Se descubrieron extraños cuerpos espaciales casi imperceptibles y la vida íntima de las células y genes humanos
Y si en esa enorme pantalla HD en que ves el último capítulo de tu serie favorita pudieras mirar en resolución impecable el interior de un cuerpo humano vivo, ¿lo preferirías?
Pongámonos aún más dramáticos. Si a usted le dieran la oportunidad única de observar en la pantalla de un televisor enorme el organismo de una persona sana mientras adquiere una enfermedad, y el interior mismo de cada una de sus células. ¿Aceptaría?
Por otro lado, piense que le ofrecen una segunda opción: ir más allá de la galaxia, para ver en primer plano una enorme masa de cuerpos espaciales casi invisibles, flotando en el espacio. ¿Qué sería más útil, emocionante y relevante para la humanidad?
Usted tendría en sus manos la oportunidad de desenmascarar los misterios centrales de patologías incurables, observándolas como nunca antes han sido vistas. En vivo, desde dentro, y a gran resolución. O de probar por vez primera la existencia de cuerpos de los que jamás se han tenido evidencias, a la altura de los descubrimientos de Einstein.
Este año 2018, mientras muchos mirábamos el último capítulo de nuestra serie favorita cientos de científicos vivían estos descubrimientos. La lista de los mayores avances del calendario supera cualquier programación de la mejor televisión popular.
Se llama Single cell RNA-sequence, y este proyecto acaba de ser considerado por algunas de las revistas científicas más prestigiosas como el descubrimiento vanguardia del año que termina. ¡Y vaya si lo merece!
Se trata de un equipo de 53 instituciones y 60 compañías europeas constituyentes del consorcio Life Time que ahora mismo viven la experiencia única de ver dentro de cada pequeñísima estructura celular y en tiempo real cómo nacen las enfermedades crónicas.
La revista Science ha denominado el Single cell RNA-sequence «la observación de la vida íntima de las células». Y las aplicaciones no se han hecho esperar.
En Estados Unidos, el doctor Leonard Zon, de la Universidad de Harvard, lideró una investigación que monitoreó en tiempo real las células de 8 000 embriones de mosca de la fruta y de 50 000 del nemátodo Caenorhabditiselegans.
¿El resultado? Con un solo proyecto se llegó a descubrir aportes que la Embriología no había podido revelar en décadas de estudio.
Sin duda, ahora mismo, una de las áreas más atractivas que se está explorando con esta combinación de tecnologías es la regeneración celular, observando de un modo exclusivo el interior de los tejidos de especies como la salamandra, en el momento en que son capaces de hacer renacer sus colas.
Ponga su imaginación a volar, piense en qué aportes podría traer esto para el campo de la salud humana. Y díganos si no es este el avance científico de 2018.
Cuando en los años 80 se logró utilizar por primera vez la genética para contrastar muestras de sospechosos, fueron centenares las víctimas que lograron justicia y los casos policiales que tuvieron una solución tras años de permanecer empolvados en la incertidumbre.
Sin embargo, este 2018 usted y yo, y cualquier ciudadano que tenga la voluntad de formar parte de las redes sociales de árboles genealógicos en internet, podrá hacer avanzar aún más la ciencia forense. Ahora se puede identificar a un culpable aún sin poseer una muestra de su propio ADN.
Si una evidencia genética es puesta en la base de datos genealógica de una red social especializada en el tema, detecta el parentesco con sus familiares, aun sin tener una prueba física del propio sospechoso para contrastar .
Ha crecido y madurado, a través de todo este 2018, la joven y prometedora Genealogía Forense. Por eso es otro de los avances que la revista Science pone en su lista dorada de aportes científicos de este año.
Dos misterios de nuestro remoto pasado natural fueron alumbrados este 2018. Uno de ellos había permanecido como un verdadero acertijo desde muchos años: los restos fósiles de una criatura de más de un metro de largo, ovalada, con crestas, y rasgos tan extraños y remotos que había sido imposible determinar si se trataba de un experimento sobre la evolución mal acabado, o de una antiquísima ameba gigante.
Investigadores de la Universidad Nacional de Australia dieron con la verdad este año cuando hallaron en el Mar Blanco, en Rusia, otro espécimen de la misteriosa criatura. Ha resultado ser nada menos que el animal más antiguo que se conozca sobre la Tierra. Lo que aún no se ha determinado es si poseía un aparato digestivo o simplemente absorbía las proteínas a través de la piel.
Dickinsonia, como es llamado por los paleontólogos, vivió hace más de 500 millones de años, en el período Ediacara, que podrá ser ahora más accesible desde el estudio de esta misteriosa criatura.
Einstein murió sin que una de sus teorías más atractivas pudiese ser probada: la existencia de ondas que recorren el espacio del universo de modo imperceptible para los sentidos humanos y que confirman la teoría de la relatividad.
En 2016, el detector de ondas gravitacionales LIGO tuvo un ligero temblor, casi invisible, que estremecieron la Física y la Astronomía a niveles insospechados.
Pero desde entonces, estas ciencias no han parado de buscar otros detectores para descubrir mejor eso que llamamos los múltiples mensajeros. O sea, los cuerpos o fenómenos existentes en el espacio que, imperceptiblemente, dibujan nuevos horizontes al universo. Este 2018 vivió el perfeccionamiento de detectores capaces de leer esos códigos secretos del universo, y la revelación de los neutrinos, enormes masas de cuerpos casi invisibles, que continuamente atraviesan nuestros cuerpos y que dibujan el universo.
Sus rasgos están aún por desentrañar y las puertas que este año abrió en las tecnologías de detección prometen un salto en la Astronomía y la Física tal como las conocemos.
Otro de los enormes avances de este calendario que termina fue el hallazgo de los restos del primer homínido conocido descendiente de dos especies diferentes de homínidos.
Hija de neandertal y denisovano, Denny fue una mujer que vivió hace más de 50 000 años y que dejó en un pequeñísimo hueso la pista para que investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva en Leipzig, Alemania, descubrieran el primer entrecruzamiento de especies humanas remotas jamás evidenciado.
Con tal lista de estelares avances ya 2018 ganaba notoriedad en el campo de las ciencias, pero se coronó indiscutiblemente con un hito de otra naturaleza: el estudio sociológico sobre el acoso sexual en la comunidad científica.
El informe de las academias nacionales de Ciencias, Ingeniería y Medicina de EE. UU. sobre el acoso sexual a las mujeres que trabajan, investigan y estudian acompañó a todos los descubrimientos del año con igual notoriedad. Por primera vez, este año, se contabilizó en estadísticas precisas y se publicó sin ambages el tema del acoso a investigadoras y científicas.
Bien por ti, 2018, un año de la mejor y más pura ciencia, esa que es también ética y equitativa.
Las oscilaciones de neutrinos en el universo son mejor conocidas gracias a los detectores desarrollados este 2018. Foto: Tomada del blog En Ciencia