Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

¿La nueva escolástica digital?

El síndrome del corta y pega digital podría formar a una generación con conocimientos repetitivos y poca creatividad a la hora de aplicarlos

Autor:

Amaury E. del Valle

Múltiples inquietudes y opiniones generó el trabajo publicado en esta misma sección la pasada semana sobre el llamado «Síndrome del corta y pega», que parece estarse extendiendo entre las nuevas generaciones a pasos agigantados.

Profesores, padres, estudiantes e incluso personas de otras realidades ajenas a Cuba escribieron a JR para expresar sus puntos de vista, en los cuales muchas veces prima la idea de que ciertamente el facilismo y el plagio es culpa por igual de alumnos, progenitores y maestros.

Sin embargo, la realidad es que a pesar de la conciencia que pueda existir sobre lo peligroso del fenómeno, en especial de cara al futuro, cada día me salen al paso nuevas situaciones que a veces lo llevan a uno a pensar si no estamos asistiendo al resurgir en la educación de una nueva escolástica, esta vez cimentada en la supuesta infalibilidad del mundo virtual.

Generación «copiar y pegar»

Copiar sin siquiera analizar lo que se está pegando en la pantalla en blanco es quizá el ejemplo más burdo del corta y pega, si bien existen otras modalidades más «sofisticadas», pero igualmente dañinas.

En un interesante trabajo publicado en el sitio www.cibersociedad.net por el profesor Luis Deltell Escolar, titulado Ciber-plagio académico: la generación «copiar y pegar», este asegura que en un experimento con sus alumnos encontró al menos tres formas convencionales de plagio en los trabajos de clase.

La primera es la de aquellos que calcan textualmente, incluyendo hasta citas, fotos y pie de fotos. Otros en cambio son más sofisticados, pero igualmente fáciles de desenmascarar, pues proporcionan una cantidad de datos, fechas y bibliografía muy superior a lo habitual y a las posibilidades de un alumno normal.

Y están los más «inteligentes», quienes retocan los textos, incluyendo adjetivos, oraciones completas, y copiando y pegando de varias fuentes, algunas de las cuales a veces entran en contradicción entre sí.

Este último caso, por cierto uno de los que más me he encontrado también en mi labor profesoral, se sienta en las supuestas bases de que en Internet está todo, y lo que se diga allí es infalible.

Sobre los garrafales errores que de esta percepción se derivan se podrían escribir varios libros o cientos de páginas web, ya que van desde datos históricos incorrectos, enfoques políticos, sociales y culturales errados, hasta quienes discuten una simple falta ortográfica, «porque así está en Internet».

Lo curioso es que en la mayoría de los casos los entuertos vienen precisamente por violar un principio básico de la búsqueda del conocimiento, que es no creer en la verdad absoluta, y contentarse con el facilismo de buscar en una o dos páginas web, casi siempre las que primero salen en buscadores como Google o Yahoo!, sin fijarse en la autoridad o sapiencia que sobre el tema pueda tener el autor o sitio.

Paradójicamente muchas personas, incluyendo padres y hasta profesores, confunden la búsqueda y copia de textos encontrados en la web con un método de estudio, sin detenerse a pensar que en la mayoría de los casos se trata de burdos plagios, y pocas veces hay una lectura y contrastación de diversas fuentes, no ya tan siquiera por el alumno, sino por el mismo papá o mamá que le está ayudando.

Memorística medieval virtual

El corta y pega digital no es un mal inevitable, como aseguran muchos de los que escribieron a raíz de la primera parte de este trabajo. Tampoco se trata de negar las inmensas bondades de Internet, pues sería algo así como oponernos al fuego o a la rueda.

Lo que debe tenerse en cuenta es que empastar trabajos y hasta exámenes con ideas de otros tomadas al vuelo desde la web puede ser un fácil camino a una especie de nueva memorística que mucho recuerda a la antigua escolástica medieval.

Si en ello tienen responsabilidad padres y alumnos, también los profesores deben poner una buena dosis de creatividad y empeño en evitar métodos y trabajos que tiendan a la «copiadera» virtual.

Según un trabajo publicado por el Doctor Miguel Marín Díaz, titulado Copiar y pegar, la nueva forma del plagio en la Universidad, y referenciado por la profesora Josefina R. Acosta, en su texto Para evitar «copiar y pegar», publicado en la revista Eureka, es relativamente fácil darse cuenta cuando se está delante de un plagio, pues los trabajos «dan más información de la solicitada, revelan un nivel de conocimiento superior al esperado o están escritos en un lenguaje y estilo diferentes al habitual del estudiante».

La profesora llama por ello a adoptar técnicas creativas por parte de los docentes, como elaborar resúmenes a partir de contenidos previamente entregados, enseñar a subrayar y extraer ideas esenciales o elaborar comentarios propios, entre otras alternativas más educativas que los simples trabajos de clase.

O sea, que el docente no puede contentarse solo con «castigar» con una mala nota estas nuevas modalidades de fraude, sino que debe ir más allá, propiciando evaluaciones que no tiendan a recibir meras repeticiones escritas o verbales, sino que despierten la creatividad de los alumnos.

Aprender sin absurdos

Es imprescindible que los profesores estén cada vez más sumidos en el mundo digital, como otra forma de prepararse para darse cuenta de cuándo, como dice el refrán, le están pasando gato por liebre.

En ello todavía queda un largo trecho por andar, pues si bien todas las universidades cubanas ya están conectadas a la red, aunque la densidad de máquinas por alumno es todavía muy baja, la situación no es igual en los niveles inferiores, fundamentalmente en primaria, secundaria y preuniversitario.

Datos ofrecidos en enero de este año a la agencia de noticias Prensa Latina, publicados en el portal www.cubasi.cu, indicaban que apenas estaban conectados 356 centros educativos (de los más de 10 600 existentes), según el director nacional de Informática Educativa del Ministerio de Educación de Cuba, Iván Barreto.

Esa cifra, que se ha incrementado hasta la fecha a 538 centros según datos de la Red de Informática del Ministerio de Educación (Rimed), evidencia que todavía no es muy extensa la posibilidad de acceder a materiales actualizados y fiables en soporte digital, más allá del software educativo, no solo para los alumnos, que apenas van a recibir clases en los laboratorios de computación, sino para los profesores que deben usarlos en su preparación.

A pesar de esto existen otras alternativas muy loables, como la versión portable de la página www.cubaeduca.cu, que reúne contenidos y sugerencias para los diferentes niveles de enseñanza, o de la Enciclopedia Virtual Colaborativa Cubana EcuRed, que puede descargarse en cualquier Joven Club, herramientas que muchas veces son desconocidas por docentes, alumnos y padres.

Un mayor acceso a las redes informáticas es imprescindible para la preparación de quienes están frente a un aula, pero tampoco podemos esperar que el profesorado intente competir con Internet, dedicándose a «googlear» cada trabajo que le entregan.

Se impone rescatar métodos evaluativos más creativos, que hagan al estudiante esforzarse por apropiarse del conocimiento en la web, bibliotecas, libros y hasta de la prensa, y desechar el facilismo del corta y pega virtual, o de la memorización sin análisis de lo extraído del mundo virtual.

No andaba tan errado uno de los padres del pensamiento cubano, Félix Varela, cuando hace casi dos siglos, sin saber que su frase sería cortada y pegada más de 220 000 veces, según una reciente búsqueda en Google, aseguró: «Aprender de memoria es el mayor de los absurdos, pues si falla la memoria falla todo lo estudiado, por ello la constancia en el estudio consolida los conocimientos».

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.