Fue una sesión única. Esta vez hubo más de la cantidad habitual de diputados en nuestra Asamblea Nacional. Esta vez el Poder Popular fue más poderoso que nunca. Fue la ocasión en que estuvo más completa la sesión del máximo órgano de legislatura.
Como Cuba, el Palacio de Convenciones recibió a sus miembros más distinguidos y auténticos. Con la timidez grandiosa de quien es héroe y pueblo, con la felicidad inmensurable de quien ha vuelto a caminar las calles de sus sueños, de su alma, de su lucha, de sus desvelos, de su entereza… con una sonrisa más habladora que lo que esta emoción inicial puede decirnos, llegaron los Cinco.
Luego de los primeros despertares en la tierra anhelada, Gerardo, Ramón, Antonio, Fernando y René por fin pudieron estar juntos en la sesión más emotiva de las que muchos de nuestra generación podemos recordar. La más especial de los últimos tiempos, la más llena de esperanzas, la más enorgullecedora. Otro día en que no hubo que sentir la ausencia. Porque Fidel estaba como siempre, que nadie albergue dudas.
Cinco guayaberas radiantes se aparecieron acompañadas de las sonrisas más plenas. A propósito de guayaberas y colores, no fue difícil percatarse del «guiño» de Gerardo, que ya empezó a recordarnos con el azul de la vestimenta del hermoso par de enamorados, que él sigue siendo tan industrialista como siempre, más ahora que Adriana no le contará los juegos, sino que él podrá vivirlos con la pasión que le define (y juro que mi equipo beisbolero es el de los que prefiere la derrota de Industriales, pero esta vez casi desearía un triunfo azul para obsequiárselo al muchacho de los chistes y el amor). Porque estos días inspiran sobre todo amor.
Guayaberas y sonrisas aparte, no se puede evitar el comentario y la reflexión sobre el orden del día resumido en el discurso de nuestro Presidente. Unas palabras concentradas en la esencia misma de los tiempos que vienen.
Con respeto y lucidez sobre el alcance de los días que están por venir, cubanas y cubanos seguimos construyendo nuestro mañana, guiados por la misma tradición de historia que nos regaló un día tan único como el pasado 17 de diciembre. Porque sigue siendo la fe una virtud de los revolucionarios. Porque ya sabemos que con siete armas, si son conducidas por la verdad, se gana la guerra.
Armada de ese arsenal infinito, la juventud, parte de esa generación que se inició en la batalla por Elián, que tuvo referentes en la heroica resistencia de Orlando Cardoso Villavicencio, y se comenzó a consolidar con la lucha por los Cinco, participó en la sesión más extraordinaria, desde cualquier lugar de Cuba y el mundo, para recordar a todos, y a sí misma, que será esta la prole que lleve la nueva era, consciente de que la esperanza, los principios, los sentimientos, la coherencia y el saber son ese equipaje que no puede olvidarse antes de salir a construir los 570 años próximos de Revolución de los que habló Raúl.