Quién puede dudar de la capacidad resiliente del pueblo cubano cuando vemos que ante el desastre se levanta con más fuerza un huracán de solidaridad y amor. Ello lo hemos visto nuevamente desde las primeras horas, luego del paso de Rafael por la geografía artemiseña, a donde llegan muchas manos amigas para transformar la adversidad en esperanza.
Las imágenes de apoyo que desde hace algunos días vemos en los municipios guantanameros de Imías, San Antonio del Sur, Maisí y Baracoa —golpeados fuertemente por el ciclón Oscar—, ahora también son la fuerza cotidiana que mueve al occidente del país. Las muestras sobran, y están latentes a cada paso.
En Artemisa, por ejemplo, casi nadie tiene luz eléctrica. Gran parte del tendido y cableado quedó en el piso con los vientos endemoniados de Rafael. Sin embargo, las alternativas para que las personas carguen sus móviles o se mantengan informados nacen con la prontitud de los momentos difíciles.
Uno de los pocos lugares donde la «luz» se hace presente, a ratos, es en la emisora Radio Artemisa. Justo allí, la gente llega para cargar sus celulares en una larga extensión eléctrica, cual tendedera, que cuelga del portal de la institución o para mantenerse al tanto de las noticia a través de un viejo televisor.
El cubano siempre encuentra alternativas para sobreponerse al desastre, para vencerlo. Así ha sido siempre a lo largo de nuestra historia. Pero lo más llamativo en el caso de Artemisa, por lo que hemos podido observar, es la voluntad del pueblo para integrarse a las labores de recuperación, aún cuando muchas personas han perdido su casa, los techos o algún bien material indispensable.
Los hemos visto a fuerza de machete cortando árboles caídos en medio de las calles, ayudando a los jóvenes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias a sanear cada esquina, o junto a los trabajadores eléctricos en pie de obra por revitalizar, lo antes posible, ese esencial servicio.
Qué fuera de nosotros sin el impulso humano y solidario que nos mueve, sin el quehacer de los imprescindibles, sin el alma resiliente, bondadosa y sincera de nuestro pueblo. Seguro hubiésemos naufragados. Pero por algo este pueblo sigue aquí, venciendo los obstáculos duros y difíciles que aparecen en el camino.