A ritmo rápido avanzan los pasos emprendidos para facilitar el fin del conflicto Moscú-Kiev, con la sorprendente buena gestión de Donald Trump, pese que otras decisiones suyas recientes siguen masacrando palestinos e incendiando al Medio Oriente.
Pero todavía la salida política en Europa pudiera no estar tan lista como se deseara.
Luego de los primeros contactos bilaterales de Washington con ambas partes, parece mantenida la renuencia de Ucrania a aceptar que Crimea y la región del Donbás se mantengan bajo jurisdicción rusa, en tanto el Kremlin exige se respete la decisión de esos territorios, adoptada en respectivos referendos, de adherirse a Rusia.
Aunque estos elementos todavía no están, de forma expedita, sobre las mesas de diálogo, constituyen parte ineludible del proceso, y hay trascendidos de las posturas de las partes en torno a ellos.
Precisamente, la presencia de elementos denunciados por Moscú como neonazis en Lugansk y Donestk, y sus maltratos a poblaciones de ascendencia rusa, estuvieron entre los primeros motivos de la operación militar especial decretada por Moscú en febrero de 2022, y que gracias al empuje a Ucrania de la OTAN —entiéndase la administración de Joe Biden y la Unión Europea— ha terminado en guerra.
Renunciar a esa aspiración, no sería una opción lógica que pudiera esperarse de Moscú.
También harían falta definiciones precisas que tomen en cuenta otras realidades sobre el terreno; es decir, postulados en las mesas de diálogo —que hasta ahora se sostienen, de forma bilateral entre Washington y Moscú y Washington-Ucrania—, que no podrían soslayar las posiciones de las tropas de ambos países en la disputada región fronteriza, particularmente, en Kursk, donde Rusia informa haber retomado las localidades ocupadas por tropas ucranianas, y se han escenificado fuertes combates en los días recientes.
Esa situación fue comentada hace dos días por el presidente ruso, Vladimir Putin, al exponer positivamente el alto el fuego por 30 días que propuso la Casa Blanca en la cita sostenida por sus funcionarios con los enviados de Kiev, y que finalmente fue sustituida por el cese el fuego sobre las infraestructuras energéticas respectivas, anunciada tras el segundo diálogo telefónico sostenido por Putin y Trump, el martes, y que el mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, aceptó en conversación igualmente mediante el teléfono, con el jefe de la Casa Blanca, este miércoles.
Ello dio cuenta de que los señalamientos formulados por Rusia a la propuesta de tregua por un mes que había sido divulgada antes, fueron atendidos por Washington. Expertos citados por fuentes informativas rusas explicaron entonces que ese lapso podría ser aprovechado por Kiev para reaprovisionar a sus tropas y cambiar la correlación de fuerzas, como pudiera esperarse del mantenido respaldo de la UE, ahora un esfuerzo postrero por evitar su propia derrota en la guerra que alimentó para golpear a Rusia.
Emergido como auto considerado líder del Viejo Continente contra Moscú, el mandatario francés, Enmanuel Macron, ha sido de los primeros en reclamar más respaldo para Ucrania, incluso dando como válida la llegada de la paz y como supuesta garantía de seguridad para esa nación y el continente, mientras naciones de la región como Hungría y Eslovaquia, siguen reticentes a mantener la ayuda.
En ese contexto, la Unión Europea aprobó el lunes un nuevo plan de asistencia militar para Kiev ascendente a otros 40 mil millones de euros.
Tales posturas pudieran continuar entorpeciendo el tránsito hacia la paz pese a que, luego de su diálogo con Zelenski este miércoles para «alinear» a ambos países, según declaró, Trump dejó atrás el mal sabor de su reunión personal con el mandatario ucraniano a fines de febrero, y dijo que la conversación fue «muy buena».