El Secretario General de la ONU clamó por el desarrollo integral de las naciones emergentes. Autor: Abel Rojas Barallobre Publicado: 17/09/2023 | 12:23 am
El tiempo casi resultó insuficiente para escuchar a los 49 Jefes de Estado y de Gobierno o altos representantes gubernamentales o funcionarios de organismos internacionales que solicitaron el uso de la palabra en la primera jornada de la Cumbre del G77 y China en La Habana.
Fueron ocho horas y media corridas de intervenciones, precisaría el canciller cubano, Bruno Rodríguez Parrilla después, que resultaron coherentes con la amplia asistencia a la cita de más de un centenar de naciones pero que, sobre todo, demostraron la pertinencia, por urgente, del tema escogido como su contenido central.
El rol de la ciencia, la tecnología y la innovación en el desarrollo es un asunto que preocupa a todos los que, en el sur, reclaman el acceso a ellas. La imposibilidad de hacerlo como resultado del injusto orden mundial puso en solfa, como se esperaba, las añejas exigencias del nuevo orden internacional y de una nueva arquitectura financiera, el cumplimiento por los países ricos de la ausente ayuda oficial al desarrollo y la necesidad de financiamiento para acceder a los adelantos científicos, imprescindibles hoy en las esferas de la educación, la salud, la agricultura, entre otras, sin contar el enfrentamiento a las consecuencias del cambio climático, un aspecto para el que resulta indispensable aplicar la ciencia, y en el que también se sigue esperando el compromiso y aporte de los países desarrollados.
Tales asuntos fueron abordados en la mayoría de las intervenciones, empezando por el dramático reconocimiento de las injusticias que formuló el titular de la ONU, António Guterres, cuando afirmó que «el mundo le está fallando a los países en desarrollo».
La pobreza va en aumento, el hambre es cada vez mayor, los precios están disparados, la deuda externa es indetenible y los fenómenos producidos como resultado del cambio climático son cada vez más frecuentes, señaló el Secretario General de Naciones Unidas, en una descripción cabal de los dilemas que agobian a las naciones emergentes.
Guterres coincidió con representantes nacionales cuando aseveró que hace falta instituciones eficientes, y advirtió que algunas, como las dejadas por los Acuerdos de Bretton Woods —dijo en alusión al Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial— reflejan una época pasada.
Estimó que la ciencia y la tecnología pueden crear solidaridad sobre problemas comunes y ayudar al desarrollo sostenible. Pero advirtió que contra ello se erigen desigualdades y divisiones.
En el campo de la cooperación sur-sur —otro asunto relacionado con los temas a debate pues no ha sido posible contar con la colaboración del norte, aunque no se renuncia a ella— resultó alentadora, como se esperaba, la posición de China, expresada por Li Xi, miembro del Comité Permanente del Buró Político del Comité Central del Partido Comunista de China y enviado especial a la cita del presidente Xi Jinping.
El alto dirigente partidista ratificó que su nación está dispuesta a trabajar con Cuba y el resto de los miembros del G77 por abrir un nuevo capítulo de cooperación sur-sur con más solidaridad y desarrollo, y en la búsqueda de una comunidad de futuro compartido para una nueva era de desarrollo común.
Beijing ratificó su pertenencia a la comunidad de los países en desarrollo, lo que Li Xi calificó como «una decisión estratégica» y trajo posiciones a la Cumbre que ratificaron su apuesta a la cooperación, su vocación solidaria, y sus posibilidades como uno de los motores que, junto a Rusia, horadan la unipolaridad hoy.
China está dispuesta a estrechar la comunicación con el G77 para profundizar la cooperación y maximizar los bienes públicos, reducir la brecha que separa a países ricos de pobres y solventar los problemas del desarrollo, manifestó, e invitó a participar, en octubre, en el 3er. Foro de la Franja y la Ruta de la Seda. Son bienvenidas todas las partes, afirmó.
Desde otro ángulo, también el presidente argentino, Alberto Fernández, hizo una invitación tácita a la cooperación en el plano científico entre nuestros países, cuando recordó los importantes avances conseguidos por hombres de ciencia de su país en el campo de la biotecnología y evocó los medulares aportes de Cuba con la elaboración de sus propias vacunas contra la Covid-19, que hizo llegar a otros países, frente al egoísmo de las grandes farmacéuticas y las naciones poderosas.
Los actores del sur global, señaló más adelante, tienen en la ciencia, la tecnología y la innovación una enorme herramienta, consideró.
Sin embargo, buena parte de su intervención estuvo dedicada a la necesidad de la nueva arquitectura financiera, el peso de la deuda externa y de los condicionamientos del FMI, una realidad reiterada también en otras intervenciones, especialmente dura para Argentina, una de las naciones altamente endeudadas de América Latina.
«Lo primero que hay que hacer es cambiar el sistema financiero internacional, que sigue aplicando las lógicas ortodoxas que nos llevaron a este estado de crisis», aseguró.
Estados Unidos no debe seguir imponiendo las tasas y dictaminando los acuerdos que debe hacer el Fondo Monetario, advirtió Fernández.
El Presidente argentino abogó por una restructuración del sistema financiero internacional. Foto: @CubaG77/X
Se escuchó también en la jornada al primer ministro de San Vicente y las Granadinas y presidente de la Celac, Ralph Gonsalves, quien reiteró el llamado a la cooperación sur-sur: Necesitamos solidaridad entre nosotros, señaló.
Es fundamental tener en cuenta un tema planteado por el Presidente Díaz-Canel, la ONU y la Unión Africana, dijo: saber que necesitamos solidaridad entre nosotros. Esta solidaridad debe surgir del seno de nuestros propios intereses y de los de la humanidad, agregó.
También instó a que se aborden siempre los temas de las estructuras económicas y la compensación a los pueblos africanos como un todo.
Trabajemos juntos en la solidaridad y trabajemos a partir de la Declaración, dijo en alusión al texto final. Hoy tenemos expresiones compartidas que deben fortalecerse, exhortó.
La trascendencia y ejemplo que constituye la colaboración cubana en el sur llegó asimismo desde los países de África. A ello se refirió el presidente de Ruanda, Paul Kagame, quien se manifestó feliz de su rencuentro con la Isla, donde vivió por nueve meses hace algunos años, narró.
Luego de felicitar al Presidente cubano Miguel Díaz-Canel por su liderazgo y gestión al frente del G77 y China, Kagame tuvo palabras de elogio para nuestra Isla por sus logros en materia de ciencia, tecnología e innovación.
Hoy su país es sede de los mejores doctores del mundo, dijo. Tenemos mucho que aprender de ustedes, estimó Kagame, quien también reconoció la contribución de nuestro país al desarrollo en África «y más allá».
Cuba, destacó, sigue siendo ejemplo de cooperación dentro del mundo del sur.
Donde todos somos iguales
Entre las naciones latinoamericanas se escuchó igualmente al presidente venezolano Nicolás Maduro, quien ponderó el escenario conformado por el G77 y China como «el espacio donde todos somos iguales. Donde nadie pretende imponerse ni excluir a nadie».
Seis décadas después de la fundación del Grupo, estamos marcando la pauta de lo que debe ser un modelo civilizatorio que permita el diálogo, añadió. Como pueblos del sur tenemos que buscar nuestros propios caminos y no aceptar dictados de ninguna potencia con pretensiones de dominación. Tenemos que impulsar una cooperación práctica de mayor impacto en la educación, la ciencia y la tecnología. Tenemos que pedir mayor apoyo, consideró.
Hemos transitado un camino lleno de experiencias en los 60 años del G77 y China, estimó más adelante, y dijo que parecieran estar conjugándose todas las condiciones geopolíticas para que nuestros pueblos puedan levantar banderas de independencia y soberanía y construir el siglo XXI como el de los pueblos libres, sin imperialismos ni hegemonismos, destacó.
Un momento emotivo fue la presencia en el podio del presidente del oprimido pueblo de Palestina, Mahmud Abbas, quien recordó que con la ocupación israelí, su pueblo sufre desafíos mayores para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible adoptados en el marco de la ONU, lo que se complejiza por la segregación racial, la ocupación ilegal y el proyecto colonial que niega su derecho al desarrollo de todo un pueblo, bajo los efectos de políticas ilegales de colonización de las tierras, degradación ambiental y saqueos de sus recursos, que han favorecido la destrucción de su economía. Eso, dijo, no puede ser sostenible ni viable.
¿No es hora de poner fin a esta compleja injusticia histórica que afecta el pueblo palestino?, preguntó Abbas, quien aseguró que su pueblo está decidido a superar la injusticia histórica que ha sofocado su desarrollo y sus aspiraciones durante un siglo completo.
Reconocimiento a Cuba
Emotivo fue también, por su calidez y fervor revolucionario, el saludo que trajo el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, al pueblo cubano y su Gobierno. Ortega reconoció la resistencia de la Isla y condenó, una vez más, el bloqueo de Estados Unidos, y criticó su prórroga por el mandatario Joe Biden, así como la inclusión de nuestro país en la falaz lista estadounidense de países supuestamente promotores del terrorismo.
Bajo el genio y la fortaleza de Martí y la conducción del Comandante Fidel Castro, el camino es resistir en medio de estas condiciones. La batalla de Cuba es nuestra batalla, afirmó.
Esta Cumbre muestra precisamente que los imperialistas no han logrado matar el espíritu de lucha, ni la dignidad de los pueblos del mundo. Aquí estamos creando un polo de desarrollo económico y social que defiende la soberanía, destacó Ortega. Indiscutiblemente, estamos tomando iniciativas para resistir, aseguró.
Su expresión solidaria con Cuba y el rechazo al asedio de EE. UU. fue punto común en las intervenciones de otros representantes nacionales, que también reconocieron el rol de la Isla al frente del G77, y en la organización de esta cita.