Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La justa inconformidad del Che

Autor:

José Alejandro Rodríguez

Sin necesidad a estas alturas de apropiaciones dogmáticas de todas sus formulaciones en escenarios que él no vislumbrara, el pensamiento económico del Che y la obra que lo sustenta andan gravitando, con muchas preguntas y no pocos alertas, en el proceso de transformaciones que registra Cuba para actualizar su modelo económico.

No es fortuito que la Asociación Nacional de Economistas y Contadores de Cuba (ANEC) se haya fundado 35 años atrás un 14 de junio, día en que se conmemora el natalicio del perenne guerrillero, el ministro y constructor de una sociedad entrañablemente justa y un hombre nuevo que aún están por plasmarse contra viento y marea.

Sin caer en las transpolaciones mecánicas en el tiempo, Che sigue conminándonos, desde su autoridad y ejemplo históricos, a que impidamos que la necesaria adecuación a las reglas de este mundo que él no pudo imaginar, extravíe el sentido justiciero y consciente de la construcción socialista, con rostro humano; y vaya a postrarse genuflexamente ante los instintos y espejismos del capital y su Dios Mercado.

Aunque a algunos les huela a naftalina, hoy siguen esperando por respuestas los lúcidos conceptos del Che —sustentados en su obra y con su ejemplo— sobre el papel consciente y democrático de las masas en la construcción de un socialismo verdaderamente eficiente, sin trabas ni dogmas; la lucha contra ese enemigo no menos poderoso que es el burocratismo; la búsqueda incesante de la calidad y la belleza, y el control en manos de los de abajo, entre otras asignaturas pendientes.

Los economistas y contadores cubanos, con tan protagónico papel en la implementación de los Lineamientos económicos y sociales que buscan salvar el socialismo cubano, tendrán siempre que voltearse hacia la mirada de futuro del Che, sin dejar de pisar el terreno que él no imaginara.

En cada paso que se da en la actualización del modelo económico, habrá que plantarse fuerte ante las retrancas y los obstáculos del burocratismo abultado y barrigón que no quiere perder espacio y comodidad. Y, al propio tiempo, en la materialización de las nuevas medidas, despojarse de dogmas e ideas preconcebidas, que lo den todo por triunfal y justo. No perder de vista que nuevas soluciones traen inéditos problemas. No dejar que los árboles nos impidan ver el bosque, como alertara el aún inquietante Ministro de Industrias cubano.

Nunca como hoy se ha necesitado tanto del análisis, el pensamiento y la inconformidad propia del diagnóstico científico que defendiera el ministro guerrillero para gestionar la economía socialista. Nunca como hoy se requiere de la investigación y la racionalidad para la gestión económica.

Precisamente porque nació del debate popular, el proceso de actualización del modelo económico cubano no es ni puede ser un coto cerrado de decisores; ni está exento de escollos y resistencias, como tampoco de peligros y acechanzas tecnocráticos, y de bandazos en la aplicación de ideas más realistas.

La honestidad, los argumentos, diagnósticos y alertas valientes de nuestros profesionales de la economía, desde un ministro hasta el contador de una empresa, son imprescindibles para evitar que, en este intento por salvar el socialismo, Cuba no yerre. Siempre, en el aliento y hasta en la duda, en la lealtad y al mismo tiempo en la audacia, allí está el Che con su talante inconforme, apeándonos de las conformidades y las complacencias.

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