Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

El 26 que nos encumbra

Autor:

Nelson García Santos

El 26 deviene una fecha ¡qué maravilla! en que se estampan momentos engrandecedores de nuestra historia, trances difíciles que hemos sabido sacudirnos y tirarlos para la tonga.

En esa fecha, pero de julio de 1953, fue el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, gesta que abrió la senda hacia la definitiva independencia.

También un 26, el de octubre de 1959, en una multitudinaria concentración frente al entonces Palacio Presidencial (hoy Museo de la Revolución), el Comandante en Jefe Fidel Castro anunció que el pueblo sería militarmente preparado y armado. Surgían así las Milicias Nacionales Revolucionarias, que enriquecieron la gloria de las tradiciones combativas de la nación durante los combates de Girón, la Crisis de Octubre y la Lucha contra Bandidos.

En aquel vibrante y trascedente acto, el inolvidable Comandante Camilo Cienfuegos pronunció su último discurso y conmovió a la Isla al inmortalizar los versos del poema Mi bandera, de Bonifacio Byrne.

Mucho antes, en otro 26, el de enero de 1895, José Martí publicó en su periódico revolucionario la frase «Patria es humanidad», que devino axioma de su hacer glorioso. Fidel dijo en una ocasión que esa era una de las frases más extraordinarias de Martí y enfatizó: «Nosotros tenemos que pensar así, ¡patria es humanidad!».

Esa sucesión de acotamientos nacidos en jornada similar se enlaza con la gesta contra los usurpadores cuando en 1868 el generalísimo Máximo Gómez encabeza en Pinos de Baire, Oriente, la primera carga mambisa al machete en Cuba, según precisan la mayoría de los registros históricos.

Obvio que solo para ilustrar he recurrido a breves ejemplos de hechos ocurridos un 26, una estirpe revolucionaria que continuará este domingo, ¡dichosa casualidad!, en las elecciones para conformar un nuevo mandato de nuestra Asamblea Nacional.

En estos días han sonado y suenan voces mayoritarias a favor del ¡Sí por todos!, y así será, al margen de los que no lo hagan, en legítimo ejercicio de su derecho, y tampoco hay que sorprenderse por eso. Abundan los comicios en el mundo donde no votan ni el 50 por ciento de los electores, y son válidos. Entonces, ¿cuál es el cuento?

Sonaron y suenan en estos días también muchas voces señalando los problemas económicos que nos aquejan —sabemos de memoria sus orígenes y causas— y los patinazos de una inadecuada gestión, que nada tiene que ver con limitación de recursos.

Nadie anda con venda en los ojos y todos deseamos una mejoría. Menos, obvio, los enemigos de nuestro proyecto social. Pero esos son los menos. La inmensa mayoría le sigue dando el voto a la Revolución porque nuestra nación es culta. Y agradecida. Y hay muchas más de 26 razones para hacerlo.

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