Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Les convoco a seguir haciendo historia

Este martes, en el Palacio Legislativo ubicado en la capital mexicana, tuvo lugar la ceremonia de transmisión del mando del Poder Ejecutivo Federal de los Estados Unidos Mexicanos. En una jornada que invistió a Claudia Sheinbaum Pardo como dignataria, estuvo presente el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel Bermúdez

Autores:

Alina Perera Robbio
Leticia Martínez Hernández

CIUDAD DE MÉXICO.— Temprano en la mañana el pueblo y un nutrido grupo de reporteros esperaban a la salida de la casa de la Doctora Claudia Sheinbaum Pardo, al sur de la capital, quien en breve tomaría posesión como dignataria de la nación azteca. En medio de la lógica tensión de la espera, a ratos se escuchaban voces clamando «Presidenta», o sencillamente «Claudia».

Niñas y niños, adolescentes, mujeres y hombres de todas las edades aguardaban frente a la verja. Las cámaras de los medios de comunicación y los teléfonos móviles esperaban. Y al filo de las diez y media (hora local) salió el automóvil conduciendo a la que fungirá como primera Presidenta en la historia de México.

Un mundo humano se abalanzó sobre el coche que a duras penas podía avanzar en esos primeros minutos. «Felicidades, Presidenta», emergía una voz. La caravana iba lenta, en medio de los ciudadanos, de la prensa, de motoristas y de los actores del orden que intentaban desplegar su trabajo de la mejor manera. Destino: el Palacio Legislativo de San Lázaro, donde este primero de octubre tendría lugar la Ceremonia de Transmisión del Mando del Poder Ejecutivo Federal de los Estados Unidos Mexicanos.

Así como el desamor no se puede ocultar, tampoco el amor puede esconderse: y en las estampas de pueblo, en los rostros de quienes este martes estaban en las calles para dar un saludo a quien tomará las riendas de la nación por los próximos seis años, podían advertirse el cariño y el afán de los esperanzados.

Ceremonia de juramentación

Al Palacio Legislativo de San Lázaro —donde este martes estuvo presente una delegación de alto nivel representando a Cuba y encabezada por el Presidente Miguel Díaz-Canel Bermúdez— llegó minutos antes de la ceremonia Andrés Manuel López Obrador.

Lo que AMLO provocó con su entrada —luciendo la Banda Presidencial— fue una verdadera vorágine: mujeres y hombres lo abrazaban y besaban, se fotografiaban con él, apenas lo dejaban avanzar. Natural, sonriente, tan sencillo, Andrés Manuel caminaba entre muchos compatriotas alegres y agradecidos.

Habría que tabular, en una obra de ingeniería fatigosa, cuántas y cuántos estamparon besos en las mejillas del dignatario saliente, mientras él se abría paso en el Salón de Plenos. La vorágine se prolongó hasta el instante de inicio de la ceremonia. AMLO era el vórtice de un movimiento encrespado de amor.

Pasadas las 11 de la mañana, Claudia, acompañada de su esposo, fue recibida en la escalinata del Palacio Legislativo, hasta donde llegó para juramentar como Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos. Ella es la número 66 que ostentará esa responsabilidad.

A la ceremonia de traspaso se le ha valorado como un día histórico. Al acto concurrieron  representantes de 105 países, de 23 organismos internacionales, y unos 400 medios de comunicación. En el Salón de Plenos, Claudia Sheinbaum fue calurosamente recibida. Otra vez las voces de «Presidenta» emergían de todas partes. Y también ella se convirtió en vórtice de los afectos y de las esperanzas.

Claudia subió hasta donde estaba AMLO, quien le dio un fuerte abrazo y un beso. La Doctora rindió Protesta, como Presidenta de la República, ante el Congreso de la Unión. Y en ese cumplimiento, dijo a todos:

«Honorable Congreso de la Unión, pueblo de México, protesto guardar y hacer guardar la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos y las leyes que de ella emanen, y desempeñar leal y patrióticamente el cargo de Presidenta de la República que el pueblo me ha conferido». Declaró que lo hará mirando en todo por el bien y prosperidad de la Unión: «Y si así no lo hiciere, dijo, que la nación me lo demande».

La Doctora puso los brazos cruzados sobre el pecho, mientras todos aclamaban: «Presidenta…». Y cuando acomodó la Banda Presidencial sobre su cuerpo, el recinto se llenó de una ovación total.

Mensaje a la nación

En mensaje dirigido a la nación, la Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos agradeció la presencia de los 105 países, lo cual, expresó, es un reflejo del compromiso de México con la comunidad internacional, y de la amistad «que nos une con todos los pueblos».

La mandataria mencionó, uno a uno, a cada dignatario presente, o a sus representantes. El auditorio reaccionó con sumo respeto ante cada nombre y, al escucharse el del Presidente Díaz-Canel, se hizo sentir en el Salón un saludo de multitud, transido de un cariño con énfasis.

En las primeras palabras de una intervención que duró unos 50 minutos, Claudia se refirió a López Obrador, y afirmó: «La historia y el pueblo lo han juzgado: Andrés Manuel López Obrador, uno de los grandes». En medio de aplausos y aclamaciones, se dirigió a su compatriota como «el presidente más querido, solo comparable con Lázaro Cárdenas», el que inició la revolución pacífica de la Cuarta Transformación de la vida pública de México, entre otras virtudes.

La mandataria recordó a AMLO el deseo, por él expresado, de que no se develen bustos inspirados en él, ni se ponga su nombre a calle alguna, ni se levanten monumentos. La Doctora Claudia Sheinbaum razonó a continuación: La verdad es que no hace falta, porque usted estará siempre en el espacio de los que luchan toda la vida, usted estará siempre en el corazón del pueblo de México.

En otro momento dijo al dignatario saliente: «Gracias, gracias, gracias por siempre. Ha sido un honor luchar con usted. Hasta siempre hermano, amigo, compañero, Andrés Manuel López Obrador». Y en el recinto retumbaba la frase «es un honor estar con Obrador».

Claudia subió hasta donde estaba AMLO, quien le dio un fuerte abrazo y un beso. Foto: Gobierno de México

A su amado México dedicó la dignataria hermosas ideas, para destacar que ya ellos eran una gran civilización, por la sabiduría y por adelantadas manifestaciones en todos los órdenes, antes de que llegaran los españoles. Y en otro momento de su mensaje defendió los derechos plenos que asisten a los pueblos indígenas y a los pueblos afroamericanos de la nación azteca.

Hoy primero de octubre de 2024 —enunció la Presidenta— comienza el segundo piso de la Cuarta Transformación de la vida pública de México. E hizo hincapié en que por vez primera «llegamos las mujeres a conducir los destinos de nuestra hermosa nación; y digo llegamos porque no llego sola: llegamos todas».

México es un país maravilloso, es un pueblo extraordinario —significó Claudia—, quien seguidamente, en una enumeración emotiva, habló del país que le dio al mundo un Hidalgo; del que tuvo un Morelos, un Vicente Guerrero, una Guadalupe Victoria, una Josefa Ortiz. Habló del México de Juárez, de los obreros, de Zapata, de tantos otros grandes…

México es de mujeres y hombres libres que a lo largo del siglo XX lucharon por la democracia y por la justicia. Así valoró la dignataria, quien afirmó con énfasis y orgullo: «México es grandioso».

Sobre lo acontecido en los años de trabajo que la precedieron, la Presidenta pidió a todos hacer una reflexión. Hizo entonces más de una pregunta. Y, entre ellas, pidió analizar cómo es que 9,5 millones de personas salieron de la pobreza en solo seis años; cómo es que la nación azteca es de las menos endeudadas y con menos índices de desempleo. La repuesta —afirmó— está en el cambio del modelo de desarrollo del país, de haber pasado del fracasado régimen neoliberal a uno que fue al humanismo mexicano.

Habló en términos de una transformación profunda. Y aceptémoslo, dijo: «A todas y a todos nos ha ido mejor».

Para bien de México, de todas y todos, vamos a continuar con el humanismo mexicano, con la Cuarta Transformación, expresó la Presidenta. Y, al referirse a la política exterior, hizo referencia, entre otros objetivos, al camino de fortalecimiento de la relación económica y cultural con los países de Nuestra América.

Explicó también el concepto —que será defendido en esta etapa— del Estado de Derecho. Enunció que se mantendrán todos los programas del bienestar; que se tomarán decisiones para cuidar a las mujeres mayores, a los niños y niñas; y afirmó que la salud y la educación son derechos del pueblo de México, no son privilegios ni mercancía.

Mientras se escuchaban las exclamaciones de «Presidenta, Presidenta», Claudia compartía detalles sobre metas que tiene el nuevo Gobierno. Entre ellas, seguir construyendo viviendas, ampliar la línea del Tren Maya, hacer una transición hacia Fuentes Renovables de Energía, avanzar hacia la soberanía y autoabastecimiento alimentarios, emprender un ambicioso proyecto de economía circular, garantizar el agua como recurso de la nación, limpiar los ríos más contaminados del país, y hacer de México «una potencia científica y de la innovación».

Sobre el último propósito, dijo la mandataria: «No podemos quedarnos atrás en el desarrollo tecnológico». Y en materia de seguridad, aseveró: «Garantizaremos la disminución de los delitos de alto impacto». Nuestra convicción, dijo, es que la seguridad y la paz son frutos de la justicia.

Claudia es una convencida de que, en la lucha contra el delito, hay tres premisas vitales: atención a las causas, inteligencia e investigación, y fortalecimiento de la Guardia Nacional.

Tiempo de transformación

El pueblo fue muy claro cuando dijo que es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres, valoró la Presidenta en su intervención. Y expresó que durante mucho tiempo las mujeres «fuimos anuladas»; las niñas escuchaban relatos sobre cómo eran los hombres quienes hacían la historia.

Hoy sabemos —subrayó la dignataria— que las mujeres hicieron grandes hazañas en la historia de México. Y más adelante quiso reconocer no solo a las heroínas conocidas de la patria, sino también a las anónimas, las invisibles. Mencionó a las indígenas, a las trabajadoras del hogar, a las bisabuelas que no aprendieron a leer ni a escribir, a las tías, a todas las que desde el hogar, desde las calles o sus lugares de trabajo, «lucharon por ver este momento».

Claudia mencionó a las hermanas «que desde sus historias lograron salir adelante». Llegan nuestras nietas, dijo, las que soñaron la posibilidad de que algún día, sin importar ser mujeres u hombres, «podíamos realizar nuestros sueños.

«Llegan ellas, todas ellas, que nos pensaron libres y felices», afirmó Claudia con orgullo y serenidad; y resaltó: Llega con nosotros el pueblo de México, mujeres y hombres empoderados; la Transformación les dio la dignidad, y nunca más se la podrán arrebatar.

«Soy madre, abuela, científica y mujer de fe; y a partir de hoy, por voluntad del pueblo de México, la Presidenta Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos», expresó Claudia Sheinbaum, quien aseguró que gobernará para todas y para todos, y que pondrá todos sus conocimientos y fuerzas al servicio de México.

Tengo la certeza, declaró, de que conquistaremos cada día, juntos, un México más próspero. Y expresó a todos: «Les convoco a seguir haciendo historia».

Fueron entonadas las notas del Himno Nacional Mexicano. Claudia y AMLO se dieron un gran abrazo y levantaron, unidas, sus manos. El ciudadano Andrés Manuel López Obrador hizo su despedida del recinto, acompañado por una comisión designada para tal momento. Él se despedía y era el centro de una multitud que deseaba atrapar el instante con todo tipo de obturadores, con abrazos y besos.

Minutos después otra comisión acompañó a la Presidenta en su salida del Palacio Legislativo. Entre risas, aplausos, ovaciones y fotografías, la mandataria avanzaba despacio, rodeada de mujeres, hacia las afueras del edificio. Y, una vez al aire libre, también saludó con afecto al pueblo que esperaba en las inmediaciones del lugar.

Este martes México llega a una nueva era: una mujer llevará, por primera vez en 200 años, las riendas de la nación. Es una mujer que cuenta con todos, pero que también conoce y siente el valor de la letra «a», el valor de decir Presidenta, obrera, doctora… porque al cabo de siglos la historia ha dejado claro, y para Claudia es una gran certeza, que aquello que no se nombra es como si no existiera.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.