Con los libros se construyen caminos, y son ellos los mejores acompañantes en cualquier jornada. Sirvan las páginas de esta edición de El Tintero de sencillo homenaje a nuestras editoriales
Antes de cumplir cien días en el poder, el Gobierno Revolucionario emitió el 31 de marzo de 1959 un decreto fundando la Imprenta Nacional de Cuba, como clara expresión de su voluntad de hacer del libro un bien cultural al alcance de todo el pueblo, un instrumento de educación y enriquecimiento espiritual. Por ello en esa fecha se celebra el Día del Libro Cubano, y resulta más significativo cuando se sabe que no fue hasta abril del año siguiente que tal propósito pudo materializarse, cuando se nacionalizaron las prensas de dos importantes periódicos.
Esa Imprenta Nacional, convertida luego en Editora Nacional de Cuba, fue la encargada de realizar las masivas ediciones de aquellos primeros tiempos, desde El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha a los numerosos títulos que requería la educación, comenzando por las Cartillas de Alfabetización utilizadas en 1961. A este empeño se sumó el sello editorial de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, creado en 1962, un año después del surgimiento de la organización, por lo que celebra ahora su cincuentenario.
Pero como la satisfacción de una necesidad crea otras nuevas, cada vez era mayor la demanda de publicaciones dentro de perfiles cuya diversidad aumentaba continuamente, y es así que en 1967 se funda el Instituto Cubano del Libro, con cinco sellos editoriales especializados en las áreas temáticas a cubrir: Arte y Literatura, Ciencias Sociales, Científico Técnica, Gente Nueva, y Pueblo y Educación (que pasaría más tarde a subordinarse al Ministerio de Educación). Vale decir que estamos conmemorando el aniversario 45 de la institución que tiene la responsabilidad de trazar y ejecutar las políticas editoriales del país.
Diez años más tarde, ante la clara imposibilidad de que un solo sello abarcase el panorama literario nacional conjuntamente con el universal, se creó Letras Cubanas, que celebra por tanto su cumpleaños 35.
En este largo camino recorrido han ido surgiendo colecciones que dejaron huellas en millones de lectores, como Cocuyo, Manjuarí, Huracán y tantas otras; se instituyó un sistema de premios literarios que da visibilidad y reconocimiento a nuestros autores; surgieron revistas y publicaciones diversas, y también desaparecieron durante los duros años en que fue necesario tensar las voluntades más que nunca para que no se dejara de hacer libros en Cuba. Y se han hecho libros, talleres literarios, peñas, tertulias, ediciones territoriales, un sistema de ferias que en el año 2000 se acordó articular para convertirla en un solo evento capaz de recorrer toda la Isla.
Así los libros fueron llevados a cada rincón, incluidas las zonas más intrincadas, y si febrero y marzo son los meses de la Feria, así, con mayúscula; abril y mayo son los meses del Festival del Libro en la Montaña, donde escritores y promotores llevan a cabo lecturas, charlas, presentaciones en numerosas comunidades de las más de 80 que pertenecen al Plan Turquino.
Hacer libros es una tarea difícil y hermosa, porque sus textos deben divertir, difundir conocimientos, preservar memorias, rendir homenajes, hacer reflexionar, conmover a los lectores, a veces todo junto. Los libros establecen puentes para acercarnos a otros seres humanos y nos reafirman en nuestra identidad. Con los libros se construyen caminos, y son ellos los mejores acompañantes en cualquier jornada. Sirvan las páginas de esta edición de El Tintero de sencillo homenaje a nuestras editoriales.