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Desatada la bestialidad en Gaza

En una fase recrudecida de su genocidio contra el pueblo palestino, Israel avanza a un punto de quiebre y está utilizando el hambre como arma de guerra, pero algunos siguen bajando la vista o, perversamente, lo apoyan

Autor:

Juana Carrasco Martín

Losúltimos acontecimientos relacionados con Israel y la región debieran poner al mundo racional, lógico y justo en alerta.

Israel repite una acción execrable realizada el 31 de mayo de 2010 en la que soldados israelíes abordaron una flotilla de ayuda humanitaria rumbo a Gaza, desde helicópteros, y dispararon para reprimir a los tripulantes, a pesar de que estos mostraron banderas blancas, y mataron a diez personas e hirieron a 60. 

Ahora, en esta primavera de 2025, recién comenzado mayo, ha bombardeado con drones armados «no identificados» en aguas internacionales cerca de Malta, un barco que transportaba suministros de primera necesidad —alimentos y medicamentos—, con destino a la Franja. La tecnología se impone y facilita el crimen, pero nadie se equivoca al señalar al perpetrador de la agresión contra una embarcación civil y desarmada.

Un impacto directo en el casco del Conscience y el fuego a bordo ocasionado obligaron a su tripulación y los activistas de la Flotilla de la Libertad (FFC) a solicitar ayuda urgente en la madrugada del viernes 2 de mayo, dijo la información de antiwar.com. Según FFC en su denuncia, el ataque con drones parece haber tenido como objetivo deliberado el generador del barco, dejando a la tripulación sin electricidad y poniendo al buque en grave riesgo de hundimiento. 

Aun cuando el grupo afirmó haber organizado el envío de ayuda «bajo censura informativa para evitar cualquier posible sabotaje», la infame embestida ocurrió mientras la embarcación se dirigía a la isla mediterránea, donde se incorporarían otros activistas, entre ellos Greta Thunberg, la conocida defensora del clima, y la coronel retirada del ejército estadounidense Mary Ann Wright, reconocida pacifista y luchadora por las causas justas. 

El régimen nazi-sionista de Benjamín Netanyahu y su equipo está llevando a cabo una nueva fase en el genocidio con el que pretende la extinción de la nación palestina y su pueblo, puerta abierta para su expansión en otros países aledaños como Siria, Líbano y Jordania, más desbrozar el camino hacia lo que consideraría botín principal, Irán.

Para el aniquilamiento de los gazatíes, tras largos meses de bombardeos que han dejado en ruinas buena parte de las edificaciones, arrasado los cultivos en huertos, campos e invernaderos, dejando solo arena y tierra, asesinado más de 52 000 palestinos y herido a unos 120 000, Israel obligó al confinamiento y desplazamiento de más de 2,5 millones de los habitantes de la Franja y llegó al cierre intermitente del cruce fronterizo por donde entraban alimentos, combustibles y medicinas. 

En este 2025, y aunque firmó con Hamás una breve tregua, en la que se inició un intercambio de prisioneros, Israel violó ese acuerdo, cerró totalmente la entrada de los vitales suministros a una población que sufre hambre, como han dicho autoridades de la ONU, entre ellas la relatora especial de las Naciones Unidas para los territorios palestinos ocupados, Francesca Albanese, quien hizo un llamado a la protección de la gente de la Flotilla de la Libertad.

El viernes, el Comité Internacional de la Cruz Roja declaró que las operaciones de ayuda en Gaza estaban al borde del colapso total debido al bloqueo. 

Tel Aviv está violando, una vez más, las leyes internacionales al utilizar el hambre como un arma de guerra, prescrita por la Resolución 2014 que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas aprobó el 24 de mayo de 2018, de manera unánime, prohibición que se considera un logro importante para el derecho humanitario, aunque, como muchos de los acuerdos y tratados de la comunidad internacional, no ofrece los mecanismos que obliguen a su acatamiento y, en el caso del Estado sionista, es un violador habitualmente impune.

Desde que comenzó este ciclo de la expansión israelí a costa del pueblo palestino, deliberadamente las fuerzas israelíes han bloqueado el suministro de agua, alimentos y combustible, también de medicamentos, y con ello la asistencia humanitaria, indispensables para la supervivencia. No se lleva registro de cuántos palestinos han muerto como consecuencia de esa política inhumana, y la hambruna se ha ido apoderando del enclave. 

En diciembre de 2023 ya el 48 por ciento de los hogares en el norte de Gaza y el 38 por ciento de las personas desplazadas en el sur habían experimentado «niveles graves de hambre» y en este 2025 intentan dar el «tiro de gracia», ampliando más allá del límite lo que aplicaban desde hacía 16 años, un ilegal bloqueo que llevó a 1,2 millones de los habitantes en Gaza a enfrentar la inseguridad alimentaria y a que más del 80 por ciento dependiera de la ayuda humanitaria. 

Ese control general en la Franja obstaculizaba o impedía la circulación de personas y bienes, el uso de las aguas territoriales para la pesca, el espacio aéreo y la infraestructura, por lo tanto, Gaza dependía casi totalmente de Israel para el acceso a combustible, electricidad, medicamentos, alimentos y otros productos esenciales.

En el mismo octubre de 2023, el entonces ministro de Defensa, Yoav Gallant, el ministro de Seguridad Nacional Itamar Ben-Gvir y el ministro de Energía Ysrael Katz, actual ministro de Defensa, todos destacados ultraderechistas, fomentadores de la ideología supremacista judía y antiárabe, declararon públicamente su intención de privar a los civiles en Gaza de alimentos, agua y combustible; lo reiteraron una y otra vez desde entonces y lo pusieron en práctica.

El pasado 25 de abril, el Programa Mundial de Alimentos (PMA) informó que había entregado a las cocinas que preparan comidas calientes, apenas para la mitad de la población y que solo cubren una cuarta parte de sus necesidades alimentarias diarias, los últimos suministros que le quedaban, y advirtió que se les agotarían las reservas por completo en unos días, a menos que se tomaran medidas urgentes.

Piensen que, al cortar ese salvavidas, cuál será la situación de los miles de huérfanos, los niños pequeños, las mujeres embarazadas y lactantes, los ancianos, los enfermos crónicos y otras personas vulnerables.

En días recientes, Israel también ha bombardeado los escasos y desabastecidos almacenes de alimentos…

Por cierto, la Resolución de la ONU que prohíbe el uso del hambre como arma de guerra insta a quienes tienen influencia sobre las partes en conflicto a que recuerden a estas sus obligaciones internacionales, y esa referencia le cae como anillo al dedo a la administración estadounidense, actualmente la de Donald Trump. 

Cuando un pequeño pero poderoso segmento de la llamada comunidad internacional parece disfrutar imponiendo bloqueos y sanciones a pueblos y naciones que no están alineados a su visión política, cabe preguntarse: ¿habrá sanciones o medidas coercitivas para impedir el crimen que ejecuta Israel? La Resolución de 2018 del Consejo de Seguridad describe que debieran aplicarse a las personas o entidades que obstruyan la entrega o distribución de asistencia humanitaria a los civiles necesitados. ¿O es que estas son también cómplices en el uso del hambre como arma de guerra en Israel y no olvidemos que también en otros lares?

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