Pilar tiene 40 años y se construye un mundo propio. Un hijo lo es todo para ella y en él quiere ver cumplidos todos sus sueños. Le regala utopías, le ofrece todo y no le pide nada...
Es esa la breve sinopsis del texto que hace 12 años escribí y que en 2022 convertí en el guion del cortometraje Patadas, que, bajo la dirección de Pablo Massip, puse en manos de la actriz Beatriz Viñas, quien felizmente aceptó ser esa mujer ¿obsesiva? y feliz con la idea de ser madre. Lo que con ella sucede... pues tendría que ver usted el cortometraje.
Sin embargo, puedo compartir la experiencia de la etapa previa al rodaje, las lecturas del guion, los encuentros para debatir ideas... el momento en el que las tres (Pilar, Beatriz y yo) conectamos extraordinariamente.
No solo puede sentirse realizada una mujer cuando es madre, pero si el instinto maternal existe y se «dispara» en momentos insospechados, obviamente el anhelo de procrear tiene que ser realidad algún día. A algunas, como a Pilar, les puede costar más que a otras, y por ello lo más saludable es evitar los «excesos».
Pilar quiere ser la mejor madre del mundo y esa autoexigencia la lleva a perder de vista lo más importante: disfrutar lo que existe y no lo soñado. Será permisiva, dadivosa, complaciente, sobreprotectora... y piensa que solo de esa manera su hijo, no nacido aún, podría vivir bien.
Piensa alejarlo de cuanto problema lo rodee, marcará su territorio ante cualquiera que aparezca dispuesta a amarlo, y será quien lo perdone y lo incite a volver a empezar. Pero Pilar, ¡oh, Pilar!, olvidas que tu hijo debe vivir su propia vida, guiado por tus enseñanzas pero no en la burbuja de aire que le construyas.
No existe un manual para ejercer la maternidad y no será Pilar quien lo escriba. Pero valdría la pena que un día como hoy repensemos que ser madre no significa que aislemos tanto a nuestros hijos del mundo real y exterior al punto de que solo puedan vivir en el que le hemos proveído.
Amarlos es lo primero, apoyarlos, educarlos y comprenderlos es lo siguiente. Pero, aún cuando la naturaleza de Pilar se oponga, dejémosles vivir sus propios deseos y errores, sus desesperanzas y logros. No importa que otros critiquen o cuestionen...
Al poner la cabeza en la almohada, las tres (Pilar, Beatriz y yo) habremos entendido la diferencia entre traer un hijo al mundo y arrebatarle el mundo al hijo que tuvimos. Seamos todas mejores madres dejándolos ser lo que ellos deseen ser. Pidámosles, en todo caso, respeto a la vida. Y aprendamos a aceptar lo que no pudo ser.