París vuelve a ser objeto de críticas en Estados Unidos. En 2003, cuando se opuso a la agresión contra Iraq, los diarios se encargaron de recordar que los soldados estadounidenses durante la II Guerra Mundial «murieron por Francia, pero Francia lo olvidó».
Ahora es el Líbano —ex posesión colonial francesa— la razón de la nueva ojeriza. Todos esperaban que el país galo aportara el grueso de los 15 000 soldados en la Fuerza Internacional de Naciones Unidas en el país árabe (FINUL). Pero el presidente Jacques Chirac ha anunciado cifras cortas: apenas 200 efectivos.
Y Washington ha saltado.
Uno de los rotativos más influyentes de EE.UU, The New York Times, aseguró que tal número de militares «da risa». «Francia actúa como si no tuviera ninguna responsabilidad para resolver el caos en el Líbano», añadió.
Y el presidente Bush también habló lo suyo: «Francia ha tenido una relación muy cercana con el Líbano. Espero que pongan más tropas».
No obstante, vale recordar que el Pentágono no enviará un solo soldado. Se dice que está muy ocupado en Iraq y Afganistán. Pero, ¿no será para no verse frente a frente con los militares israelíes, que como se demostró el pasado sábado, pueden pisotear el alto el fuego cuando les plazca y ponerle un rabo de burro a las fuerzas internacionales?
¿O será acaso para no estar demasiado cerca de los militantes de Hizbolá, quienes de seguro reaccionarían con aspereza ante las tropas del país que tantas bombas obsequia a Israel?
Quizá por las dos razones a la vez, Washington prefiere mantenerse a distancia. Pero aguijonea a otros, pues como dice el refrán, «quien empuja, no se da golpes…».
Es irónico, además, que la Casa Blanca pida ahora más tropas galas para el Líbano, toda vez que la destrucción ocasionada durante 33 días de agresión israelí, pudo haber terminado no más comenzar si se hubiera asentido a la petición de París de un alto el fuego inmediato.
Pero no. En aquellos primeros días, tanto Bush como su ácida secretaria de Estado insistían en que un cese el fuego no era lo más conveniente. La esperanza era que Tel Aviv terminara «el trabajo». Solo la persistencia de las Katiushas cayendo dentro de Israel, el goteo constante de sus bajas, y sus nulos avances en el terreno libanés, convencieron al padrino de que el ahijado estaba haciendo el ridículo. Y había que darle una mano.
Francia, en efecto, sabe que la misión es compleja y quiere precisiones sobre el papel concreto de la FINUL y sus posibilidades de respuesta ante cualquier eventualidad. Una vez sobre la mesa estos puntos, tal vez haya más tropas.
Por ahora, algunos antecedentes aconsejan prudencia. Este mismo lunes, aviones israelíes violaron el espacio aéreo libanés, como lo han hecho durante años a pesar de la presencia de 2000 efectivos internacionales. Nadie apostaría un centavo a que no lanzarán sus bombas nuevamente. Y si estas acciones prosiguen, ¿qué «sólida» tregua será la que custodiarán 15 000 soldados extranjeros?
Añádase que los seis militares de la ONU muertos en días pasados, lo fueron precisamente bajo fuego israelí, con lo que suman 258 sus bajas desde 1978. Pero además, ¿con qué poder real ha contado esa fuerza para impedir bombardeos como el de 1996 contra la aldea de Qana, o para evitar la respuesta armada de Hizbolá?
París, al parecer, conoce el paño. Y no quiere arriesgar la tijera…