CARACAS.— Fue una noche de fiesta. Especialmente para los pinareños. El tercer duelo de la etapa final de la 50 Serie de Béisbol cubana terminó en contundente nocaut para el equipo de Ciego de Ávila, y lo único que mordieron los tigres fue su derrota. Pero aquí, entre los colaboradores cubanos en Venezuela que asistieron por decenas a presenciar el juego que se trasmitía desde el estadio Capitán San Luis, se gozó de lo lindo estuvieran en uno u otro bando, o simplemente fueran «neutrales» porque estaban en la fanaticada que se quedó con las ganas de disputar el play off, y ahora se consuelan diciendo «gocen hoy, que el año que viene somos los campeones», en respuesta a lo cual hasta se escuchó una sonora y muy criolla trompetilla; pero nada de perder por eso la esperanza y hasta la certeza, porque confían en la «recuperación» de su equipo…
Además, a todos les gusta la buena pelota, una jugada «de película» y un pitcheo espectacular que alguno al que se le han pegado dichos venezolanos tradujo en «un pitcheo arrecho», y ni decir de los seis vuelacercas. Lo cierto es que reinó la alegría, y retos o mofas no hicieron llegar nunca la sangre al río Guaire, más bien eran respondidas con un «agravio» mayor y la risotada colectiva.
Y también, confundidos entre la grey beisbolera —lo de confundidos es porque no entienden ni jota del deporte nacional— gritaban y saludaban ciertos presentes, buscando sobre todo salir en cámara para que los vieran en casa. La Televisión Cubana junto a TeleSur nos dieron el regalo que originó todo este alboroto: pases en vivo desde el Hotel Anauco para la transmisión que se realizaba en Cuba, y un grupo numerosísimo de cooperantes de las misiones Educativa, Cultura, Médica, Agroalimentaria, José Gregorio y otras, vecinos del lugar, fueron los protagonistas de esta fiesta, donde hubo quien se comió las uñas de la desesperación, gritó «!quita a ese pitcher!» y cambió la sonrisa primera por una cara larga mientras abrazaba la foto del tigre con que llegó animosa; otros llenaron el ámbito de guasas sin perder la compostura. Vimos caras de asombro ante aquel nuevo lobo verde, aquella sacó un letrerito felicitando al hijo y aquel un mensajito al amor, y por ratos se hacía generalizada la protesta «porque el paneo de la cámara estaba parcializado» —«nos dejan fuera a los pinareños», «a quien no sacan es a nosotros los avileños», según de dónde viniera la queja—, pero fueron vistos en el barrio y en la Isla y el Archipiélago entero, y los más gritaron a viva voz con cada una de las carreras, desde esta grada improvisada en el lobby del hotel que los puso a todos más cerquita de la Patria añorada. Por eso al comienzo se entonó fuerte el Himno, de pie, gorras en mano, como si se estuviera en el terreno, pisando suelo cubano. Aquí, en la noche caraqueña, el tercer juego del play off terminó en un feliz empate para quienes a diario dan lo mejor de sí, y tratan de corazón y voluntad que siempre sea un jonrón…