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Autor:

Raiko Martín

El jardinero Norichika Aoki, integrante de los equipos japoneses que se han coronado en las dos ediciones del Clásico Mundial de Béisbol efectuadas hasta el momento, anunció a mediados de semana que no integrará la escuadra «Samurai» en la tercera versión del torneo.

Según reflejaron varios medios de prensa, el ahora jugador de los Cerveceros de Milwaukee, que esta temporada debutó con buen pie en las Grandes Ligas estadounidenses, decidió dedicar todo su tiempo libre a descansar para poder prepararse apropiadamente para la venidera campaña.

Así, Aoki se convirtió en el tercer pelotero japonés activo de la principal liga de Estados Unidos que anuncia su ausencia en el cercano torneo. Antes habían renunciado los sobresalientes lanzadores Yu Darvish (Vigilantes de Texas) e Hisashi Iwakuma (Marineros de Seattle), aduciendo argumentos muy parecidos.

Fuentes cercanas al béisbol japonés afirman que la lista de ausentes pudiera crecer en los próximos días, y que en ella aparezcan notables nombres como el del jardinero Ichiro Suzuki, el serpentinero Hiroki Kuroda, el torpedero Hiroyuki Nakajima y el camarero Kensuke Tanaka. Los dos primeros terminaron contrato este año en equipos de la Gran Carpa, y estarían inmersos en la búsqueda de un nuevo acuerdo. Los otros cumplieron el tiempo mínimo exigido a los japoneses para «brincar» hacia el béisbol rentado estadounidense, y estarían en trámites de hacerlo.

Aunque públicamente parezcan decisiones personales, nadie duda que detrás de estas «estampidas» están los intereses de sus respectivos equipos profesionales, pendientes en todo momento de velar por la rentabilidad de sus inversiones.

Pero más allá de esta aparente lógica, hay ya quienes explican tales bajas a partir de una supuesta teoría de la conspiración. Según su perspectiva, se trata de una estrategia dirigida a mermar la calidad del elenco que ha reinado en el torneo más fuerte de los organizados hasta ahora para selecciones nacionales, y que a partir de este momento tendrá una validez verdaderamente universal.

Incluso, algunos ven en esto el precio a pagar por el béisbol japonés, que desde hace ya buen tiempo mantiene un pacto con las Grandes Ligas que le permite proteger, por un período razonable, la permanencia de sus mejores jugadores en la liga local.

Válidas o no estas hipótesis, lo cierto es que se repite la historia de los Clásicos anteriores, en los que República Dominicana, Puerto Rico o Venezuela, e incluso los propios Estados Unidos, sufrieron el veto —público o solapado— de algún jugador.

Por fortuna, los nipones han hecho muy bien los deberes para blindar sus propios intereses. Y si alguien lo duda, solo tiene que madrugar por estos días para convencerse.

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