Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La magia de Carlos Ernesto

Autor:

Marianela Martín González

Mágico. Así fue el concierto del joven guitarrista Carlos Ernesto Varona Velázquez, celebrado en el Museo Nacional de Bellas Artes. Quienes asistimos regresamos a casa como si en nuestro interior la buena música hubiera puesto todo en equilibrio.

Entre lo clásico y lo contemporáneo, nos dejamos llevar por el instrumentista, quien compartió el escenario con músicos excelentes como José Julián Morejón, Enid Rosales, Dayron Ortiz (de manera virtual), William Roblejo, Armando Osuna, Osniel Regal, Ángel Lorenzo, Loani Carrillo, Carmen Rosa y Diminuto, así como con el actor Osvaldo Doimeadiós, y con Paloma Henríquez, con quien integra el dúo Nu9ve.

Dueño de una seguridad y elegancia interpretativas, el músico que en 2011 obtuvo el primer premio del 1er. Festival Internacional Promesas de la Guitarra, celebrado en Costa Rica, ha dado una vez más la razón a quienes han visto en él un astro de la guitarra, entre ellos el prestigioso maestro Aldo Rodríguez, quien lo ha calificado como «poseedor de virtudes técnicas e interpretativas convincentes».

A eso se suma su don de gente —que él lo tiene cultivado en abundancia—, y hace de sus presentaciones un espectáculo que reverencia a la música, sus maestros, sus padres, así como los nexos amigables con otros colegas y las instituciones que hacen posible dar a conocer a los jóvenes músicos.

Inicialmente, el concierto fue concebido para la música clásica nada más, según sus declaraciones, y aunque ese género es su pasión y con él se graduó en la Universidad de las Artes, los invitados contribuyeron a hacerlo más ecléctico. Y funcionó.

Respondiendo a su más arraigada predilección, y para reverenciar a los grandes, el músico abrió con Elogio de la danza, de Leo Brouwer, una obra que ha estado permanentemente en la carrera artística de Carlos Ernesto. «En ella se utilizan algunas técnicas como el punticello, que es una sonoridad distinta dentro de la música clásica. Emplea golpes en la guitarra y sonoridades fuertes». Luego continuó con un estreno suyo, Entre luces, que pronto registrará en su repertorio como compositor.

El concierto debía cerrar con el tema Con tu luz, dedicado por Paloma Henríquez al guitarrista, pero el público pidió más, y terminó con Aguacero de la tresera Enid Rosales, un tema infantil que en esta ocasión sonó con mezcla de música afro y rock.

«Siempre se tiene un as bajo la manga y preparamos este tema por si nos reclamaban más», confesó. Imposible desestimar este as. Inundó de alegría la sala. Cada músico invitado se lució a su manera, las voces del coro infantil Diminuto se hicieron gigantes. Osvaldo Doimeadiós, quien antes había recitado Tardes grises, de Sindo Garay, al compás de la guitarra se mezcló con los músicos y cantó, como lo hicimos desde las butacas.

¡Bravo! Exclamábamos todos, incluso una octogenaria que había surcado el mar para disfrutar del concierto de su nieto, quien siendo muy pequeño se antojó de la guitarra de un estudio fotográfico, y no dejó de llorar hasta que le permitieron llevársela a casa, en calidad de préstamo.

Hoy Carlos Ernesto tiene la suya. Son el binomio perfecto. Y cuando se entregan, se escuchan caricias sonoras, aunque otros aseguren que son arpegios.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.