EL caos político se extiende en Israel, el Gobierno de extrema derecha del primer ministro Benjamín Netanyahu da señales de derrumbe, pero su ejército prosigue sus masacres de palestinos en Gaza.
Tras la sangrienta operación de rescate de cuatro rehenes israelíes al precio de al menos 274 palestinos muertos y 698 heridos en el campo de refugiados de Nuseirat, el sábado, la matanza continuó este lunes en Shejaiya y Deir Al-Balah, en el norte y centro de la Franja.
La oficina de Relaciones Públicas de Hamás informó que los soldados israelíes que participaron en la operación de rescate entraron al campo de refugiados de Nuseirat en vehículos civiles, mientras se hacían pasar por palestinos desplazados.
La relatora especial de la ONU para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados, Francesca Albanese, denunció la participación de tropas de Israel y «supuestos soldados extranjeros, mientras se escondían pérfidamente en un camión de ayuda. Esto es “camuflaje humanitario” a otro nivel».
La funcionaria aseguró que «Israel ha utilizado a los rehenes para legitimar que se mate, hiera, mutile, mate de hambre y traumatice a los palestinos de Gaza, mientras intensifica la violencia contra los palestinos en el resto del territorio ocupado e Israel».
Albanese recordó que «Israel podría haber liberado a todos los rehenes, vivos e intactos, hace ocho meses, cuando se puso sobre la mesa el primer alto el fuego e intercambio de rehenes. Sin embargo, Israel se negó para seguir destruyendo Gaza y a los palestinos como pueblo. Esta es la intención genocida convertida en acción».
Según supo The Washington Post, la devastadora acción de rescate israelí contó con un apoyo determinante de «inteligencia profunda» con los más sofisticados medios de seguimiento de audio y transmisiones satelitales de los servicios de espionaje de Estados Unidos, que asesoran al ejército de Tel Aviv desde la Embajada de Washington en Jerusalén.
Como se sabe, la sorpresiva acción de la resistencia palestina del pasado 7 de octubre, echó por tierra el prestigio del ejército sionista. Precisamente, este lunes el diario israelí Haaretz insertó la nota de la renuncia del general de brigada Avi Rosenfeld a su cargo de comandante de la División de Gaza.
¡Fallé!, tituló el periódico citando a Rosenfeld, quien afirmó que había «fracasado en su misión de proteger las vidas de los residentes de las comunidades fronterizas de Gaza» y convidó a todos a asumir sus responsabilidades en el fiasco israelí.
Según pudo verse en varias investigaciones posteriores, recordó el canal de televisión libanés Al Mayadeen, el ejército de ocupación mostró confusión,
bajo rendimiento y mala organización, además de no contar con un plan de combate para una situación semejante.
La renuncia del exgeneral con 30 años de servicio no es la única. El domingo otro líder de la oposición israelí —Benny Gantz— anunció su salida del Gobierno de emergencia, un acto que «desestabiliza el control del poder del primer ministro, Benjamín Netanyahu», según estimó The Washington Post.
En realidad, Gantz parece contar con el beneplácito de la Casa Blanca. Hace pocas semanas viajó a Washington sin permiso de Netanyahu y analizó las variantes propuestas por Biden para poner fin a una guerra cada vez más impopular en la opinión pública.
Gantz, presidente del partido Unidad Nacional, instó a Netanyahu a convocar elecciones anticipadas. «No dejen que nuestra nación se desgarre», imploró, y no solo eso, convocó al ministro de Defensa, Yoav Gallant, a que renuncie al Gobierno de Netanyahu.
La decisión de Gantz, estimó The Washington Post, «aumenta la presión política sobre Netanyahu para que acepte una propuesta de alto el fuego en Gaza (presentada por Biden) que traería de regreso a casa a los rehenes que aún se encuentran en poder de Hamás».
Más claro ni el agua. Biden movió su ficha. Estados Unidos solicitó el domingo una votación en el Consejo de Seguridad de la ONU sobre su propuesta de alto el fuego en tres etapas para Gaza, aprobado este lunes por 14 de los 15 integrantes del organismo, lo que fue valorado positivamente por Hamás, que prometió su cooperación con el fin de poder implementar la resolución de la ONU.
Sin embargo, Israel no ha aceptado oficialmente la propuesta, y algunos, como los ministros de extrema derecha Itamar Ben Gvir y Bezalel Smotrich, llaman a ampliar la guerra e invadir el sur del Líbano.