El triunfo de las fuerzas derechistas en elecciones de consejeros constitucionales condiciona el proyecto de transformación democrática impulsado por Boric. Autor: Presidencia de Chile Publicado: 08/05/2023 | 08:03 pm
SANTIAGO DE CHILE, mayo 8.— Con un llamado a la unidad y a «no cometer los mismos errores» reaccionó el presidente de Chile, Gabriel Boric, al triunfo de la ultraderecha en las elecciones de consejeros constitucionales realizada el pasado domingo.
La alta votación recibida por los candidatos derechistas encabezados por el exaspirante presidencial José Antonio Kast les asegura la presencia de 33 representantes de los 50 que tendrá el llamado Consejo Constitucional, encargado de redactar una nueva Carta Magna, sobre la base de un proyecto elaborado antes por expertos.
Esa cantidad de escaños les dará, virtualmente, el poder de redactar la Constitución por sí solos, comentó metafóricamente La Jornada, pues representa mucho más del mínimo de tres quintos (30) requeridos para aprobar el articulado.
En tanto, la centroizquierda logró solo 17, lejos de los dos quintos que le hubieran dado fuerza para vetar y forzar una negociación.
La elección ha sido considerada una suerte de plebiscito de este mandato, durante el cual emergió lo que analistas identifican como crisis de seguridad pública, el problema del ingreso ilegal de migrantes y una situación económica que es percibida como mala por la alta inflación (13 por ciento en 2022) y el bajo desempeño de la economía.
En consonancia, Kast formuló declaraciones triunfalistas. «Hoy podemos respirar un poco más tranquilos, más aliviados y decir con responsabilidad y con esperanza que hoy es el primer día de un futuro mejor para nuestro país, es el primer día de un nuevo comienzo para Chile», dijo, lo que fue interpretado como un adelanto de que volverá a postularse para las elecciones presidenciales de 2025 y evidencia de lo que resultaría más determinante: su convicción de que la balanza en las preferencias políticas ha cambiado desde que Gabriel Boric lo superó con 55,8 por ciento de los votos frente al 44,1 obtenidos por él, en las más recientes presidenciales.
De hecho, algunos titulares acerca de lo ocurrido el domingo hablaron de «giro» en Chile y consideraron que la derecha se convirtió en la primera fuerza política.
Sin embargo, se ha hablado menos de los votos nulos y blancos —la votación en Chile es obligatoria, por lo cual se valora menos la abstención—, expresivos de descontento con el sistema acordado para la redacción del texto constitucional.
Los votos emitidos invalidados por los votantes al dejar las boletas en blanco o escribir en ellas pronunciamientos contra el proceso sumaron más de 21 por ciento, es decir, 2,5 millones de votos, cifra superior a los sufragios conseguidos por la tercera fuerza electa para el Consejo Constitucional: la lista de la derecha tradicional representada en Chile Seguro, apuntaron observadores.
El voto nulo fue el centro de la campaña previa desarrollada por sectores de la izquierda y de los movimientos sociales inconformes con el proceso, según el cual una comisión de expertos ya ha conformado una base de texto que será sobre el cual trabajen los nuevos constituyentes.
Lo otro que despierta inconformidad es la ausencia de representación popular en las candidaturas. Los sectores críticos señalan que los aspirantes fueron miembros de los partidos tradicionales o con presencia en el Parlamento.
En votación en octubre de 2020, un 78 por ciento del electorado se pronunció por una nueva Constitución, recogiendo el clamor de las protestas sociales de 2019.
Pero el proyecto de Carta Magna elaborado por otra Asamblea Constituyente, con amplia representación de movimientos populares y sindicales y de independientes, fue rechazado en referendo en septiembre pasado, cuando el 62 por ciento del electorado se pronunció por el Rechazo y solo el 38, 1 por ciento votó por el Apruebo.
Un mes después, el llamado Acuerdo por Chile demostró que se mantenía el propósito de sustituir la Carta Magna dejada por Augusto Pinochet, al abrir las puertas a este nuevo proceso constitucional.
Como una relectura de la votación de 2022 debe entenderse la advertencia del presidente Boric cuando llamó a la derecha a «no cometer el mismo error que cometimos nosotros en su momento». Es decir, ha exhortado a los constitucionalistas a «escuchar» a todos.
Algunos adelantan que el texto que emane ahora puede ser tan pinochetista como la Constitución que dejó el exdictador, todavía vigente.
Pero el cronograma aprobado fija una nueva consulta en diciembre de este año que constituirá otra oportunidad para que la ciudadanía se pronuncie, pues habrá que someter a nueva votación el proyecto que ahora se redacte.