«Lo diré lo más claro que puedo: el 31 de agosto finaliza nuestra misión de combate en Iraq». La aseveración se refiere al año 2010 y la hizo el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ante sus soldados en la base de Camp Lejeune, en Carolina del Norte.
El costo de la guerra ha sido dramático para los estadounidenses. ¿Qué decir entonces para los civiles iraquíes?. Foto: AP
Pero no hay motivos absolutos para celebrar, pues entre 35 000 y 50 000 militares estadounidenses permanecerán en el escenario bélico para «formar y apoyar» a las tropas iraquíes y llevar a cabo «misiones especiales contra terroristas».
«No podemos seguir patrullando las calles de Iraq hasta que sean completamente seguras», aseguró Obama, quien admitió que «la seguridad sigue sin estar garantizada en Iraq y se prevén tiempos difíciles. La violencia seguirá formando parte de la vida diaria en Iraq», por eso dio las órdenes correspondientes, pues así deben ser asumidas estas declaraciones: «Es hora de que los iraquíes asuman más responsabilidades. Los militares estadounidenses deben concentrarse ahora en Afganistán y Paquistán»...
Simplemente se rompe la promesa de campaña presidencial de que en 16 meses haría la retirada del país mesopotámico, y ese tiempo se extiende, como también prolonga de hecho la ocupación, aunque comiencen a dárselas de simples «asesores o instructores».
Como es de suponer, existe una condicionante para la ejecución de ese plan: consultará periódicamente a sus jefes militares para transformar lo programado si se deteriora la situación iraquí... Es una batiente, y no precisamente una puerta que se cierra. El SOFA se acomoda, y no me refiero al mueble casero; así se nombra el tratado de seguridad firmado con Iraq en los epílogos de la «era bushiana».
Pues tampoco ha sido menos que sus predecesores el 44 inquilino de la Casa Blanca, quien con la habitual «modestia» de los mandatarios de EE.UU., anunció «una nueva era de liderazgo estadounidense y compromiso en el Cercano Oriente». «Acaba de empezar la era», puntualizó Obama.
Y la «concentración en Afganistán y Paquistán» va muy en serio. Ya ordenó el desplazamiento hacia Afganistán de 17 000 efectivos más, mientras el nuevo director de la CIA, Leon Panetta, declaró el día precedente que los ataques con aviones drone (sin piloto) contra sitios de Paquistán continuarían, porque los bombardeos iniciados en la era Bush «han sido exitosos».
Panetta fue preciso en confirmar la política que seguirá Obama, quien en su discurso de toma de posesión se cuidó muy mucho de pronunciar el término predilecto de Bush de «guerra al terrorismo», y ahora la hace pronunciamiento diario. «Nada ha cambiado nuestros esfuerzos por ir detrás de los terroristas, y nada cambiará estos esfuerzos», dijo el jefe de la CIA.
Sin embargo, esto desdice a la que fue palabra predilecta del discurso de campaña obamiano: «Cambio». Entonces, el mundo sigue en guerra. Es más, se confirma que la afgana extiende los tentáculos hacia su vecina paquistaní, donde también la mayoría de las víctimas de los bombardeos son... civiles.
En el Capitolio de Washington hay cierto estremecimiento: demócratas quejosos porque es muy alto el número de tropas que permanecerán en Iraq, y republicanos jubilosos con el plan de «retirada» del nuevo mandatario.
Y el personaje de moda, lanzado al Olimpo sin que todavía haya hecho cosa alguna para ganarse un premio: Dicen este viernes las agencias noticiosas que entre los nominados al Premio Nobel de la Paz de este año 2009, figura Barack Obama. Cosas veredes, Mío Cid.