Pacientemente, como quien sabe que las grandes avenidas son siempre antes pequeñas piedras de asfalto, Clemente recortó cartones de colores rojo, azul y amarillo y conformó octógonos impecables, con círculos en su interior, para repartir en la tertulia.
La figura de ocho lados, explicó a los más de 70 holguineros reunidos en el centro recreativo Siboney, de Holguín, simboliza la regeneración espiritual. El círculo: emblema solar, figura de la perfección y el diálogo de iguales. Eso han entrañado para él estos ocho años de peña teclera en la Ciudad de los Parques.
Y tal vez de eso hablaba el nerviosismo de la pequeña Melissa cuando no pudo interpretar la primera canción de la cita o la certeza de Loyda para afirmar que ese espacio era «para darse», o los chispazos de memoria de Ada, que nos trajeron a las Crónicas del Sábado de aquel periodista descomunal llamado Manuel González Bello.
Ocho años de toques del cariño en la urbe holguinera. Multiplicando las ganas de hacer, yendo a escuelas, círculos infantiles, centros penitenciarios, recordando desde el felicidades en un cumpleaños hasta la última flor para amigos que se marchan.
Por ello el lente del experimentado Elder Leyva, colega del periódico Ahora, captó tantos rostros sonrientes. Por ello a Cary, alma de la cofradía en Holguín, parecían no alcanzarle las manos para abrazar a cada uno de los reunidos. Por ello desde los niños, hasta »los niños encorvados» tarareaban —complicidad del DJ— para que no se apagara la lucecita de Arnaldo y su Talismán.
Casi al cierre, la voz sensual y rotunda de María Fermina Durán repartía añejas nostalgias, gardenias que aroman siglos. Letras y timbre que aún llevamos en la memoria con la perfección geométrica y espiritual de un octógono.