Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

No se dejen encandilar

Autor:

Guille Vilar

Siempre habrá alguien que no me conozca bien y pudiera pensar: «De qué va a hablar este de descolonización, si se ha pasado la vida hablando de Los Beatles». Bueno, eso es verdad, pero según dicen los que más saben, de Los Beatles se va a hablar en el siglo XXII como hablamos hoy en día de Chopin y de Mozart.

Pero, para ser justos, no solo he hablado de Los Beatles, sino también, y mucho, de Janis Joplin, de Neil Young y de B.B.King. Y si cruzamos el Atlántico, el gusto ha sido mayor al hablar de Led Zeppelin, Pink Floyd y Emerson, Lake and Palmer.

No satisfecho, me he adentrado en el continente africano, para no parar de hablar acerca de músicos como la cantante Angelique Kidjo, de Benín, del grupo vocal Ladysmith Black Mambazo, de África del Sur y del grupo Tinariwen, del desierto del Sahara. Y si me preguntan de la India, ¡por favor…! Basta hablar de Shubba Mudgal, de Rabbi Shergil o de Anoushka Shankar para quedar prendado del encanto de esta música.

Pero, ¿a dónde vamos? ¿Saben por qué hablo con tanta soltura acerca de estos músicos, también nuestros? Porque lo cubano me parte al medio. Fue hace 48 años cuando, en Radio Progreso, me enseñaron a amar la música cubana. Por ejemplo, escuchar al Benny hace que me arrodille respetuosamente. Escuchar la Aragón… Y si estoy fuera de Cuba, seguro que me muero porque, como a Los Van Van, los llevo en la sangre. También pudiera hablarles con la misma pasión del maestro Adalberto o de Maraca, así como de todo lo que vale y brilla en la música de este país.

Cuando tú llevas contigo este precepto como lo único que tienes puesto, cuando sientes un amor profundo por lo tuyo, puedes escuchar con la mayor tranquilidad cualquier música que nos llegue de donde sea, y podrás identificar lo verdaderamente auténtico, como es el caso de los músicos foráneos que les acabo de mencionar.

Pero también se puede descubrir la trampa de aquello que es tan falso como el barquillo que te rellenan con lodo, le echan un merengue de varios sabores y le hacen una propaganda americana, como solo ellos saben hacer, para convencerte de todas-todas, de que sí, es una maravilla… engaño que, tristemente, algunos se lo llegan a creer, a pesar que de todos modos sigue y seguirá por los siglos de los siglos, siendo lodo, musicalmente hablando.

Hay muchos barquillos de lodo por ahí, pero el más sonado es el caso de Bad Bunny, curioso personaje a quien, en un número de la prestigiosa revista norteamericana Time, no solo lo ponen como portada, sino que hasta lo ponderan, increíblemente, como el heredero de Michael Jackson y de Frank Sinatra, dos clásicos de la música norteamericana. Pero la cuestión, el meollo del asunto, no es lo que Guille pudiera decir y santa palabra, no… Hay que tratar de convencer a nuestros jóvenes, de explicarles a nuestros músicos que están en una cuerda similar, que tienen todo el derecho de aspirar a ser músicos, pero que sea en grande. Y para lograrlo, hay que estudiar mucho, hay que mecharse mucho.

Por obvio que esto pueda ser, hay que recordar que la música es un arte con mayúscula y muy difícil de dominar, por cierto. La música no es un negocio así no más. Puede dar altos dividendos, pero eso hay que ganárselo con talento y profesionalismo. Además, la jerarquía artística no se mide por la cantidad de dinero que alguien pueda tener, sino por el respeto y la profunda admiración que provoca su obra.

En fin, en ustedes, los jóvenes músicos, pongo mis esperanzas, aunque muchos ya no son promesas, sino respetables actores decisivos.

Sin embargo, antes de terminar quiero darles un último consejo: no se dejen encandilar por las muchas lámparas Led que se usan para las entrevistas, y también para hacer los videoclips. Les digo esto, porque dichas lámparas, cuando uno menos se lo imagina, se nos pueden fundir y dejarnos a oscuras.

Les aconsejo entonces, con la mayor franqueza, que mejor se dejen alumbrar por el Sol, por la luz de ese Sol, el Sol que ha guiado por los senderos de la Patria a nuestros grandes músicos para permanecer eternamente en el corazón del pueblo cubano. Les hablo así porque, como dice el Maestro —pues él está aquí, con nosotros—, esto es un asunto relacionado con todos y para el bien de todos… De todos los que desean el bien de la Patria desde su obra.

 (Intervención en la sesión plenaria del 10mo. Congreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, en el Palacio de Convenciones, el 2 de noviembre de 2024)

 

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