Cuando tomas mi mano, papá, cuando tomo tu mano, la distancia entre tu vida y mi vida se hace nada. Me miras y te miro. Y desaparecemos el mundo.
Empequeñeces y yo crezco como en el cuento de Alicia.
Te doy mi mano, yo hombre, a ti, niño. Y somos un solo corazón, un inmenso corazón que levanta música con la exactitud de una orquesta.
Y somos la vida transitando estas calles. Y somos la risa encendiéndolo todo. El río, montaña abajo y la tórtola, monte arriba. La pradera noble, la hierba y el corcel. Y olvidas tus ansiedades y yo mis miedos a lo desconocido, dueño ya de tu destino, tú, timonel absoluto de mis sueños.
¡Ah, tu mano, papá…!
¡Ah, mi mano…!
Imán que lo une todo. Verso fugaz de métrica inconclusa. Nostalgia resembrada en ti y ansias mías por ser tú, cuando no esté tu mano… o mi mano, para contar la historia de este instante mágico.