La manipulación digital de imágenes, al punto de distorsionar la realidad, se ha convertido en una práctica cotidiana en el mundo de la publicidad, pero también entre la gente común
Ni pestañas o uñas postizas. Tampoco tanto maquillaje o costosas operaciones estéticas. Ahora los modernos maquillistas saben más de computación que de colores, y los cirujanos virtuales llevan un mouse y operan sobre la pantalla, sin necesidad de ensuciarse las manos.
Así son las nuevas tendencias impuestas en el mundo de la moda por el uso de la tecnología para modificar cuerpos y rostros, cuyo más reciente escándalo ha involucrado a la modelo Filippa Hamilton y a la prestigiosa firma de ropa Ralph Laurent.
Una imagen de la top model para la publicidad de sus jeans Blue Label fue tan modificada por los diseñadores de la marca, que lograron que la cabeza fuera más grande que la pelvis, y que hasta asociaciones de consumidores de varios países protestaran ante la modificación burda y malintencionada de la imagen.
La modelo, de 23 años, que trabajó desde los 16 para la reconocida marca y fue además la imagen oficial del perfume Romance de la misma firma, fue expulsada por presentar sobrepeso, aunque los voceros de Ralph Laurent se disculparon por «pasarse con el Photoshop». Filippa Hamilton demandó a sus ex patronos por considerar injusta la manera en que la echaron.
El hecho ha reavivado las preocupaciones por el uso desmedido de herramientas informáticas para distorsionar la realidad, una práctica en extensión y con consecuencias que ya traspasan el mundo de la moda.
Modelos que parecen más altas o delgadas, presentadoras sin arrugas a pesar de doblar los cincuenta años, artistas con cuerpos esculturales y hasta cantantes como Beyoncé, que lucen más «blancas» de lo real...
Estas y otras situaciones son ya tan cotidianas, que para muchos tropezarse con un artista o modelo famoso en la calle y no reconocerlo es explicable, debido a la cantidad de retoques y afeites que lucen en escena.
La manipulación de imágenes no es nada nuevo, y para ello existen múltiples programas informáticos, entre los cuales quizá el más famoso sea Photoshop, que tiene muchos años en el mercado y varias versiones renovadas, cada vez con más utilidades.
Pero los excesos en los retoques de imágenes se han vuelto tan preocupantes que hasta algunos parlamentarios franceses propusieron una ley para luchar contra lo que consideran una imagen deformada de los cuerpos de las mujeres en los medios de comunicación. A esta iniciativa se sumaron también otros legisladores británicos, con un pedido muy similar; e incluso han surgido voces criticando esta práctica en países como Alemania y Estados Unidos.
Los críticos de la situación denuncian con razón lo que consideran una «tóxica influencia» de las campañas publicitarias en niños y jóvenes, quienes influenciados por esta aplican casi cualquier método para lucir imágenes tan esculturales como las que aparecen en las revistas y publicidades, sin detenerse a pensar que muchas son fruto de retoques en pantalla y no de la realidad.
Los escándalos han involucrado desde publicaciones como la revista GQ, a quien la actriz Kate Winslet (protagonista de la película Titanic) denunció por aplicar Photoshop a sus fotos para adelgazarla, pasando por pestañas postizas que en cierta ocasión le pusieron a la española Penélope Cruz, los colores distorsionados de Eva Mendes en anuncios de Calvin Klein, los pantalones que se le «perdieron» a Brad Pitt en la publicidad de los jeans Edwin, o el «aclaramiento» de la piel a Beyoncé en la publicidad de los cosméticos L´Oreal.
Incluso la multinacional Microsoft tuvo lo suyo cuando sustituyó a un hombre negro en una imagen publicitaria destinada a promover sus productos en Polonia. La manipulación en este caso fue tan burda, que lo único que cambiaron en la imagen fue el rostro de la persona, poniendo uno blanco... pero dejaron sus manos de otro color.
El mismo mundo de la publicidad está dividido, en cuanto al uso o no del retoque fotográfico, y especialmente la necesidad de hacerlo sin distorsionar la imagen que se presenta.
En un artículo publicado por el sitio lostiempos.com, el fotógrafo publicitario Leonardo Ville reconoció que si bien Photoshop «es una herramienta necesaria para la edición de fotografías y útil para corregir cicatrices, lunares o pequeñas imperfecciones en una imagen, también se utiliza para respingar narices, estirar piernas y alterar considerablemente la fisonomía de las personas, al extremo de que resultan irreconocibles y se tiene que buscar el nombre en la publicación para ubicar quién es, aunque sea muy conocida.
«Puede resultar simpático y hasta divertido, pero en realidad estamos deformando el verdadero rostro de la persona y estamos mostrando una mentira», opinó Ville.
Otros expertos en el tema agregan que los retoques siempre se hicieron, pues años atrás se «dibujaba» sobre los negativos para suavizar la piel. «Actualmente personas muy mayores que nunca han visto el programa (Photoshop) piden que lo utilicemos para quitarles las arrugas, las papadas y la gordura», comentó David Grunbaum, propietario del estudio fotográfico boliviano Relieve.
Otros prefieren ver en el tema un fenómeno social, como el fotógrafo Paulo Aliaga, para quien los retoques no son más que el resultado de «las demandas y presiones que hace la sociedad y que está llevando a muchas personas a buscar una solución en el retoque de sus imágenes».
Detrás de todo, opinan los fotógrafos, están los diseñadores, en manos de quienes está darle el «toque» final a cada imagen; mientras estos se defienden alegando que al final son los editores y los dueños de los productos quienes exigen el estilo que desean.
Así, muchas de las herramientas aplicadas para los retoques logran a veces efectos contrarios, como perder la tonalidad natural de la piel, del color de los ojos y hasta la iluminación correcta de la escena, detalles que ante el abuso de la fotografía digital, y la certeza de que el retoque corregirá esos posibles defectos, a veces son descuidados de antemano por los mismos fotógrafos.
«Cuando se empezó a utilizar el retocado digital, cualquier fotógrafo te daba colores más pintudos, pero eso no puede competir con una fotografía bien iluminada, que crea luces y sombras. Esa es la real protección del que estudió fotografía, porque con retoques puedes aclarar y oscurecer, pero no puedes crear sombras. Si lo intentas, todo te puede salir plano», aseguró Ville.
Si las demandas judiciales por las cuestionadas manipulaciones se han vuelto cada vez más frecuentes y la polémica se ha avivado al punto de que ya se esté pensando en leyes al respecto en varios países, la extensión de las herramientas fuera de los ámbitos profesionales ha universalizado la práctica de maquillar con el mouse.
Muchas son las personas que se quitan años y libras antes de colgar sus fotos en redes sociales como Youtube, MySpace o Facebook, e incluso lo hacen hasta para poner una simple imagen que los identifique en el chat o el correo electrónico.
También gracias a la manipulación ha surgido una «industria» fotográfica del retoque, y los niños piden aparecer en las fotos de cumpleaños junto a personajes de dibujos animados como Shrek, la Sirenita, Pocahontas, el Rey León y otros más.
Hasta las quinceañeras quieren lucir sus mejores galas en fotos que guardarán para los nietos, quienes quizá se asombren de los senos que tenían las abuelitas con esa edad, la limpieza de la piel o se pregunten dónde y cómo conoció a actores como Leonardo Di Caprio para aparecer besándose con él en su álbum.
Cuba no escapa a estas prácticas, utilizadas incluso por profesionales de la fotografía, quienes muchas veces pierden el sentido de la realidad, entusiasmados con las posibilidades que da el ámbito digital, sin detenerse a pensar dónde está el límite exacto entre retocar una imagen o distorsionarla.
Pocos son ya los que creen en la veracidad de lo que ven en revistas, publicidad y hasta en el mismo Internet, donde a lo mejor la chica linda en una foto tiene en realidad algunas libras de más o de menos y ciertos aritos en los dientes.