Se han anunciado finalmente los premios del prestigioso concurso que retrata los conflictos hombre-naturaleza
Ojos cansados, cuerpos delgados, uñas de trabajo extremo, rostros de esfuerzo diario. Y en el medio, una pequeña niña abre un libro en una habitación con piso de tierra, mientras un gallo camina a su alrededor, descuidadamente.
Es la historia contada por el tríptico fotográfico que se ha alzado definitivamente con el primer premio de Earth Photo Contest, el concurso organizado por Forestry England y Royal Geographical Society, que promociona la fotografía con tema étnico o natural con dos objetivos principales: fomentar la discusión sobre el mundo y sus habitantes, y presentar lo mejor de los medios visuales especializados en medioambiente.
Se trata de un proyecto visual que representa el camino de una humilde familia etíope a través de la educación.
Su autora, la fotógrafa Rosie Hallam, lo ha llamado Derecho a la educación. La protagonista de la imagen central es Selamaw, la niña que es la primera de su familia en lograr asistir a la escuela después de la edad primaria; a ambos lados, aparecen su madre, Meselech, y su padre, Marco, dedicados durante toda su vida a la agricultura.
En palabras de la autora, «es fundamental para el desarrollo y ayuda a sentar las bases del bienestar social, el crecimiento económico y la seguridad, la igualdad de género y la paz. La educación es un derecho humano básico y una inversión inteligente». Por ese espíritu observador de la lucha humana por el progreso a partir de la educación, este tríptico se llevó la admiración del jurado del concurso, y es la estrella de la exposición Earth Photo, la cual estuvo abierta hasta el 25 de agosto en el Pabellón de la Royal Geographical Society, en Londres.
Junto a ella, otras imágenes cuentan historias de hombres y naturaleza, ganadoras del prestigioso lauro.
La categoría Naturaleza la ganó el fotógrafo alemán Markus van Hauten, con una imagen de un manantial geotermal oculto en una meseta al interior de Islandia, escasamente habitada.
También apegada a lo natural, la fotografía del español Roberto Bueno, Bosque como jardín, se alzó en la categoría Bosques cambiantes.
Se trata de una imagen aérea que muestra una zona de exuberantes laderas de bosques yuxtapuestos con viñedos escalonados artificiales en España.
El drama impuesto por la pandemia estuvo presente, inevitablemente, en la exposición de ganadores. Eso sí, sin un ápice de cliché.
La imagen en 3D del artista Edward Bateman, llamada Half Dome in Winter, ganó en la categoría Lugar.
Las restricciones por la pandemia hicieron imposible viajar a este famoso domo en el parque nacional Yosemite, en California, EE. UU. para lograr la imagen perfecta, pero el fotógrafo se las ingenió para hallar una salida creativa espectacular. Recreó la escena en la mesa de su cocina.
El paisaje impreso en 3D lo hizo en base a datos geográficos del Servicio Geológico de Estados Unidos (USGS, por sus siglas en inglés) y con una pequeña máquina de humo. El resultado es más que impresionante y lleno de significado.
En la categoría Cambio Climático, una de las más esperadas en los anuncios, resultó victorioso el fotógrafo Antonio Pérez con su serie El mar nos mueve.
Las imágenes muestran retratos de individuos afectados directa y significativamente por la erosión costera en el pueblo de Fuvemeh, en Ghana. Sus miradas llenas de sentido y el contexto desolado de la costa abandonada, de donde debieron mudarse por la inclemencia del mar en aumento, cuentan una historia difícil de ignorar.
Finalmente, en la categoría Video, el ganador fue el italiano Pierpaolo Mittica, con el cortometraje Semipalatinsk Polygon, the Nuclear Weapons Crime, que revela el legado humano y ambiental de las pruebas de armas nucleares durante la Guerra Fría.
Aplausos y admiración mundial para estas imágenes. No es cosa sencilla contar dramas naturales y humanos en una «simple» instantánea.
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