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Una distopía que ya tiene guerras reales

La inteligencia artificial se hace presente con armas-robots más letales y también ¿autónomas? en los arsenales de potencias militares. Dos programas en funcionamiento, Lavender y Replicator, merecen atención

Autor:

Juana Carrasco Martín

Cuando se describe a la distopía en el Diccionario de la Real Academia Española se dice que es «una representación ficticia de una sociedad futura de características negativas causantes de la alineación humana».

Puede que en algunos de sus componentes esté todavía en el estadio de la ficción, pero en otros ha pasado a formar parte de la realidad, como los avances de la ciencia y la técnica en el campo del desarrollo de los armamentos, donde la inteligencia artificial (IA) le ha dado un acelerado impulso a artefactos cada vez más letales y hasta la posibilidad de ser autónomos de la decisión humana, lo que abre las puertas a un conflicto ético sobre la moralidad o la amoralidad de cómo los humanos diseñan, construyen y dan uso a robots y otros seres artificialmente inteligentes para ser más efectivos en la aniquilación del «enemigo».

Si partimos del proverbio popular «Ojos que no ven, corazón que no siente», la consecuencia derivada se traduce en que los «humanos» no se sienten responsables de las catástrofes que pueden estar provocando sus mortales maquinarias IA.

Por estos días, un artículo publicado en Common Dreams llamaba la atención sobre las imágenes transmitidas por el canal Al-Jazeera, en las cuales un dron israelí atacaba en Khan Yunis a cuatro adolescentes o jóvenes palestinos desarmados, una muestra más de la inhumana guerra genocida de Israel en la Franja de Gaza. Ante el mundo se exhibía con total impunidad un producto del saber humano puesto no a disposición de su beneficio, sino como efectiva arma de exterminio que tiene, para quien la utiliza, la ventaja de no exponer sus tropas mientras logra un mayor número de bajas en el «adversario».

El mal olor de «lavanda»

Esta información nos ha llevado a una muy interesante publicación en la red de redes +972 Magazine, que junto a Local Call investigó y nos da a conocer nuevas informaciones sobre Lavender —y no se trata de la hermosa y aromática flora de la lavanda, ni nos va a recordar el olor a ropa limpia, recién lavada—. Esta Lavender huele a sucio y a sangre… Mucha inteligencia y nada de conciencia.

Explico: El equipo humano-máquina: Cómo crear una sinergia entre la inteligencia humana y la artificial que revolucionará nuestro mundo es el título de un libro publicado en 2021 cuyo autor es el brigadier general Y.S., seudónimo con que publica sus obras un analista experto, comandante de una unidad de inteligencia de élite israelí y gerente de tecnología con 20 años de experiencia trabajando en cuestiones de seguridad nacional y desafíos del Estado de Israel, especializado en áreas como la ciencia cibernética y de datos, que en 2018 recibió el Premio de Defensa de Israel por un nuevo proyecto «antiterrorista» basado en inteligencia artificial.

Así, más o menos con esas palabras, lo presenta Amazon.com en la promoción y venta del volumen que este Y.S. escribió mientras cursaba una maestría en la Universidad de Defensa Nacional, en Washington D.C., y en el cual describe el diseño de una máquina que podría procesar con la rapidez que requiere una operación militar masivas cantidades de datos que pueden mostrar miles de «objetivos» potenciales en medio de una guerra.

Y no es ficción, eso es el programa Lavender desarrollado por el ejército israelí y puesto en ejecución en el bestial, inhumano y preciso bombardeo, asedio y ocupación de la Franja de Gaza que está en curso desde el pasado 7 de octubre, un escarnio para el mundo con el cual están dejando miles de víctimas (muertos, heridos, mutilados, enterrados bajo los escombros, desplazados y en hambruna), en la intención expresa de apoderarse del poco territorio que les han ido dejando a los palestinos en 75 años de despojo, base para ir en busca de más, lo que llaman el «Gran Israel», en países árabes vecinos.

No importa, por supuesto, que el sistema Lavender pueda cometer «errores» que dicen que ocurrirían en el diez por ciento de los casos, aun sin estos y suponiendo que esté marcando a «combatientes» de Hamás, archiconocido es que Israel ejecuta sus bombardeos en horas de la noche y la madrugada a las viviendas de esos supuestos adversarios y cuando está la familia reunida.

 El sarcasmo y la miseria se acrecientan cuando la investigación llevó a
conocer que a uno de los sistemas automatizados adicionales le han llamado «¿Dónde está papá?»; entonces se comprende por qué de los casi 34 000 palestinos asesinados en Gaza en seis meses de la operación militar sionista, al menos 13 000 son niños y otro número grande son mujeres…

El cómplice permisivo y Replicator

Es evidente que Israel tiene un socio tolerante, condescendiente, complaciente y comprensivo de esta actuación. Es más, lo financia. Año tras año en el presupuesto estadounidense hay una partida de 3 800 millones de dólares para gastos militares de Israel y, con la puesta en marcha de la «Operación Espadas de Hierro», nuevas cifras millonarias se les han sumado, con un constante envío de equipos, armas y municiones Made in USA.

Sin embargo, al unísono, la IA y su uso letal movilizan también a individuos y organizaciones en Estados Unidos, preocupados por lo que se está convirtiendo en futuro inmediato o presente.

Lloyd Austin, más exactamente el secretario de Guerra de EE. UU., general de cuatro estrellas retirado y ¿ex? miembro del consejo de administración de la empresa militar Raytheon, recibió una carta firmada por 14 grupos, entre otros Public Citizen, Future of Life Institute, Demand Progress y Win Without War, turbados por el desarrollo acelerado y el despliegue de armas letales de IA, y exponían otro programa del Pentágono, el Replicator, en este caso con China en la mirilla de la IA.

La misiva tenía copia para la subsecretaria de Defensa, Kathleen Hicks, quien a finales de agosto de 2023 habló en una conferencia de la Asociación Nacional de Defensa Nacional para anunciar la iniciativa Replicator, la cual propone una amplia utilización de drones para, según dicen, combatir los misiles chinos en un hipotético conflicto sobre Taiwán. El proyecto de ley de asignación para la defensa de este año incluye 200 millones de dólares y esperan obtener otros 300 millones más para el programa, basados en la efectividad de esos equipos en el conflicto ruso-ucraniano.

Replicator no es el único programa. Robert Weissman, presidente de Public Citizen, al comentar la carta enviada por las organizaciones a Austin y Hicks lo dice: «Estados Unidos debería declarar claramente que no creará ni desplegará robots asesinos y debería trabajar para avanzar en las negociaciones de tratados globales para prohibir tales armas», que significan un paso acelerado e inhumano en la carrera armamentista en la que, afirmó también, «toda la humanidad es la perdedora».

En junio de 2023, Wired publicaba un reportaje revelador bajo el título La guerra del futuro ya está aquí: autónoma y llena de IA, y se refería a naves sin tripulación y enjambres de drones autodirigidos; específicamente describía «cómo un grupo especial de la Marina estadounidense utiliza la robótica y la inteligencia artificial para prepararse para la próxima era de conflicto» en un ejercicio militar desplegado en el Golfo Arábigo-Pérsico, apenas a cien millas de las costas de Irán, donde los protagonistas eran pequeños barcos robots que fungían como los ojos y oídos de la Task Force 59 de Estados Unidos, para vigilar con cámaras y radares la superficie y bajo el agua, procesar datos recopilados con algoritmos para distinguir las naves que circulaban en el área y también entre «los petroleros y los contrabandistas».

La IA tiene desde hace unos cuantos años uso en tareas de reconocimiento de objetivos militares, vigilancia, comunicación, logística, en la manipulación de la información y el desarrollo de nuevas armas y los métodos de combate, dicen otros artículos sobre el tema.

Cuando hace unas semanas el presidente de Estados Unidos, Joseph Biden, formuló su discurso sobre el Estado de la Unión hizo una comparación estremecedora por lo que puso en perspectiva. Dijo que el momento actual se asemejaba a cuando EE. UU. se preparaba para entrar en la Segunda Guerra Mundial y que «el mundo libre» «estaba bajo ataque».

Realmente el mundo todo, no solo ese que llaman «libre», sino el de poder omnímodo, ya atraviesa el umbral hacia lo que algunos, por la aterradora e inhumana experiencia en Gaza —que ha cruzado todas las líneas rojas de las convenciones internacionales, dejándolas inutilizadas—, llaman la «factoría de asesinatos en masa».

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