Lejos de mitigar las tensiones geopolíticas en Europa, el acuerdo militar entre Berlín, Amsterdam y Varsovia amenaza con desatar consecuencias imprevistas. Autor: AFP Publicado: 03/02/2024 | 09:45 pm
Las informaciones se suceden en los medios especializados en el tema militar y también en los generales. Unas tras otras, naciones europeas encargan armas sofisticadas o están en maniobras conjuntas de la OTAN. El espíritu guerrerista se apodera de los aconteceres mundiales, cuando apenas ha transcurrido el primer mes de 2024…
Alemania, Países Bajos y Polonia firmaron el martes de esta semana que concluye un acuerdo destinado a reducir la burocracia. No sería mala la noticia, pero esa burocracia tiene nombre y apellido, se trata del papeleo y los trámites que pueden obstaculizar un movimiento rápido de tropas y armas a través de las fronteras por un corredor principal desde el Mar del Norte hasta el flanco oriental de la OTAN.
Decía un despacho noticioso de Reuters que tanto la Organización del Tratado del Atlántico Norte como la Unión Europea aceleran los preparativos «en caso de que estalle un conflicto militar con Moscú», y estremecen los malos augurios, que no se limitan al campo guerrerista, son también la adaptación sicológica de los pueblos europeos y del mundo a ese guion premeditado, beneficioso solo para quienes lucran con el negocio de las armas.
Desde enero y hasta mayo, el poderoso bloque militar enseña sus garras con Steadfast Defender 2024, calificados por ellos mismos como los mayores ejercicios militares desde el final de la Guerra Fría, y en el cual participan 90 000 soldados, la gran mayoría con las insignias de Estados Unidos y el Reino Unido, aunque están participando en la «disuasión» prácticamente las 31 banderas aliadas que se ejercitarán por miles de kilómetros marítimos y terrestres —también en los espacios aéreos y cibernéticos—, desde el Ártico y el Atlántico hasta el flanco oriental, en Finlandia, Estonia, Alemania, Grecia, Hungría, Letonia, Lituania, Noruega, Polonia, Rumania, Eslovaquia, Suecia y el Reino Unido.
Ahora bien, el acuerdo Berlín-Ámsterdam-Varsovia, según la ministra de Defensa holandesa, Kajsa Ollogren, facilitará la cooperación para que sus ejércitos puedan moverse rápidamente, y no está hablando del simulacro, sino de una guerra que sería catastrófica... que agoreramente aventuraba a finales de 2023 el jefe del comando logístico de la OTAN, el teniente general Alexander Sollfrank: «Se nos está acabando el tiempo. Lo que no hagamos en tiempos de paz no estará listo en caso de una crisis o una guerra».
De ahí que otras noticias nada halagüeñas aparezcan con frecuencia. Por ejemplo, el ejército croata compra ocho helicópteros UH-60M Black Hawk a EE. UU. por aproximadamente 500 millones de dólares. Además de los aparatos, el ejército de Zagreb recibirá motores, radios de comunicación por satélite de alta y ultrafrecuencia, sistemas de navegación y alerta antimisiles y otros sistemas de aviónica integrados. El paquete incorporará sistemas de protección de armadura asociados, soportes para armas, ametralladoras M240H y plataformas de entrenamiento UH-60M.
De plácemes el fabricante, la Lockheed Martin y su filial Sikorsky en Strafford, estado de Connecticut. «La compra del helicóptero Black Hawk confirma una vez más la asociación estratégica con EE.UU., así como el compromiso del Gobierno de la República de Croacia de invertir en el fortalecimiento de las capacidades de todos los componentes del ejército croata», dijo el Ministerio de Defensa de Croacia.
La República Checa también ha firmado un memorando de entendimiento con Estados Unidos para la compra de 24 aviones de combate F-35 Lightning II. La venta militar extranjera incluirá 11 proyectos valorados en 6 600 millones de dólares, y mira qué casualidad, el contratista principal es Lockheed Martin, aunque no el único, pues se firmarán tres proyectos adicionales con la empresa aeroespacial estadounidense Pratt & Whitney, y habrá 13 socios industriales y académicos checos. Y anote en el libro de las ganancias de Lockheed Martin, el Gobierno checo ocupa el número 18 en la lista de países incorporados al programa global F’35, anunciaba con satisfacción la empresa militar.
En esta relación de clientes, Rumania no quiere quedarse atrás y se moderniza militarmente. En planes inmediatos está adquirir 54 carros de combate Abrams, lo que la situaría en el segundo operador de estos vehículos blindados luego de Polonia, también obuses, cazas de combate F-35 Lightning II —ya saben quién los fabrica—, además de puentes de asalto, municiones y armamento pesado, entre otras compras, que podrían incluir 200 misiles Patriot.
Pudiéramos agregar más interesados en el rearme, pero basta con una bien reciente muestra. En definitiva, el año 2023 marcó un nuevo récord para la exportación de armas desde Estados Unidos, donde está el meollo de la estrategia militar y los intereses que la sostienen.
Dicen los conocedores que las ventas de armas y equipos de defensa por parte del Gobierno de Estados Unidos a otros gobiernos alcanzaron los 80 900 millones de dólares en el año fiscal 2023, un aumento de casi el 56 por ciento con respecto a 2022, gracias a acuerdos con Polonia, Alemania, Australia, Canadá y otros. Sí, claro que también otras regiones están interesadas en esta carrera armamentista.
Según la publicación Defense One, la cantidad de armas vendidas por los fabricantes de armas estadounidenses directamente a clientes extranjeros también aumentó, pero solo un 2,5 por ciento, llegando a 157 500 millones de dólares, y entre los compradores estaban Italia, Noruega y Ucrania. No mencionaré los de otras latitudes del orbe, pero los hay de Asia y del Medio Oriente.
No perdamos de vista otro elemento en este peliagudo asunto de las guerras y los armamentos. Se conoció a mediados de enero que fue publicada la estrategia industrial de defensa nacional del Departamento de Defensa de Estados Unidos, la que describe cuatro prioridades principales: cadenas de suministro resilientes, preparación de la fuerza laboral, adquisiciones flexibles y disuasión económica.
Hay dos conflictos bélicos en curso, sin signos de conclusión, con escenarios en Ucrania y Gaza, además de las tensiones que Estados Unidos fabrica en el Pacífico y las pequeñas guerras en África; por tanto, la base industrial militar tiene que reponer municiones y artefactos tanto en las santabárbaras como en las trincheras, un reto, una oportunidad fomentada y una panacea para los fabricantes de la muerte y la destrucción. De ahí que su consigna sea: Cero tregua.