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En busca de la felicidad

¿Qué dice el estudio más largo jamás realizado sobre los niveles de felicidad?

Autor:

Iris Oropesa Mecías

Dice una de esas frases medio cursis que flotan por ahí, que cuando tenemos energía para vivir, no sabemos cómo hacerlo, y cuando ya sabemos un poco cómo vivir, no nos queda la energía. Y eso es al menos un poco cierto. No hay que citar escuelas filosóficas o corrientes artísticas para percatarnos de que durante siglos, como Humanidad, hemos intentado buscar ese equilibrio entre tener años por delante y saber cómo usarlos mejor.

Pero más allá de sueños, filosofía y arte, ahora un estudio científico ha asumido una tarea titánica: monitorear la vida de un grupo de personas desde su más tierna juventud hasta el crepúsculo final, para extraer las claves más importantes sobre cómo vivir mejor. ¿Le suena poco científico? ¿Le parece una película futurista? Pues, para nada. Ya lo vemos con calma.

La buena vida

La buena vida es un libro del doctor en Siquiatría y profesor de la Universidad de Harvard, Robert Waldinger. El volumen se basa en el estudio más largo jamás realizado para chequear el desarrollo vital de un grupo de cientos de personas.

La pregunta clave a la que el estudio buscó responder fue tal vez la que mueve toda la maquinaria humana: ¿qué nos hace felices?

Pero por muy creativo que suene, el proyecto se asentó sobre fundamentos bien científicos: con el nombre de Estudio sobre desarrollo adulto, comenzó en 1938 con cerca de 700 adolescentes. Algunos de ellos eran estudiantes de Harvard, otros vivían en los barrios más pobres de Boston.

La investigación acompañó periódicamente sus alegrías y dificultades, su estado físico, mental y emocional. Y actualmente también incluye a las parejas y descendientes de los participantes originales.

Durante varias entrevistas en diferentes etapas de sus vidas, los sujetos monitoreados presentaron gran diversidad de decisiones, y esas decisiones, así como la información que aportaron sobre los factores de sus vidas que más o menos les satisfacían, fue dibujando el esquema de qué cosas los hacían más o menos felices, pero también más sanos en el plano físico.

Relaciones de calidad

Lo cierto es que no importa cuánto variaran los demás factores, uno de ellos fue siempre determinante: las personas que pusieron más atención a sus relaciones con seres queridos fueron siempre más felices que quienes vivieron más aislados de interacciones sociales de calidad.

Robert Waldinger, quien fue el cuarto director del estudio, le explicó a BBC Mundo que el proyecto, luego legitimado por otros estudios que apuntaron en sentidos similares, dejó clara esta verdad: quienes cuidan de tener relaciones interpersonales más cálidas, terminan siendo más felices, pero también más sanos a nivel físico.

Estos resultados se basan principalmente en la correlación de nuestras interacciones sociales de calidad con el control del estrés y sus efectos en nuestros cuerpos.

Estrés, cuerpo y relaciones

La presencia de estrés ante las complicaciones de la vida es normal, y hasta útil, según indican los autores del estudio, pero las interacciones con personas importantes para nosotros son capaces de rebajar los efectos nocivos del estrés.

Robert Waldinger lo explica así para BBC: «Si me sucede algo que me ha molestado, que es estresante, puedo ir a casa y hablar con mi esposa o llamar a un amigo, y si son buenos oyentes puedo sentir que mi nivel de estrés baja. Pero si no tengo a nadie así, si estoy aislado y solo, lo que creemos es que el cuerpo permanece en un bajo grado de "reacción de lucha o huida".

«Esto significa que habrá niveles más altos de hormonas del estrés como el cortisol circulando en mi sangre y niveles más altos de inflamación en mi cuerpo. Y estos factores gradualmente desgastan y descomponen diferentes sistemas corporales. De esta forma el aislamiento social y la soledad podrían afectar mis arterias coronarias y mis articulaciones».

Pero, entonces, después de tantas décadas de monitoreo, ¿cuál es la aplicación práctica de este enorme proyecto investigativo?

Consejos aplicables a la ciencia

De este enorme monitoreo emanan muchas posibilidades de aplicación, pero esencialmente, son la ciencia de la mente, la siquiatría, la salud en general, y la antropología, las que se nutren en vía directa.

Ahora consejos como cultivar nuestro círculo de relaciones cercanas, dedicar más tiempo a hacer y recibir llamadas de gente que nos importa, y hacer visitas para fortalecer vínculos, es mucho más científicamente basado que cuando apostábamos por ellos por simple sabiduría popular.

Waldinger mismo, en su libro, aconseja que sustituyamos la tentación de pasar horas frente a las pantallas con la comunicación con personas que conocemos. En ese sentido, acuña el término de «fitness de las relaciones», para ilustrar la idea de que nuestras conexiones reales con otros pueden ser ejercitadas y mejoradas en cualquier momento de nuestra vida.

De hecho, revela, que incluso desde el uso de redes sociales, es aconsejable pasar de un consumo pasivo, de ver el feed lleno de publicaciones de personas que conocemos, a un uso activo, en que escribamos e iniciemos conversaciones valiosas con nuestros seres queridos o amistades.

 

Las mujeres encuestadas en los años finales de su vida se arrepintieron de dar importancia a lo que pensaban otros. Foto: Infosalud

Esto puede parecer simple para tratarse del estudio más largo jamás realizado sobre el tema, pero lo cierto es que estas verdades sencillas son las que aseguran un cuerpo más sano y un nivel de felicidad mucho más real en la práctica.

Será tiempo entonces, de aplicar lo que la ciencia nos dice en resultados.

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