Biden se va «matando callado», como puede entenderse de su mantenido apoyo a Israel y a la exacerbación de la guerra Rusia-Ucrania: feroz, pero sin cacareos. Trump llega vociferando y demostrando que su promesa de acabar con todas las guerras no incluye la económica.
El chantaje y la amenaza vuelven a destacar como puntos de pivote de la política exterior del Presidente electo de Estados Unidos, que él adelanta al mundo por medio de mensajes en las redes sociales, con el madrugón de un mes antes de sentarse otra vez en las poltronas de la Casa Blanca.
Primero fueron las «advertencias» a China, Canadá y México de que elevarán en 25 por ciento los aranceles a los productos de esos países que entren a los mercados estadounidenses —para China será de diez por ciento, pero sumados a los ya ordenados en su primer mandato, lo que sería el 60 por ciento—; en cada caso, con distintas condiciones «a cambio», para que los concernidos puedan evitar el castigo.
Ahora el amenazado ha sido el grupo Brics, naciente contrapeso de la unipolaridad, a cuyos miembros advirtió que incrementará en un ¡ciento por ciento! el costo de entrada de sus productos, si ese foro crea finalmente una moneda común alternativa al dólar.
Beligerancia y prepotencia aparte, la potencial medida no haría más que «llover sobre mojado» en la ineficaz y contraproducente política de sanciones que aplica Estados Unidos. Precisamente, son ellas las que han obligado no solo a los países que integran el Brics, sino a las que fuera de él resisten las presiones, a usar modos de pago distintos.
El mayor uso del yuan en el comercio internacional ha sido una respuesta a las circunstancias impuestas por EE. UU. con las prohibiciones dispuestas en medidas coercitivas unilaterales. Fueron ellas las que abrieron las puertas a la moneda china, en la necesidad de las naciones castigadas y sin acceso al dólar de buscar modos de pago alternativos al tradicional, que sigue teniendo al billete verde como principal moneda de reserva del mundo pese a su declive.
Es obvio que la «desdolarización», como ha dado en llamarse este proceso, debe preocupar en Estados Unidos. No solo ha emergido el yuan como moneda alternativa de pago en las transacciones comerciales internacionales en que esté involucrada China. Por decisión mutua, en una buena cantidad de transacciones comerciales bilaterales se usan hoy las monedas nacionales de esos países.
Una muestra de hasta dónde pueden llegar las cosas es el mBridge, un nuevo modelo de pago internacional con el auspicio de Beijing que se desarrolla desde 2022, y considerado por los conocedores como el mayor proyecto transfronterizo de Moneda Digital del Banco Central de China (CBDC), con la participación en sus inicios de bancos centrales de otros países como la Autoridad Monetaria de Hong Kong, el Banco de Tailandia, el Banco Central de los Emiratos Árabes Unidos y el Centro de Innovación del Banco de Pagos Internacionales en su Centro de Hong Kong —que ahora se retira.
Se trata de una forma de pago que puede adoptar los sistemas de desembolso tradicionales como la liquidación bruta en tiempo real, o el sistema de pago rápido, de modo que los bancos de las naciones involucradas pueden pagar con su propia moneda digital, incluso sin certificarla como tales, y con fondos procedentes de sus cuentas bancarias o de reserva. Se trata de un sistema de pago rápido que no pasa por intermediarios.
Hasta octubre pasado se habían incorporado al proyecto 32 bancos como observadores, luego de que 35 realizaran transacciones usando ese sistema entre abril y septiembre.
Es algo parecido a lo que propuso el presidente Vladimir Putin durante la más reciente cumbre de los Brics, en la ciudad rusa de Kazán. Realizable, pero por ahora, solo en las mentes del grupo.
Más distante aún se halla la posibilidad de una moneda única, como ha ratificado el vocero del Kremlin, Dmitri Peskov. Sin embargo, las posiciones estadounidenses de presión solo obligarán a buscar esos nuevos caminos.
«Si Estados Unidos recurre a la fuerza para obligar a los países a utilizar el dólar, probablemente reforzará aún más estas tendencias a pasarse a las monedas nacionales», dijo el vocero.
A una, otra: Trump también debe darse por advertido.