Una sabia sentencia que se atribuye a varios pensadores de alta talla testimonia que «no hay viento a favor si no se conoce cuál es el puerto de destino». Entonces, movilizado por una suerte de función «brújula de apoyo» que todo acto de orientación supone y me compete como psicólogo, instigado por decenas de personas que me solicitaron algunas ideas, y dando fe de mi inveterado amor a la vida, escribí estas notas que comparto como humilde aporte a lo que cada uno puede elaborar en aras de la consecución del bienestar y la felicidad de todos.
Un año que comienza es un buen momento para emprender el camino de nuestro mejoramiento como seres humanos. He aquí mis Diez Propuestas para un año que comienza.
1. Cuide su salud física y mental.
Su cuerpo y su mente son las dos grandes herramientas de construcción de su vida. Si ellas no están en óptimas condiciones el ejercicio de su vida será azaroso. La salud no es un don, es un logro. El bienestar no es solo una condición de poder hacer, sino un modo se sentir, una alianza con la satisfacción.
2. Haga que el respeto presida cada acto de su vida.
El respeto es el sustento de sus valores, de la honestidad. Es el sustento de la capacidad de ser justo. Es la condición primaria de la convivencia, la posibilidad de compartir. Democratice su existencia en todos los escenarios que comparte. Prefiera la persuasión a la imposición, el diálogo al mandato, la decisión a la obligación coercitiva. La felicidad se fertiliza en el consenso.
3. Cultive su integridad y su orgullo personal.
Así como no hay amor en quien no se ama a sí mismo, así como no hay respeto en quien no se respeta a sí mismo, no hay vida plena en quien no cultiva su coherencia, su integridad, su orgullo personal. Aquel que pierde su orgullo se pierde en la miseria del alma, se pone a merced de la ignominia.
4. Tenga su mano dispuesta para darla a quien la necesite.
No estamos solos en el mundo, somos siempre parte de una comunidad humana, la amistad, la solidaridad, son más que un gusto o una necesidad, una condición misma de nuestra naturaleza humana.
5. Piense antes de hacer, y después de hacer piense.
Haga sólida alianza con la sabiduría, la prudencia y el saber. Ejercite la comprensión y la tolerancia. No se trata de una tolerancia resignada, sino de una tolerancia para el cambio. La agresividad y la violencia son reacciones ajenas a la misión humana, pero tiende a expandirse cuando se les reproduce. Excluir y eludir la respuesta violenta, la reacción agresiva, es evitar su reproducción.
6. Sea firme en la defensa de sus derechos y el cumplimiento de sus deberes.
No sea solo una persona que actúa en el espacio particular de su existencia. Participe, comprométase, exija y cumpla. Comparta sueños, anhelos y forme parte de su realización colectiva. Que nada humano le sea ajeno. Lo que sucede en algún lugar a alguien, de alguna manera está sucediendo también con usted. Sea un verdadero ciudadano, en toda la extensión de la palabra.
7. Haga suceder las cosas y no solo que las cosas le sucedan.
Diga sí cuando tiene que decir sí, cuando es su opción y decisión personal. Diga no cuando tenga que decir no. La vida es un acto intencional. Quien no decide no vive, tan solo «es vivido». Construya su vida. Decida por su vida. Afronte los rigores. Quien opta por la sumisión construye su propia extinción. Y quien opta por la autoexclusión sigue el mismo camino.
8. Haga de su familia su vocación esencial.
La familia es nuestro origen y nuestro destino. No importa que se comparta o no el mismo techo. No importa si ciertos lazos fueron rotos. Los nexos esenciales, los vínculos familiares, son para siempre. Sea madre, sea padre por vocación y gusto. Eduque a sus hijos y estará fomentando una vida mejor para todos. Sea buen hijo, buena hija. Sus padres, sus abuelos, son su historia y su futuro. La familia es una misión que la vida nos reclama para su desarrollo.
9. Cultive la fe y crea en la utilidad de la virtud.
Las creencias humanistas, las que anteponen el ser al tener, el valor a la pobreza de espíritu, las que convocan al ejercicio de la sensibilidad, de la solidaridad, más que creencias son auténticos valores. Y cultivar los valores es convertir la esperanza de felicidad y bienestar en certeza interna de su consecución.
10. Sea una buena persona.
Excluya de su vida las bajas pasiones. No se haga eco de la envidia, ni haga coro con la prepotencia. Cultive la humildad, la sencillez. Asuma ser parte de lo humano, y no se asuma como el único humano. Formamos parte de, somos elementos de una trama hermosa y sublime: la vida.
Y vivir ¡Vale la pena!
*Profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad de La Habana