El ecosistema de la World Wide Web (www) e internet, al constituir un universo paralelo al desempeño en el plano físico, permanece en constante transformación y crea nuevos patrones o tendencias. De ahí que resulte inaceptable no resaltar el impacto alcanzado por el imperio de los memes, o memesterio, como es comúnmente conocido dicho fenómeno comunicativo.
Si bien este innovador medio de interacción ya lleva un tiempo de evolución continua, aún constituye una temática muy joven y carente de estudios para aprovechar al máximo su potencial. La influencia de los memes es tan enorme que más del 50 por ciento de las publicaciones de redes sociales digitales como Facebook lo constituyen esos productos, sin contar su impacto en WhatsApp o Telegram, donde son empleados también como formas de expresión.
Pero, ¿qué son los memes? A pesar de las variantes en cuanto a su concepción, la mayoría los sitúa como productos comunicativos con soporte gráfico referidos a un tema, situación o circunstancia para analizarla de manera individual o de conjunto con otros. Todo depende de la intención del autor y el público meta, y los hay desde los reflexivos hasta los satíricos.
Un rasgo característico de muchos memes es su valor humorístico, porque ofrece la posibilidad de abordar temas complejos con mayor dinamismo y propicia la recepción del mensaje de un modo más agradable.
Sin embargo, como todo fenómeno social, dichos contenidos pueden ser empleados de forma negativa, falsa o destructiva; de ahí la importancia de la mirada crítica a la hora de compartir o apoyar una publicación de esta índole.
Un rasgo identificativo en la comunicación mediante memes es su viralidad, la cual permite posicionar una temática e incrementar su alcance mediante la interacción y replicación por parte de los usuarios durante más o menos tiempo, en dependencia de su recepción.
Dicha característica permite generar un mayor impacto, una reflexión más completa del asunto abordado, además de propiciar debates entre personas de diferentes regiones, ideologías y grupos etarios, atraídos por un factor en común: el meme.
A pesar de la apropiación innegable de la cultura de memes dentro de los espacios de intercambio habituales entre los propios usuarios, aún no se aprovechan sus potencialidades al máximo. El empleo de estos novedosos recursos hipermediales requiere más estudios e investigaciones teórico-prácticas, así como una mirada profesional.
El gran impacto de los memes en el acontecer digital, al captar la atención de usuarios de diferentes lugares, edades y pensamientos, permite establecer estudios profundos en disciplinas como la sociología y la sicología. De esta forma, es posible identificar patrones, variables y hábitos comportamentales a partir de las reacciones.
También constituyen una nueva vía de despliegue comunicativo para los medios de prensa, negocios y plataformas centradas en la divulgación y venta de toda diversidad de contenidos o productos, que aprovechan el impacto de su visibilidad con un enfoque atractivo y novedoso.
En especial para el periodismo y las empresas mediáticas representa un nuevo elemento a la hora de contar historias, mediante un meme aislado, una estrategia compleja con un conjunto de ellos o anexándolo como recurso multimedia en la dinámica de un trabajo mayor.
A esto se suman sus grandes posibilidades de establecer matrices de opinión, debates y foros con relación a diferentes tópicos, o a la calidad del producto en el caso de un negocio enfocado en las conversiones o compras.
Sus capacidades como herramienta promocional y comunicativa pueden ser aún mayores. Los soportes no siempre deberían ser estáticos: se les puede otorgar más interacción a los usuarios para ampliar su información o usar hipertextos para dirigirlos a otras fuentes con datos nuevos.
Por eso en un mundo reticular el memesterio gana terreno, como un recurso a tener en cuenta de cara al futuro.