¿Podrá el Gobierno de Estados Unidos continuar imponiendo el cierre de cualquier sitio, congelar sus cuentas y eliminar material privado, incluso antes de que se celebre juicio?
La Internet continúa sacudida por un escándalo tras otro. Todavía no se han apagado los ecos de las amenazas que representan los proyectos de ley SOPA y PIPA, y ya la gran red se ha visto sacudida por el estrepitoso cierre de Megaupload, que hasta hace solo unos días era uno de los sitios web más visitados del mundo.
Megaupload fue un gran portal de servicio de alojamiento de archivos, fundado el 21 de marzo de 2005 por Megaupload Limited, en Hong Kong. Desde el pasado 20 de enero se encuentra inhabilitado por el FBI estadounidense por supuesta infracción de derechos de autor.
Ese día, según Wikipedia, el multimillonario propietario del sitio, Kim «Dotcom» Schmitz, fue detenido en su residencia de Nueva Zelanda junto a tres de sus colaboradores.
La detención de los implicados tuvo lugar durante una acción policial tipo película, en la que participaron 76 agentes armados, con apoyo logístico desde helicópteros. Medios de prensa reportaron que Kim Schmitz incluso se encerró con una escopeta cargada en una «bóveda de pánico», que debió ser forzada por la policía para poder detenerlo.
En ese momento también se clausuró su portal virtual de descargas, que incluía 18 sitios de megavideo.com y megaporn.com.
Porque uno de los sellos de esta nueva cruzada internacional, supuestamente dirigida contra la piratería, es que otra vez se organiza y dirige desde Estados Unidos, aunque el sitio esté oficialmente alojado en otro país. Todo el mundo sabe o supone lo poderosa que es la industria del entretenimiento en Estados Unidos, llámese cine, música, juegos… pero también es conocida la capacidad del Gobierno de ese país y su afán de amedrentar y regir al mundo entero a partir de sus propios cánones.
El pasado viernes la Oficina del Fiscal de Estados Unidos había presentado una orden a Carpathia Hosting Inc. y Cogent Communications Group Inc., dos empresas de hosting u hospederas contratadas por Megaupload, para eliminar los datos en los servidores de la compañía a partir del siguiente jueves.
Con sus cuentas congeladas por el Gobierno norteamericano, Megaupload tampoco podrá asumir los pagos por los servicios de Carpathia y Cogent. Ira Rothken, abogado de Megaupload, se encuentra en tratos con la Fiscalía para intentar parar un proceso que afectaría a unos 50 millones de usuarios y eliminaría datos importantes para el proceso judicial al que deben enfrentarse en los próximos meses.
El abogado informó este martes que las Carpathia y Cogent conservarán durante al menos dos semanas más los datos de los usuarios, mientras sigue curso el caso abierto en Estados Unidos.
Diferente a otros casos de intercambio de archivos que se han cursado en el mundo mediante causas civiles, el requerimiento contra Megaupload tiene carácter penal, porque el FBI asegura tener pruebas de que los responsables del sitio también se han dedicado al lavado de dinero y conspiraron además para perpetrar delitos.
Debido a la inseguridad que genera, la medida aboca una crisis a la tecnología de «la nube», que se viene abriendo paso desde hace un par de años. Este cierre de Megaupload lleva a empresas y a particulares a preguntarse si es posible confiar en que los archivos almacenados en «la nube» no desaparecerán algún día, como resultado de actos de terceros.
Diario TI recuerda que ningún tribunal ha sentenciado a los responsables de Megaupload por cometer actos ilícitos. Aun así, todas las cuentas serían borradas sin hacer distinción entre los millones de usuarios y el material que han almacenado. En un procedimiento sin precedentes, se borrarían indistintamente archivos pirateados y también legítimos entregados en custodia por sus propietarios.
Los abogados de Kim «Dotcom» Schmitz han señalado que para Megaupload era imposible controlar el material subido o descargado desde su sitio. Ira Rothken, defensor de los acusados, declaró a Ars Technica que la argumentación de las autoridades carece de fundamento jurídico: «Se comportan como extremistas de los derechos de autor, cuando sin previo aviso clausuran uno de los principales servicios mundiales de almacenamiento en la red, sin siquiera dar a los implicados la posibilidad de declarar primero ante un tribunal», y se defendió utilizando como escudo al gigante estadounidense Google y su gran descargador de videos: «Megaupload hace lo mismo que YouTube: Todos los cargos que se instruyan contra nosotros deben ser también presentados contra YouTube».
Es la misma argumentación que ofrecieron los abogados de The Pirate Bay (TPB) cuando en 2010 declararon que lo que hicieron sus defendidos no era más criminal que lo que hacen sitios como Facebook y Twitter. Por cierto, este miércoles se conoció que los creadores de TPB fueron finalmente enviados a prisión y obligados a pagar millonarias multas.
Rothken confía en ganar al menos en lo que se refiere a los cargos de complicidad en intercambio ilegal de archivos. Pero este caso no se parece a ninguno anterior, porque se dice que Megaupload tiene la agravante de que fue concebida como un cartel mafioso, que ha ganado enormes sumas sobre la base de la buena fe de los usuarios.
De todas formas muchos se preguntan si se puede llamar justicia a esta forma de actuar, aplicando medidas de fuerza antes de un juicio. Porque si Megaupload resultara inocente, ¿cómo se restauraría el daño causado a los usuarios y a la compañía? ¿Se estarán haciendo copias de seguridad de todo el contenido? ¿Qué responsabilidad legal tendrán Carpathia y Cogent por alojar en sus servidores archivos protegidos? ¿Podrá el Gobierno de Estados Unidos decretar el cierre de cualquier sitio, congelar sus cuentas y procesar a sus creadores a su arbitrio, medidas todas que ya implican algún tipo de sanción?
Por el momento parece que hay mucha gente nerviosa entre la que vive de regalar e intercambiar materiales en la red, sobre todo multimedia.
El grupo internacional de hackers Anonymous atacó entre otros el sitio web del Departamento de Justicia de los Estados Unidos y el de la productora cinematográfica Universal.
Según la publicación Techcrunch, lo mejor que pueden hacer los servicios de intercambio es «no caer en el radar de las autoridades estadounidenses o de la industria estadounidense del entretenimiento». Y entonces, como si fuera en voz baja: «Megaupload, con su excéntrico director, quizá llamó la atención más de la cuenta».
Además de llamar bastante la atención, también existe consenso en que Megaupload no se distanció claramente del intercambio ilegal de archivos e ignoró solicitudes de eliminar material pirateado, que de manera constante le enviaban los titulares de los derechos.
Después de leer sobre cómo vivía Kim «Dotcom» Schmitz, de 38 años y nacido en Alemania, a quien los medios de prensa le cayeron encima a partir de su detención, se tiene la impresión de que quienes lo calificaron de excéntrico tenían bastantes deseos de ayudarlo, o de que para dar un escarmiento las autoridades de Estados Unidos escogieron bien a la «víctima».
Dotcom y todos sus colaboradores fueron acusados por un jurado de Virginia, Estados Unidos, el pasado 5 de enero, por diferentes delitos de conspiración de crimen organizado, conspiración para cometer una infracción de derechos de autor y conspiración para lavar dinero. En la red se han publicado informaciones que lo asocian a anteriores delitos y procesos judiciales como estafador y hacker inescrupuloso.
Esta vez la policía le decomisó 50 millones de dólares y 15 coches de lujo, que tenían en sus placas palabras egocéntricas como Bueno, Dios, Malvado, CEO, Mafia y Drogado, entre otras. Se mostraba como un amante de yates, aviones privados y modelos de Playboy, y le fascinaba viajar a lugares exóticos.
Su mansión, que vista desde el aire más parece un municipio, cuenta con un jardín en forma de laberinto, dos albercas, dos canchas de tenis y dos réplicas de grandes jirafas: una café y otra albina. Participaba en largas carreras de automovilismo y en una ocasión, manejando un Mercedes, fue el ganador. Ese coche estaba equipado con 16 líneas telefónicas, cámaras de video, una pantalla plana, TV en todos los asientos y DVD.
Los que lo conocen aseguran que Kim «Dotcom» Schmitz siempre tuvo un perfil fuera de lo normal. El próximo 22 de febrero se decidirá si será extraditado a los Estados Unidos, donde podría enfrentar condena de hasta 50 años.