Pueblo panameño le deja claro a Trump de quién es el Canal. Autor: Artículo 66 Publicado: 28/01/2025 | 10:25 pm
De prisa, como se han acometido las órdenes —ejecutivas o no— del presidente Donald Trump, el Senado estadounidense examinó este martes sus quejas acerca de la supuesta participación de China en la administración del Canal de Panamá, y el presunto alto peaje que se cobra a sus buques.
Aunque se ha afirmado que la vista no es vinculante —y por lo tanto, cualquier resultado no sería de obligatoria ejecución—, los saldos hasta ahora no parecen favorables a Trump.
No se pudo demostrar que China intervenga en la administración de la importante vía interoceánica, y tampoco hubo «argumentos de peso» en cuanto al supuesto cobro excesivo de tarifas a los buques de EE. UU., según el detallado reporte de la sesión que publicó el diario La Estrella de Panamá.
Por ahora, no hay resoluciones, y quedaron preguntas pendientes que tienen de plazo hasta el próximo día 18 para ser respondidas por los testigos… de quienes llama la atención que ninguno era panameño.
En calidad de tales, Louis E. Sola, titular de la Comisión Marítima Federal de los EE. UU. (FMC, por sus siglas en inglés), y Eugene Kontorovich, profesor de George Mason University, fueron los encargados de responder a las preguntas de los senadores.
Pero los testigos no pudieron dar sustento a las acusaciones que se ventilaron en la vista convocada por el Comité de Comercio, Ciencias y Transporte del Senado.
El legislador republicano por Texas, Ted Cruz, encabezó la audiencia y fue el encargado de abrir la sesión de interrogantes con la queja de las supuestas violaciones panameñas al Tratado de Neutralidad, documento que forma parte de los Tratados Torrijos-Carter, en virtud de los cuales el Canal fue devuelto paulatinamente a sus legítimos dueños istmeños, hasta el año 2000.
Aunque Louis E. Sola «habló casi de inmediato sobre su visita al istmo en julio de 2024 y advirtió que el sector marítimo de Panamá ha sido impactado por la corrupción y la influencia extranjera de Brasil y China», narró el reporte periodístico, el testigo solo pudo precisar la presencia de «dos empresas» de China en la construcción de un cuarto puente sobre el Canal.
En cambio, Sola fue más radical cuando se le interrogó si la nación asiática tenía el control sobre la vía marítima, a lo que respondió: «Lo que puedo decir es que el Canal es administrado por la Autoridad del Canal de Panamá y lo hace de manera muy eficiente».
Tampoco el profesor Kontorovich pudo responder con certeza a las denuncias de supuestos incumplimientos de la neutralidad, y únicamente explicó que si alguno de los dos Estados identifica algún tipo de violación, podría proceder contra el otro.
Según el académico, Estados Unidos «es libre de cancelar el tratado». Pero —remitiéndose a los tiempos en que Washington usurpó mediante leonino y artero tratado la soberanía istmeña sobre lo que luego sería la Zona Canalera— reconoció que no existe sustento amparado por el Derecho Internacional para que «se devuelva» la jurisdicción de un territorio que es soberano a otro Estado, más allá del uso de la fuerza militar.
Y «la fuerza, reconoció Kontorovich, no debe ser el primer recurso de cualquier (acción) internacional».
Lo que sí quedó claro fue la causa real de la incomodidad de Washington por el avance de la presencia china en la región como inversionista y partner de distintas empresas, cuando los senadores —señaló La Estrella de Panamá— lamentaron y reconocieron, en varias ocasiones, que las empresas estadounidenses «no sean tan competitivas como las chinas para ganar licitaciones y concesiones», y hasta lamentaran la ausencia de un embajador de Estados Unidos en Panamá entre los años 2018 y 2022.
Igual suerte corrieron los alegatos del cobro excesivo de peajes a los buques estadounidenses. La única denuncia contundente, siguió la reseña, se refirió a que «a las líneas de crucero estadounidenses no se les rembolsa el peaje al hacer parada en los puertos panameños».
Pero, según el Decreto Ejecutivo No. 73 del 6 de febrero de 2020, aclaró el periódico, ese incentivo se le otorga a las líneas de crucero que establezcan su puerto base en Panamá.
Otro importante matiz que dejó ver el trasfondo político y netamente geoestratégico —no comercial ni legal— de las mal fundadas denuncias de Trump, fue la aparición de quejas que no estaban en el libreto como, por ejemplo, el supuesto abanderamiento panameño a buques de Irán, a partir de lo cual, narró el diario, «surgió nuevamente la idea de que Panamá amenaza la seguridad nacional de Estados Unidos».
Sin embargo, el señalamiento fue echado por tierra cuando se argumentó que el país istmeño retiró su bandera de 53 buques iraníes, tras sospechas de que transportaban petróleo, evadiendo las sanciones de la Casa Blanca.
Hasta ahora, cero jits, cero carreras. Panamá lleva la delantera en la defensa de su territorio.