JR comparte con los lectores versos de los poetas cubanos José Alberto Velázquez y Lionel Valdivia
José Alberto Velázquez (Las Tunas, 1978). Poeta y narrador. Miembro de la AHS. Egresado del Centro Onelio Jorge Cardoso. Ha publicado los poemarios Yo desierto (Ed. Holguín, 2006), En busca del cielo perdido (Ed. Sanlope, 2006) y La burbuja heroica (Ed. Orto, 2012), al cual pertenecen estos poemas.
Tímido mi sueño: mi cuchillo percibe donde sea la fuga, degollina, sobrecogimiento. Se fue. Quién se ha ido: Nadie. Cuando ustedes jugaban vencedores o vencidos,
mil mujeres sentían (ah, ah, ah) lo que es bueno.
Y con el arrebato de la seminal luna se nace, signado por el Sexo y la Miseria y la obstinada fe en el que venció muriendo. Lento suicidio de tabaco, bocanadas versiculares: oscuridad: resurrección —si todo resulta como me han dicho en la (asumida) Escuela Dominical.
Entonces —y como siempre— seremos de dos la más fea: Marcha de buscar, vocecilla impostada: te lo doy, dame qué, uji uji (onomatopeya de bullicio, en fin).
En breves oraciones no se puede describir la nada.
Da igual: tengamos fe en quien murió venciendo.
“Así, tranquilo, ser como un insecto que siempre ignora cuándo y quién lo aplasta y existe antes y luego, nunca y hasta su advocación. Tranquilo tú, perfecto; cuidado con el mínimo dialecto; la forma en que maldices, porque basta de glorias y su música nefasta.
Basta de signos de tu mundo infecto.
Descansa un poco. Mi puñal te arrulla.
Patria es lugar en donde dos se amaron
(o el sitio en que a tus grandes impregnaron).
Tranquilo: duerme: escapa de la bulla.
No se salvaron los que se salvaron.
No eres héroe ni mártir. Aleluya”.
Lionel Valdivia (Camagüey, 1975). Poeta, narrador, ensayista. Licenciado en Cultura Física. Máster en Cultura Latinomericana. Ha publicado los poemarios Travesía hacia el naufragio (Ed. Ácana, 2002), Desde los puentes (Ed. El mar y la montaña, 2006) y Los puertos del silencio (Ed. Matanzas, 2008); el libro de cuentos Insinuaciones del castrado (Ed. Ácana, 2005) y el ensayo La permanencia del viajero (Ed. Ácana, 2012).
Poemas del libro inédito Las oscuras piedras
IX
¿Cómo fue que descubriste el país probable,
su férreo molde de agua y prisas,
su espinazo que es el tuyo,
su mordida de pesado lagarto?
XIV
¿Se puede hacer más
que sostener con un cáñamo
todo, incluso el tiempo?
Pudieras jugar, tal vez,
a saborear lo justo, a soportar la ficha.
Dios
a Osvaldo
Lo importante es no haber visto a Dios
Su fibra corpórea,
Sentir como la lluvia se desploma
en las pequeñas vasijas colocadas en el pasillo
y al mismo tiempo padecer
la corrosiva disminución de las piernas,
su fragmentación bajo la tela.
Lo importante es no haber visto a Dios,
Sus ojos trazos,
Sufrir el dolor
Que se almacena íntegro en el brazo derecho
Y no permite asir la blanda superficie del látigo
O el frasco de un perfume mínimo,
De extraño nombre.
Ahí están mis trajes
A espaldas del señor, sonriendo,
Aunque dirás que nada sucede de esa manera,
Que el ojo es universal y proteico.
Ríen de la muerte precisa y lenta del tejido,
Solo eso.
Basta pensar en el pan,
Ya no tiene aquel sabor
Para compartir en casas distintas,
Esa masa que puede ahuyentar o atraer la fe
Cuando envuelta en la saliva habla de la tierra,
de los guijarros que estropean los sueños.
¿Qué nos une, el profundo imán de las estrellas,
Esa pieza que parece pestañar cuando el sueño nos punza?
Tú y tu oblicua mansedumbre
Son pueblos extraños, de señores eternos
Surcados por la niebla y los domingos.