Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

En contra del viento

Autor:

Osviel Castro Medel

Cuando hace 32 años Daniel Diez Castrillo (1946-2023) se fue a las montañas de San Pablo de Yao, en Buey Arriba, a iniciar un proyecto comunitario bien atrevido, algunos lo llamaron loco. Y a los que subieron junto a él, incluso, les pronosticaron un fiasco.

Tales agoreros creyeron que la Televisión Serrana, nacida el 15 de enero de 1993, moriría enseguida porque aquellos «foráneos» no conseguirían encajar en la zona y terminarían arrepintiéndose.

Muy lejos de la verdad estuvo ese vaticinio: hoy la televisora puede exhibir en su historial más de 450 premios e infinidad de documentales que han dejado boquiabiertos a los espectadores.

En realidad, más de una década después del afortunado alumbramiento, Daniel y varios de los excelentes realizadores de la TV, como Waldo Ramírez, Rigoberto Jiménez, Juan Carlos Echenique, Roberto Renán y Marcos Bedoya tuvieron que salir de este territorio granmense e irse a la capital o a otros lugares para asumir nuevos desafíos. Pero aun con eso la televisión siguió fabricando perlas audio-visuales, surgidas de la inteligencia de los nativos de allí y de otros que se enamoraron de San Pablo de Yao.

Vale la pena decir que en más de tres décadas no han faltado los conflictos, las incomprensiones, las «limitaciones al doble», como dice su actual director Pablo Lorenzo García Barbán. No obstante, a la hora de escribir la historia, son muchísimas más las luces que los eclipses.

Ahora mismo me viene a la memoria la conversación que sostuve con Daniel al comenzar este siglo. Entonces me comentó que, sin subestimar la pericia de los realizadores de esta televisión, nuestras serranías son fértiles en exceso para producir historias que encandilan y asombran, solo hay que colocarles un lente detrás, con la mayor profesionalidad y sin el ánimo de buscar descubrimientos.

Tal vez ese deseo de ponerse al lado de los personajes, sin mirarlos por encima del hombro y sin tufos colonizadores, ha sido la clave para que los documentales sean tan hermosos, brillantes y cargados de humanismo.

Reflejan sin decorados las historias de cuatro hermanas que siempre permanecieron solas en la punta de una loma, los niños y jóvenes que se desprenden por una ladera inclinada impulsados por un invento con ruedas que ellos llaman chivichana, la muchacha  que se convirtió en atleta entrenada por la geografía de nuestras serranías y el poeta que vive en un viejo bohío, acompañado únicamente de aves, plantas silvestres y metáforas.

Esos documentales saben pintar al del oficio en extinción de poner herraduras, al que lloró la muerte de los peces en la presa, a los que rompen corojos para producir aceite, al viejito que hace de historiador voluntario de la localidad... las leyendas nocturnas vinculadas con un pájaro en un lugar llamado La Bruja.

Dibujan, también, a la mujer de más de cinco décadas que, convertida en increíble horcón de su casa, cuida a su padre de 87 años, ciego, demente y limitado, y a un hijo enfermo del corazón. Ese documental, por cierto, titulado En contra del viento, de Lenia Tejera, está entre los que más estremecen por lo que hace su protagonista y también por lo que dice: «La necesidad enseña». 

El propio director-fundador, al referirse a los lazos con esos pobladores de toda la Sierra Maestra (porque debe aclararse que no han sido solo los de San Pablo de Yao), soltó una frase más que inolvidable: «Este es un cariño poderoso». Ese amor por las montañas ha mantenido a los 32 trabajadores de la televisión —12 son realizadores— latiendo y creando.

Lástima que ocasionalmente quede un sabor a poco. Sí, porque si bien es cierto que la TV se fundó con espíritu comunitario para proyectar sus producciones en los barrios, uno llega a la conclusión de que estos preciosos documentales podrían llegar más a los canales y horarios estelares. Todo nuestro país los aplaudiría y disfrutaría de punta a cabo, en contra de cualquier viento.

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