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Trump o Harris, nada esencial cambiará en el stablishment, pero…

Llegó la noche del martes, cerramos la edición de nuestro diario y no conocemos el resultado. Se avecinan jornadas bien tensas en EE. UU., y así también será la verdadera elección, la que cuenta

 

Autor:

Juana Carrasco Martín

Cruda y reñida. Así fue la campaña hasta el último momento y cuando se abrieron las urnas para el conteo en la noche del 5 de noviembre y las valijas de los votos por correo o los anticipados, no cesó la tensión. Probablemente, ni siquiera este miércoles se conozca el nombre del vencedor y ya caminan las imputaciones y la agitación política.

Solo un triunfo contundente e indiscutible del republicano o de la demócrata podrá detener lo que se avecina si son pocas las diferencias en el voto popular, según pronósticos de los conocedores, y si no es bueno para la sociedad estadounidense, tampoco lo es para el mundo.

The Hill decía que los republicanos se sienten cada vez más optimistas de que Trump gane las elecciones, «pero se preparan para una intensa batalla si se declara ganadora a la vicepresidenta Harris». Esto es casi el anuncio de una repetición de los funestos acontecimientos de 2020-2021. Otro tanto en la esquina contraria, que estuvo tocando puertas en Pensilvania hasta la noche del lunes en busca del favor que le garantice los votos de ese estado clave, uno de los siete «indecisos».

Como siempre, bien temprano el martes se conoció cómo votó la pequeñísima localidad de Dixville Notch, en el estado de New Hampshire, a la que algunos le adjudican desde 1960 el papel de profetizadora del resultado final. De ser cierto ese poder «adivinador», lo que se viene no es halagüeño: Kamala Harris y Donald Trump empataron, con tres votos cada uno…

A las 9:30 de la noche, según The Hill, y por supuesto no son datos oficiales, sino proyecciones, Harris sumaba 68,790807 votos populares y 105 compromisarios del Colegio Electoral; mientras Trump la adelantaba con 87190220 boletas ciudadanas y 210 compromisarios.

En el Senado, de los cien escaños, The Hill daba 36 demócratas y 45 republicanos. El independiente Bernie Sanders se consideraba reelegido. En la Cámara de Representantes 102 demócratas y 148 republicanos.

Los votos populares no cuentan

Sin embargo, el ganador y próximo ocupante de la Casa Banca, no se decidirá por la cantidad total de votos emitidos a su favor en toda la nación, sino por el grupo de 538 personas que integran el Colegio Electoral, los electores compromisarios de uno u otro partido, quienes en cada uno de los 50 estados de la Unión deben votar todos a favor del candidato presidencial que obtiene la mayor cantidad de votos populares en ese estado, según lo establecido desde 1787 en la Constitución.

Práctica controvertida, pero que se mantiene vigente. Eso ha ocurrido cinco veces en la historia estadounidense, dos de ellas en pleno siglo XXI, cuando George W. Bush, el hijo, le ganó a Albert Gore en 2020, y el caso más reciente en 2016 cuando Trump obtuvo casi tres millones de votos ciudadanos menos que Hillary Clinton y la venció.

Y es bien polémica la regla constitucional, de manera que el 63 por ciento de los estadounidenses —según encuesta de este año de Pew Research Center— asegura que preferiría las elecciones presidenciales directas, es decir que sea su voto el que cuente. Así piensan ocho de cada diez demócratas y votantes independientes de tendencia demócrata, aunque solo están a favor de esa idea el 46 por ciento de los republicanos.

La nación estadounidense está conformada por 50 estados y el Distrito de Columbia, es decir Washington, la capital del país, y cada uno de ellos tiene asignada una cantidad de votos electorales, que es la suma de sus dos senadores y su número de representantes en la Cámara, proporcional a los habitantes del estado, que en este 2024 toma en cuenta el censo de 2020. Eso suma 538 votos electorales y para obtener la presidencia se deben lograr al menos 270.

De ahí que California cuente con 54 votos electorales y Texas, el segundo en magnitud poblacional, con 40. Mientras que  estados pequeños apenas tienen tres votos electorales: Alaska, Delaware, Dakota del Norte, Dakota del Sur, Vermont y Wyoming.

Estado por estado se va decidiendo la elección. Si un candidato gana el voto popular en un estado, así sea un solo voto de diferencia y por muy reñida que sea la carrera, se lleva todos los del Colegio Electoral allí. Una aclaración pertinente, así ocurre en 48 de los estados, menos en Maine y Nebraska, donde dividen sus respectivos tres votos electorales, con dos de ellos para el ganador del voto popular.

Votos del Colegio Electoral por estados. Foto: France24

Sin embargo, en contadas ocasiones se han producido deslealtades en el compromiso partidario. De manera que volvemos a las elecciones de 2016, cuando cinco integrantes del Colegio Electoral le fueron infiel a Hillary Clinton y dos desertaron de Trump, aunque no cambiaban el resultado de la elección. Desde 2020, en 35 estados se aprobaron leyes sobre la violación del compromiso, lo que implica multas o descalificación, y en Nuevo México y Carolina del Sur fueron más drásticos, porque esa deslealtad puede enfrentar una sanción penal.

Un conteo que pudiera prolongarse por varios días

Cuando logremos conocer los resultados del voto ciudadano del 5 de noviembre —que se pronostica será una noche larga, incluso dice The American Prospect que si no se produce una victoria aplastante por parte de uno de los candidatos, pudiera prolongarse durante varios días en estados donde sea poca la diferencia o en conteo reñido—. Estos tienen hasta el 10 de diciembre para finalizar cualquier disputa o reclamación por violación del código electoral o finalizar el recuento de los resultados.

El 17 se reúnen los electores compromisarios en cada estado para emitir su voto para presidente. Las copias de esas boletas se envían al presidente de Estados Unidos, Senado o vicepresidente para ser contados oficialmente.

El 6 de enero, el Congreso se reúne para contar los votos electorales y certificar la victoria del candidato que haya obtenido al menos 270.

Por ahora…

De acuerdo con las declaraciones que vienen desde los equipos de ambos contendientes y las acciones que se están tomando en varios estados, esta será una semana, o quizá hasta un par de meses bien complicados en Estados Unidos.

Se temen posibles disturbios o manifestaciones que pueden ser violentos, según los resultados. El Servicio Secreto levantó vallas de seguridad de dos metros y medio de altura alrededor de la Casa Blanca, el Capitolio, el Departamento del Tesoro, la residencia de la vicepresidenta Kamala Harris, en Washington D.C. y algunos otros puntos de la capital estadounidense, también en West Palm Beach, estado de Florida, donde Trump organizó un evento la noche electoral. En los estados también las autoridades tomaron medidas preventivas y en más de una docena se activó la Guardia Nacional.

Hacia lo interno, ya ambos partidos estarán sacando conclusiones de su victoria o derrota. De cuánto poder político acumulan, no solo con la Casa Blanca, también —y es sumamente importante— con el control del Senado y de la Cámara de Representantes. 

En el resto del planeta sacamos también nuestras cuentas, porque Estados Unidos ejerce todavía el poder hegemónico, se cree señor decisor de nuestros destinos y soborna, presiona, estruja, sanciona a unos u otros, según el caso.

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