Róterdam, en Holanda, recibió hace dos semanas una docena de camiones que llegaron en caravana luego de recorrer más de 2 000 kilómetros por cuatro países de Europa. Para ser el puerto más grande del Viejo Continente, con 105 kilómetros cuadrados de superficie, la llegada de esta caravana no habría supuesto nada en particular, excepto por su principal característica: los camiones se manejaban solos.
Los vehículos autónomos constituyen el siguiente gran paso para la industria automotriz, que ha encontrado en las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) un puente de desarrollo.
Y es que los vehículos modernos, cualquiera sea su tamaño, han alcanzado un pico de progreso que solo varía en cosméticos cambios de modelo, de un año a otro. Mecánicamente, la industria tiene poco que aportar. Los autos van del punto A al punto B con una velocidad y un confort excelentes, y características como los asistentes de parqueo o la incorporación de sistemas de posicionamiento global (el famoso GPS), ya son muy «comunes» en la industria.
Así, parece haber llegado la hora de comenzar a pensar un futuro en el que manejar no sea necesario, y donde los vehículos incorporen una serie de facilidades jamás vistas, todo gracias al desarrollo de la informática.
La autonomía del transporte terrestre abarca hoy todos los equipos: bicicletas, carros, camiones, tractores. Cualquier cosa con ruedas puede ser automatizada y conectada para su desplazamiento.
La transportación de mercancías en camiones sin conductores se prueba actualmente en Europa. Foto: EurotruckPlatoonin
Detrás de esas iniciativas están los pesos pesados de las TIC y la industria automotriz. Google, Ford, Apple, Toyota, Baidu, BMW, son empresas que se entremezclan y asocian para hacer realidad la conducción sin choferes, entre otros incentivos, algo que solo hemos visto hasta ahora en las películas de ciencia ficción.
Uno de los que más ha avanzado en este campo es Google, empresa que durante el último lustro ha hecho rodar centenares de vehículos autónomos en los estados de Nevada y California, en Estados Unidos, y más recientemente introdujo en Holanda bicicletas que se manejan a sí mismas.
Un video publicado en la página oficial de Google Plus sobre el proyecto de vehículos autónomos, explica que las bicicletas están disponibles para ser usadas en la ciudad de Ámsterdam, y son capaces de llevar a sus usuarios al lugar que deseen. ¿Por qué Holanda para este proyecto? La respuesta es sencilla: es en este país donde más se monta bicicleta. El promedio por persona es de casi 900 kilómetros anuales, indican directivos de Google.
Matthew Feigal, un ingeniero holandés que trabaja en el gigante de Internet, afirma en el mencionado video que «le enseñamos a nuestra bicicleta automática que sepa dónde está, qué está alrededor de ella, qué es lo siguiente que va a pasar y cómo debe reaccionar».
Para lograrlo utilizaron la experiencia de Google con los autos inteligentes. En ambos casos, los vehículos están equipados con sensores capaces de leer e interpretar el mundo a su alrededor mediante un software especial, cuyo cimiento incorpora la enorme base de datos de Google en las herramientas Mapas y Vista de Calle (Street View).
Luego, el programa informático que controla el vehículo imita el comportamiento de los humanos al conducir, donde son muchos los factores a tomar en cuenta. Más allá de mapas incorporados, los sensores con que cuentan los vehículos son capaces de leer señales hechas con la mano por otros conductores, se detienen ante un peatón imprudente que cruza la calle, sortean obstáculos —como brigadas que realizan trabajos en la vía— y, en el caso de las bicis, están equipadas con un compensador de equilibrio para evitar que se caigan. Si se inclina mucho a la derecha, por ejemplo, la bicicleta retoma su posición vertical de forma automática.
Además, los impulsores de este proyecto crearon una aplicación de dispositivos móviles mediante la cual se puede «llamar» a la bicicleta para que esta venga sola hasta donde está su conductor, experiencia que es aplicable a los autos. Aunque, en estos casos, ya no estaríamos hablando de conductores, sino de pasajeros, ¿verdad?
A inicios de este año, en la Feria Electrónica de Consumo (CES, por sus siglas en inglés), celebrada en Las Vegas, Estados Unidos, fueron varios los anuncios relacionados con la informatización de los autos y lo que podrían hacer sus pasajeros.
En este sentido, Ford dio a conocer una alianza con Amazon para permitir que las personas conecten sus autos a redes domésticas. El objetivo es permitir a los conductores controlar aspectos relacionados con sus viviendas, como sistemas de temperatura o vigilancia. El sistema incorpora la detección de voz para que los usuarios puedan encender o apagar el auto, bloquear sus puertas, o comprobar el nivel de combustible del que disponen, entre otras prestaciones.
El software de Ford se llama Smart Device Link (SDL), y sería incorporado próximamente por otras marcas de autos, como Peugeot, Honda, Subaru y Mazda. El SDL es una alternativa al software de Google.
Además de la conectividad, los vehículos en sí mismos vendrían equipados para que los pasajeros realicen varias actividades. Volvo, por ejemplo, mostró su Concept 26, un auto pensado para que el usuario pueda trabajar mientras se transporta, duerma o se entretenga de diversas maneras.
Sin renunciar a equipar el auto con un volante, palanca de velocidades y pedales —muchos autos de Google y Apple carecen de ello—, Volvo creó un interior para su vehículo con asientos totalmente modificables que permiten trabajar o dormir.
La página web del Concept 26 explica que agregaron pantallas de hasta 25 pulgadas para contenidos multimedia, navegación en línea o trabajo a distancia. Todas estas opciones están destinadas a que el pasajero aproveche el tiempo de la mejor manera posible.
Sin duda, el futuro de la conducción autónoma está ligado de forma indisoluble a la informática. Los más optimistas auguran que la producción masiva de estos vehículos iniciaría en menos de cinco años, una afirmación que choca con las legislaciones vigentes en cada nación, las cuales no contemplan autos sin choferes.
Los creadores de los vehículos autónomos coinciden al describir las ventajas de sus modelos, que son más fiables que los humanos. Alegan que el software carece de «irresponsabilidad», y nunca estaría «ebrio o soñoliento».
Empero, no están exentos de accidentes. Han sido pocos, pero fallos en la forma de «juzgar» las situaciones enfrentadas por los vehículos han provocado alguna que otra colisión, aunque nadie ha resultado herido.
Por el momento, las pruebas continuarán en todo el planeta, una tendencia que parece ser definitiva. Mientras en Europa ruedan camiones y bicicletas automáticas, en Estados Unidos lo hacen los autos. Japón no quiere quedarse detrás, y ya anunció la puesta en marcha de una compañía de taxis robóticos en la prefectura de Kanagawa, al sur de Tokio. Quién sabe, a lo mejor la realidad de las películas de ciencia ficción está a la vuelta de la esquina.